Según el historiador Suetonio, Calígula era un verdadero monstruo, que cada diez días revisaba la cuenta de cuántos prisioneros había mandado a la muerte, asistía a las ejecuciones y ordenaba a los verdugos que hicieran sufrir a sus víctimas de tal manera que desearan morir, mientras él observaba desde un trono. Pedía a los dioses que mandaran hambre, peste, terremotos y otras calamidades sobre Roma, cosas que no ocurrieron.
