Yucatán

'Casta divina”, ardidos y muertos de envidia

Marcelo Tamay*

En un país donde de ser indígena es sinónimo de desprecio, los de “la casta divina”, salvo honrosas excepciones, se resisten a creer y aceptar que entre la población nativa existe mucho talento, como la de la bella actriz Yalitza Aparicio, quien pese no haber estudiado cine, rompe los esquemas tradicionales de actuación por su nominación al Oscar. Se comenta en las redes sociales que el reconocido cineasta mexicano Alfonso Cuarón quedó cautivado por la sencillez, la naturalidad, y la mirada de Aparicio de quien no equivocarse, quienes digan que no es actriz y no es bella, solo por ser de origen indígena, lo hacen por egoísmo, están ardidos y muertos de envidia.

El estigma de ser máasewáal (indígena) y procedente de Tlaxiaco, un pueblo boscoso al sur Oaxaca, no ha sido obstáculo para la novel actriz. Sin embargo, ha sido blanco de críticas desatinados de varios actores del cine mexicano como Sergio Goyri, Laura Zapata y Patricia Reyes Espíndola, entre otros, quienes pese a sus esfuerzos y trayectoria en el escenario no han conseguido la máxima estatuilla del séptimo arte en Hollywood. Aparicio logró la hazaña, sin estudios de actuación, sin experiencia, sin belleza como dicen ellos, y eso parece causarles escozor, envidia y hasta desprecio, en vez de sentir orgullo nominación como mexicanos, ya que Aparicio es la segunda latina en estar nominada en la categoría, después de la célebre Salma Hayek.

La brillante actuación de Yalitza en “Roma” reivindica la labor doméstica de la población indígena en la casa de los ts’uulo’ob (ricos) y pone los ojos del mundo desde diversos ángulos, ese hecho abre un vector muy fuerte hacia el empoderamiento de la mujer indígena, en un país pluricultural como lo es México, donde la mujer es discriminada en diversos sectores de la población. Calificativos peyorativos como “Pin… ind..”, del referido actor, sólo exhibe su desconocimiento sobre las culturas de nuestro país, y del mundo. “Me da pena que no sepan usar la palabra” dijo Yalitza en un entrevista; pues como profesora de origen indígena, sabe el significado de la terminología, en México, nos reconocemos como indígenas, en el caso de Yucatán, como indígenas mayas, y de eso nos sentimos orgullosos, por nuestra nuestras costumbres y tradiciones que conforman identidad cultural.

Ese mundo donde Aparicio ha cobrado fama con una carrera meteórica, efímera o no, como dicen sus detractores, clasista y racista; ella se ha desenvuelto con cautela. En las entrevistas no ha parecido ofender a nadie. Su papel en la aclamada cinta, causa más admiración que desprecio, y eso nos llena de asombro. Es un ejemplo ante las adversidades para nosotros los indígenas; es una gran brecha para el México nuestro; deja claro que el talento no tiene estatus social, “ni barreras, ni límites, ni muros” como señalaba uno de los conductores en la alfombra roja de la 91ª. entrega de los Oscar, al referirse a “Roma” y a Yalitza. Su trabajo pone de manifiesto, entrega, pundonor y pasión, secretos de su éxito, cualidades que percibió el extraordinario cineasta Alfonso Cuarón, quien junto con Yalitza Aparicio, ponen el nombre de México en alto, al obtener tres galardones de nueve nominaciones. Aunque no obtuvo la estatuilla de mejor actriz su triunfo es inobjetable, rompe barreras tradicionales de la industria cinematográfica de Hollywood y eso no hace sentirnos orgullosos como mexicanos.

*Consejero vocal del museo comunitario maya “Jacinto Canek” de Tiholop