Roldán Peniche Barrera
Yucatán Insólito
Hará unos días aludíamos a la palabra aguacate, que en Yucatán se pronuncia indebidamente “ahuacate”. Hoy mencionaremos el verbo aguantar, que muchos yucatecos, tanto los iletrados como ciertos que se autodenominan “ilustrados” llaman “ahuantar”.
Esto es, tanto en aguacate como en aguantar, por alguna inescrutable razón, mudamos la “g” en “h”, lo que es una burrada.
No lo mencionan ninguno de nuestros diccionarios, ni siquiera los regionales, lo que es un lamentable olvido. Ahora bien, además de nuestra península, nos parece haberla escuchado entre los cubanos, entre personas procedentes de otros países caribeños y aún entre mexicanos tanto del Norte como del Centro del país.
Veamos un ejemplo:
Asoma el tío Pascual por el Moncho’s como buscando algo o a alguien:
-¡Tío! -le grita feliz, el Yorch- ¡qué milagrote! Siéntate y tómate un café aquí en la mesa de los 17 sabios…
-No tengo tiempo para tomar café -replica el tío-. Ando buscando a dos o tres fortachones que me ayuden a transportar mi piano de cola entera a casa de mi nieto que quiere ser pianista ¡hazme el favor!
-Eso es fácil. ¿Hay pachocha de por medio?
-Claro, Yorch, pero primero hay que bajarlo del segundo piso.
-Maare, viejo. Eso está del cocol, pero por allá vienen el Gasolina, el Barrigas y el Becerro que tienen la fuerza de “Hulk” o de Hércules y ellos sí podrán con el paquete. ¡Oigan, fortachones, aquí el tío Pascual necesita 3 gorilas pa’ ayudarlo a bajar un piano del segundo piso de su casa.
-Si no hay buenos fierros, no lo ayudamos -dicen a coro.
Se ponen de acuerdo y ya en la vieja casa del tío comienzan a bajar el piano de cola entera por una escalera bastante estrecha. Poco a poco van descendiendo los gordinflones cuando se atoran en un rincón:
-Pérense -le grita el Becerro a los otros dos-. Ya nos trabamos. Déjenme pensar qué hacer. Mientras tanto, “ahuanten”, gorilones…