El día que Napoleón y Josefina se casaron, al finalizar el protocolo, le preguntó al alcalde:
-¿Listo?
-Sí, hemos terminado.
-Pues, ¡adiós!
Se retiró con Josefina a su hotelito y cuarenta y ocho horas después se despide de ella y parte a una campaña en Italia. Le escribe muchas cartas y se nota que Josefina le obsesiona: “Josefina mía; tormento, dicha, esperanza, alma de mi vida… Jamás mujer alguna fue amada con tanta devoción, con tanto fuego y ternura. Mil puñales desgarran mi corazón. No concibo cómo puedo vivir sin ti”.
Escribe esto mientras traza su plan de combate y da órdenes a sus capitanes sobre la estrategia a seguir.