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El atrio de la iglesia ubicada en el barrio de San Juan, en pleno Centro Histórico de Mérida, está convertido en un estacionamiento público para vehículos automotores y motocicletas y, según los comerciantes establecidos en esa parte de la urbe, es negocio del párroco que cobra una cuota a los dueños de dichas unidades.

De acuerdo con la información recabada en las inmediaciones del vetusto inmueble religioso, el sacerdote, cuyo nombre no logramos obtener porque el templo ya estaba cerrado, vislumbró la oportunidad de allegarse un dinero extra al habilitar como estacionamiento las áreas que rodean el predio sacro.

Un “viene, viene” o franelero que labora en la zona manifestó que el padre alquila los espacios mediante el esquema de pensión, es decir, clientes fijos que pagan una lana mensual para poder dejar allí sus coches, camionetas o motos, de las 06.00 a las 20.00 horas de lunes a viernes; pero dijo desconocer si el cura tiene permiso de la Dirección de Gobernación del Ayuntamiento de Mérida para ejercer tal actividad.

El sujeto, que no quiso dar su nombre por temor a que lo regañe el presbítero, añadió que tampoco se sabe si este negocio cuenta con el visto bueno de la Arquidiócesis de Yucatán; pero que ya tiene bastante tiempo que el atrio del santuario se usa como estacionamiento público ante la abierta complacencia de las autoridades civiles y eclesiásticas.

En el Catálogo de Construcciones Religiosas del Estado de Yucatán, editado en 1933, hallamos que el templo fue edificado al principio como ermita a mediados del siglo XVI y dedicada a San Juan, a petición de los meridanos que habitaban en aquel sector para cumplir la promesa que hicieron al Apóstol, al cual invocaron para que libre a la capital yucateca de una terrible plaga de langosta que azotó a la urbe en 1552.

(Paco Chi Lavadores)

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