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Yucatán

¿A quiénes sirven las calificadoras?

Rafael Mis Cobá

El T’alkú de la Tía Juana

Aunque para muchos resulte poco creíble el interés del sobrino cabezón sobre temas que pongan en riesgo la estabilidad política, social y económica de Chikindzonot, del Estado, del país y del mundo, lo cierto es que siempre ha estado atento y preocupado por los señalamientos, acusaciones, insultos y calificaciones que diversos actores políticos u organismos locales y extranjeros emiten sobre determinado caso.

Por su mala fama de “pudz’ escuela” nadie puede creer que el cabeza de “lec” se codee con egresados de la Universidad de Oxford, de Harvard o del Imperial College de Londres, pero lo cierto es que es más inteligente que Peña Nieto, además de que dice menos pendejadas y estupideces que Vicente Fox.

Lo anterior viene al caso, porque a pesar de su alto coeficiente intelectual no ha podido encontrar respuesta a la calificación negativa emitida al gobierno de AMLO por las flamantes calificadoras gringas, especialmente a la CFE y a PEMEX, a pesar de los esfuerzos hechos por la autoridad para inyectarles recursos y limpiarlas de la corrupción con que se manejaban.

El sobrinín tuvo que recurrir entonces a su tía Juana, mujer maya no sólo dotada por natura de un cuerpo perfecto, sino también de una sabiduría ancestral que da luz a toda oscuridad por más densa que sea, incluso, hasta a un hoyo negro.

—¡Tía, socórreme que mi chola va a estallar!

—“Mejenkisín”, seguro que todavía cargas las secuelas de los excesos que cometiste en el carnaval.

—Nada de eso tiíta. Estoy preocupado por las perspectivas emitidas por las calificadoras.

—¿Y desde cuándo te importa que alguien califique a otro?

—Tía, acuérdate que recurrí a ti cuando Trump calificó a Kim Joung como “hombre cohete, chaparro y gordo” y éste le respondió a Donald que era “un viejo chocho”.

—Es cierto sobrino, cuando andaban en pleito y se dijeron de todo.

—Tía, también me preocupé cuando en las redes sociales calificaron de mentirosa a la diputada Katia Bolio, por haber dicho que no sabía que estaba en veda el pulpo y el mero y se los almorzó en ceviche.

—“Uay” sobrino, tienes razón.

—Acuérdate que me asusté cuando en campaña AMLO calificó de Chachalaca a Fox.

—“Maaare” y tuvo razón, pues hasta ahora no deja de chachalaquear el bigotón.

—Y también estuve atento cuando los ciudadanos calificaron de chupador a Calderón.

—Sobrino, ahora entiendo entonces tu preocupación por las calificadoras.

—Lo que no entiendo, tía, por qué le cambiaron la perspectiva a PEMEX de estable a negativa, cuando ahora el gobierno le inyectó 107 mil millones de pesos y está combatiendo en serio la corrupción.

—Buena pregunta, sobrino.

—Tía, parece que las calificadoras avalaban entonces la corrupción, el huachicoleo y el saqueo de PEMEX, pues en esas condiciones la calificación que le otorgaban era positiva.

—Una apreciación con sentido común, sobrino.

—Tía, ¿y quién califica a las calificadoras, qué son y qué miden?

—Sobrino, según se definen ellas mismas, las calificadoras son compañías dedicadas a evaluar la capacidad de pago de un deudor y existen varias calificadoras en el mundo, pero las que se dicen más importantes son Standard & Poor’s, Fitch y Moody’s.

—¿Y a quién le rinden cuentas?

—Habría que preguntarles, sobrino.

—¿Y a qué se debe la calificación negativa que le dieron a México?

—En un comunicado oficial, una de ellas apuntó que se debe “a un posible crecimiento económico deficiente y a una mayor centralización en la toma de decisiones que pueden afectar la estabilidad macroeconómica y la falta de confianza de inversionistas…”

—“Maare”, tía, en vez de calificadoras deberían dedicarse a interpretar los horóscopos.

—“Uay”, así hasta yo los contrato para que me digan mis días de suerte.

—Tía, todos tus días son de suerte.

—“Mejenikisín”, hablando de días, no me felicitaste la semana pasada por el Día Internacional de la Mujer.

—¿Te festejó el tío Chupi?

—Como siempre sobrino, me dio mi premio.

—Presumida tiíta.

La tía Juanita se refería a que ese día, el tío Chupi se enfundó su delantal y la ayudó a cocinar, lavar, planchar, barrer la casa y hasta darle de comida a los cochinos, actividades que durante todo el año realiza sola la abnegada mujer.

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