Yucatán

Ariel Avilés Marín

La danza clásica, llamada generalmente ballet clásico, tiene una larga y amplia trayectoria en Yucatán; desde la providencial llegada a estas tierras de Nina Shestakowa, a principios del S. XX, y la fértil actividad de las discípulas que bajo su dirección se formaron y difundieron ampliamente este arte en la entidad. De entonces a ahora, ha pasado un tiempo muy considerable y las nuevas generaciones vienen pujando por la superación de este género.

Culturalmente, Cuba y Yucatán están indisolublemente unidos, y la danza clásica no es la excepción. La presencia del Ballet Nacional de Cuba ha tenido, sobre todo en los últimos tiempos, una vigencia de la mayor importancia. Además, bailarines cubanos y yucatecos han ido y venido de manera constante y regular, de aquí para allá y viceversa, así que el lazo cultural está muy fortalecido. El Ballet de Cámara Pro Arte es un claro ejemplo de esta corriente cultural entre las dos tierras.

Aniuska Torres, cubana de nacimiento, yucateca por adopción, ha sido discípula de los Alonso (Alicia, Alberto y Fernando) y de otros maestros cubanos de la mayor trascendencia. En 1993, Aniuska funda en Mérida un estudio al que se nombra como Ballet de Cámara Pro Arte. Este grupo tiene dos vertientes de la mayor importancia, por un lado se ha impuesto la misión de “acercar la danza al público en busca de fortalecer el vínculo entre la Danza Clásica y la ciudadanía, ofreciéndoles a los jóvenes bailarines una plataforma para llevar los conocimientos a la práctica a un nivel profesional”; por otro lado su visión está en “ofrecer a los artistas locales más herramientas para su crecimiento artístico y profesional para, en un futuro, desarrollarse a nivel nacional e internacional; y contar con el reconocimiento del público local y nacional por un trabajo artístico de calidad”.

Los planes y programas de la maestra Torres han contado con el concurso del reconocido Maitre de Ballet Héctor Figueredo, quien también es originario de Cuba y ha sido discípulo de destacadas figuras del ballet clásico tanto en La Habana como en Moscú; es un reconocido coreógrafo y es subdirector artístico del Centro Pro Danza de la Ciudad de La Habana. Con esta competente mancuerna al timón, el Ballet de Cámara Pro Arte ha llevado al escenario del Teatro Armando Manzanero una destacada puesta del gustado y divertido ballet La Fille Mal Gardée (La Niña mal Cuidada), cuya versión original fue creada en 1789, junto con el inicio de la Revolución Francesa, por el coreógrafo Jean Daubelbard.

La Fille Mal Gardée, es un ballet comedia y paralelamente tiene mucho de pantomima, lo que le pone una nota humorística genial. A lo largo del tiempo ha ido sufriendo variaciones hasta llegar a tener su forma actual; la más reconocida y puede decirse la definitiva, se debe a Sir Frederik Ashton, hecha para el Royal Ballet de Londres. Esta obra tiene un paralelismo muy marcado con la ópera Las Bodas de Fígaro de Mozart, pues en ellas los protagonistas o héroes no son reyes ni dioses, sino gente común y corriente, del pueblo y ambas coexisten con el movimiento social de la Revolución Francesa.

La presencia de la pantomima se hace patente primordialmente en dos de los personajes, Mamá Simone y Alain, el limitado hijo del rico Don Thomas. Héctor Figueredo es un maestro con amplias tablas, así que su versión de Mamá Simone cumple a cabalidad lo esperado del personaje, sus graciosos y marcados solos fueron deliciosos, sus evoluciones, marcadas, puntuales, enriquecieron la gracia de la vieja viuda. Alain, fue una muy grata sorpresa en la interpretación que de él hace Pablo Mata, joven bailarín local de tan sólo veintidós años y con un gran talento, sus gestos exagerados que se encuadran a la perfección en el género de la pantomima, dieron al personaje gracia y presencia y se roba el corazón del respetable. Esperamos verlo frecuentemente en los escenarios.

Los personajes protagónicos de la obra son Lissette y Colín. Ella es la hija de la viuda Simone y él un chico del pueblo. Se conocen y se quieren, pero como en toda historia de amor que se precie de serlo, los problemas de la vida se interponen en su relación. Mamá Simone ambiciona salir de pobre merced un conveniente matrimonio de su bella Lissette, por lo que está presta para alejar a cualquier moscardón que se aproxime; pero no cuenta con el temple y terquedad de Lissette que ha de pasar sobre cualquier obstáculo que se interponga entre ella y Colín. Lissette fue perfectamente interpretada por la joven y talentosa bailarina Aniuska Camacho Torres. Aniuska dejó patente que ha aprovechado sus participaciones en cursos de Danza Clásica en La Habana y también en Córdoba y Barcelona, estos últimos en España. El papel de Colín estuvo a cargo del bailarín cubano Vladimir Piedra Landa, formado en la Escuela Nacional de Ballet de La Habana y ha sido primer bailarín del Centro Pro Danza de Cuba, donde ha realizado giras por Estados Unidos, China y México.

El desempeño de Lissette, Aniuska y Colín, Vladimir, en sus partes de solistas fue sumamente destacado. En el segundo acto nos gustó sobremanera el Pass a Trois, en el que también participa Alain, Pablo, las evoluciones y posiciones de los tres personajes fueron muy sobresalientes. Aniuska es muy cuidadosa de sus puntas y posiciones; y qué decir de Vladimir, sus giros y piruettes son verdaderamente magistrales, tiene un sobresaliente manejo de puntas y talones. Por su parte, Pablo, en las graciosas actitudes que exige el personaje de Alain, deja ver su magistral manejo de posiciones, puntas y evoluciones en general. Los Pass de Deux del tercer acto fueron también muy bien logrados, en especial el de los novios en la fiesta de las bodas, así como el de la cinta.

Por otro lado, el cuerpo de bailarines, tanto femeninos como masculinos, tuvo muy buen desempeño en las partes de conjunto y escenas colectivas. Ellas con buena posición en sus puntas y evoluciones muy bien logradas. Ellos, con excelente agilidad en saltos y giros. El joven bailarín que interpretó al flautista, tuvo un destacado desempeño en el papel, muy limpios y ágiles giros y piruettes, lástima que el programa no nos dio la información para darle el crédito correspondiente, estamos seguros de haberlo visto como solista en el Ballet Nápoli y ya entonces señalamos su buena actuación. Las casamenteras, certeras, graciosas, metiches, como los personajes exigían. Todo el cuerpo infantil de baile desparramó gracia y alegría por el escenario. En Eslameybran Mendoza, tuvimos un gallito muy bien plantado en su papel. ¡Ahí hay un buen bailarín en ciernes!

La ambientación de la obra encontró en los telones de Manuel Encalada la ambientación precisa que la trama requería. El desempeño del personal técnico del teatro fue muy eficiente, iluminación y sonido corrieron con eficiencia a lo largo de la puesta.

Aplauso de pie para los directores y coreógrafos de la puesta, Aniuska Torres y Héctor Figueredo, precisos, exactos, su mano se dejó sentir en el desempeño de todo el cuerpo de baile. Mención especial nos merece la labor de producción de Mario Camacho Flores, el impulso que ha puesto a la danza clásica en este montaje, rebasa por mucho el simple amor del padre por su hija, su acción beneficia a la cultura toda. ¡Más producciones querido Mario!

Salimos del Armando Manzanero con el arte de Terpsícore bullendo en el alma.