Yucatán

VALLADOLID, Yucatán, 10 de marzo.- Regresando a mi niñez, vienen a mi mente las ocupaciones, deberes y responsabilidades que como niño tenías que realizar como parte de la familia: Asistir a la escuela diariamente, era una prioridad y no existía justificación alguna para evadirla.

Colaborar en el acarreo de agua de los pozos que abastecían a toda la manzana, para lavar la ropa y trastes, bañarse, regar plantas, y otras necesidades propias del hogar; se cumplían y ejecutaban como parte rutinaria y establecida.

Muchas veces te hacían asumir el deber de apoyar con el sustento de la numerosa familia a la cual pertenecías, y entonces había que ir al monte a buscar leña para el consumo y su venta, salir a ofrecer las frutas que se cosechaban en los extensos terrenos, bolear zapatos en el parque, vender golosinas etc.

El tiempo restante se convertía en juegos con los amigos del barrio y entonces las divertidas se quedaban grabadas en la mente, para nunca olvidarlas, esos sí se podrían llamar actividades de equipo, de reglas de honor, de cansarse hasta no poder, reír y no parar de reír al ocurrir situaciones chuscas, sin que nadie se ofendiera.

El fútbol llanero, el béisbol con pelota de hilo y bate fabricado con madera de naranja, el busca-busca y el pesca-pesca, el brinca burro, palitos calientes, las escondidas... México declara la guerra a…., las canicas, el trompo, el balero hecho en casa con la madera de chacá , elevar papalotes, la chácara, tiro al blanco con tira-hule y latas, a las comiditas, carreras con ruedas de bicicleta, y tantos y tantos más que llenaban nuestros “ descansos permitidos”.

Y entonces llegó la televisión a la casa, privilegio de todo el barrio, donado por un hermano que estaba en el extranjero; venían los vecinos de nuestra edad y mientras se ganaban unos centavos desgranando pimienta de Tabasco, disfrutaban de caricaturas y películas de la época. Todavía nos parábamos a cambiar los canales que en total eran cuatro los que funcionaban y como nos daban tiempo para cumplir con lo acordado, aprovechábamos y salíamos a jugar un rato.

No quedaba espacios vacíos, no pensabas en acciones dañinas a tus semejantes, no tenías un porqué y además te enseñaban valores de respeto amplio y profundo, pero por encima de todo ello, la disciplina y el rigor del castigo de los padres, te imponían el temor y el miedo.

¿Cuándo cambió nuestro modo de vivir? ¿Será que al llegar la tecnología, o cuando las parejas actuales emigraron a Quintana Roo, en busca del sueño económico?, o, ¿podría ser la desintegración familiar? Habría que analizarlo, pero yo pienso que mi salud, mi estrés, mi tiempo y mis gustos y disfrute, alguien me lo está robando, algo me lo ha quitado; no sé ustedes, pero yo, voy a reclamarle a la televisión, lucharé con mi celular y no dejaré que me absorba con el chat y todas sus aplicaciones.

Comeré y beberé lo que me guste y nutra y no lo que me imponga la mercadotecnia de los supermercados, dejaré el sedentarismo y realizaré algo barato, accesible y sin limitaciones, como es caminar. Voy a recompensarme por el tiempo perdido, disfrutaré a mi familia, a mis amigos, realizaré y cumpliré mis sueños, pero sobre todo, reiré, jugaré, bailaré y daré gracias a Dios por darme una segunda oportunidad.

Olvidaba decirte que ya somos varios los que hemos tomado esta decisión y si gustas puedes sumarte, sin duda alguna te regalarás más años de vida y con ello tendrás una enorme satisfacción, pues serás ejemplo de tus hijos que siempre te lo agradecerán.

La comodidad no es tenerlo todo y no disfrutarlo, pues se vive bien y feliz, si hay salud para gozar de todo lo obtenido con esfuerzo y honestidad.

(POR ESTO! / Corresponsalías)