Yucatán

Hasta donde recuerdo, en los años veinte una joven mexicana, Dolores del Río, linda y excelente actriz se hallaba en la meca del cine esforzándose para desplegar sus admirables atributos, logrando un excelente éxito en una atractiva comedia “Volando a Río de Janeiro” cuyo tema de fondo era una linda samba “Carioca” muy popular. Pero algo ocurría que nuestra coterránea perdía el tiempo sin otra oportunidad para que la admiráramos. Muy elegante, se desenvolvía en la más alta sociedad donde conoce a su futuro y único esposo. Para entonces, por allá andaba también Emilio -el Indio- Fernández, quien por cierto fue el histórico modelo del hasta ahora existente galardón del cine hollywoodense, el Oscar.

Dolores del Río. Volviendo a nuestra Dolores, decide con su esposo venir a radicar a su país con algunas temporadas en su natal Durango.

Sin suerte, Emilio también regresa a México y de acuerdo con Dolores encuentran productores interesados en ellos para filmar una emblemática cinta de carácter indígena. Íbamos por el año 1941 de plena guerra mundial. El tradicional festival de cine anual de Venecia, sorprende a jueces y público con un nuevo estilo de hacer cine. Era la primera película del dueto que se hizo clásico, Dolores del Río-Emilio –el Indio– Fernández, con el primer trofeo internacional para el cine mexicano. Se trataba del film María Candelaria que hasta el día de hoy disfrutamos por la tele. Y allí comenzó el cúmulo de premios que conquistaba nuestro país en los festivales internacionales de cine. Comenzaba entonces la “época dorada del cine mexicano”, donde brilló la dupla de estrellas, Dolores y Emilio desperdiciados por el sangrón y racista Hollywood.

Lupe Vélez fue otra actriz allí discriminada, nunca contratada. Se mantuvo en aquel medio extraño, hasta que se entera que había llegado su paisano Arturo de Córdova a protagonizar “Por quién doblan las Campanas”. Fue un chance fílmico para nuestro paisano porque no tardó en regresar a la brevedad a su país. Lupe se había enamorado del Turix de Córdova, fuerte capricho de nuestra paisana actriz porque terminó suicidándose sin llegar a filmar lejos de su terruño.

Katy Jurado. Extraordinaria actriz quien recibió en su carrera en México múltiples premios incluyendo Un Globo de Oro y un Ariel, dio la batalla por desenvolverse con éxito en EU, pero no pasó de buenas intenciones por varios años, hasta que regresó a México donde le admiramos su desempeño estelar en Nosotros los Pobres.

María Elena Marqués. Su hijo, por cierto, es ahora el titular de Turismo. Triunfante en México, probó también suerte en los “iunaited”, aunque sólo la recuerdo en una película gringa, montada impávida en un caballo también impávido y nada más.

De la nueva ola. Después de sus tremendos éxitos Y tu mamá también y Amores Perros, Diego Luna y Gabriel García Bernal creyeron conquistar Hollywood pero no quisieron perder tiempo y organizaron su compañía de cine de carácter independiente con mejor éxito del que hubieran obtenido con mediocridad en un horizonte de espejismo.

¿Por qué ahora hay mexicanos triunfando? Inexplicable, asombroso, increíble.

Alfonso Cuarón y Emmanuel Lubezki, siete premios por “Gravedad”.

Alejandro González Iñárritu, cuatro premios por Birdman. Guillermo del Toro ganó la estatuillla por La Forma del Agua. Y nuevamente Cuarón con tres estatuillas en 2019 por Roma.

Y luego, mis compas, los mexicanos brincando de gozo exclamando “los mexicanos por fin conquistaron Hollywood”. No, mis estimados, Hollywood es el que ha conquistado mexicanos. Los cuatro héroes nacieron en México, pero hace muchos años tienen la ciudadanía estadounidense, radican en EU, sus hijos son gringos y tienen la cultura del país del Norte. ¿Y tantos valores mexicanos anteriormente despreciados por nuestros “queridísimos” y racistas vecinos? Estos, preparándose para invadir Venezuela.