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Yucatán no se salva de estos graves flagelos que laceran a nuestra sociedad, advierte el Arzobispo Gustavo Rodríguez Vega al conmemorar ayer la Liturgia de las Siete Palabras, en la Santa Iglesia Catedral

Al hablar en la Santa Iglesia Catedral, en el marco de la Liturgia de las Siete Palabras, concretamente de la Séptima que dijo Cristo en la cruz: “Padre, en tus manos encomiendo mi Espíritu”, el Arzobispo Gustavo Rodríguez Vega denunció ayer que, como fruto de la corrupción, hay trata de personas en todos los prostíbulos de Yucatán y que hay, asimismo, una grave e injusta explotación del trabajo de la gente más pobre que vive en el Sur de la Entidad.

Lo dijo así:

–Estuve la semana pasada en una reunión en Roma, en la que encontramos al final al Papa Francisco. Nos reunimos gente de todos los países y continentes del mundo, yo iba con algunos sacerdotes de Latinoamérica representando a nuestro continente y el tema que tratamos fue el de la trata de personas que, como seres humanos, hoy en día son vendidos como mercancía para trabajo esclavo, para venta de órganos, o vendidas como mercancía para la prostitución. Culpables son los que la venden, culpables quienes los compran, culpables quienes los usan, culpables las autoridades que no ponen freno a todo eso. Todos somos de alguna manera responsables.

Trabajos dignos

Dirán ustedes, gracias a Dios que aquí en Mérida, que aquí en Yucatán, no hay trata de personas. Sí la hay: todos los prostíbulos están llenos de mujeres que son víctimas de trata y están aquí alrededor, y todo es fruto de la corrupción porque se actúa con permiso. La explotación del trabajo también la hay de muchas maneras. Yo he conocido recientemente una en el Sur del Estado: en pueblos muy pobres, comisarías muy pequeñas y pobres, donde una persona se pasa toda la semana urdiendo una hamaca para que el sábado vengan a comprársela en 150 pesos, y luego la revendan acá en 700 ó 1,000 pesos. Tenemos que emplear personas, pero en trabajos dignos que humanicen, y con el salario adecuado.

Trata de personas: Ahí está como hoy en día, en todo el mundo, pero también aquí hay trata de personas, hay quienes creen que hay seres humanos que no deben ser tratados como humanos y que está bien tratarlos como mercancía.

También cuidar nuestro cuerpo es una responsabilidad, pero no hay que exagerar. Hacer ejercicio puede ser algo saludable, pero no hay que exagerar: Cuidar las mascotas es también una responsabilidad. Así es que morir, tenemos que morir, y ojalá que nosotros podamos morir con la satisfacción que tuvo Cristo de entregar su espíritu al Señor, con la convicción de que hay algo en nosotros que no nos dieron nuestros papás.

El alma fue creada por Dios

Digo esto porque el alma no fue creada por tus padres. Fue creada por Dios en el momento en que fuiste concebido, Dios creó una nueva alma para ti. Todas las demás creencias, de reencarnaciones y de todo lo demás, no es enseñanza, no es fe cristiana. Crees en Cristo muerto y resucitado, olvídate de otras cosas. Crees en Cristo muerto y resucitado, olvídate del culto a la muerte. Estamos llamados a dar culto a la vida, pero a la vida en Dios, a la vida según Dios. Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu, y para encomendar mi espíritu al final, tengo que encomendar hoy mi cuerpo y mi espíritu para que estén en perfecta armonía, que no me ganen los deseos de la carne, porque muchas veces la carne está en lucha contra el espíritu. Hay deseos que son muy humanos y se pueden encauzar particularmente en la vida matrimonial, y que son para nuestro bien. Hay otros deseos como el de comer, como el de beber, que tienen un límite. Pero muchas veces la carne nos pide ir más allá de lo que necesitamos, o de lo que nos conviene. Por eso hoy, Señor, recibe mi cuerpo y mi espíritu. Mi cuerpo con mi cansancio, mi cuerpo con mi trabajo, mi cuerpo con mi descanso, con mi recreación, con mis placeres, con todo lo que es de bueno, recíbelo en perfecta armonía con mi espíritu. Somos espíritus encarnados, no nos olvidemos de nuestro espíritu día con día, para que al final cuando llegue el momento de nuestra muerte, podamos decirle al Señor, Padre, y Jesús: En tus manos encomiendo mi espíritu.

Dos libros de San Lucas

Antes, el Arzobispo había comentado:

–Esta Palabra la encontramos en el Evangelio de San Lucas, y fíjense de lo que les decía de cómo cada evangelista tiene su manera de relatar la vida, la Pasión y Muerte del Señor, su Resurrección, tiene sus líneas teológicas. Por ejemplo, en el caso de San Lucas tiene dos libros sagrados: Su Evangelio que es el tercero y el Libro de los Hechos de los Apóstoles, ese libro nos narra cómo nació la Iglesia y cómo se desarrolló la Iglesia en los primeros 30 años aproximadamente. Es como una obra en dos partes: primero el Evangelio y después los hechos de los apóstoles. Los dos libros dirigidos a una persona que se llamaba Teófilo. No sabemos quién era, si era una persona real, quizá un obispo. O si acaso es un nombre simbólico, porque significa Amigo de Dios.

Nos conviene más la segunda interpretación, porque entonces el Evangelio de San Lucas son para ti y son para mí, Teófilos, amigos de Dios. Pues bien, así como en el Evangelio de San Lucas Jesús termina su vida entregándole al Padre su espíritu, tenemos la muerte del primer mártir, San Esteban, que era diácono, uno de los primeros siete diáconos. Murió apedreado y murió con semejanza a Jesús. El mismo San Lucas dice al inicio de la crucifixión, que Jesús abogó por la misericordia del Padre: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.

Señor Jesús, recibe mi espíritu

Y también San Esteban, cuando lo estaban apedreando, él se dirige a Jesús y le dice: “Señor Jesús, no les tomes en cuenta este pecado”. El también, nada más que ya no al Padre, sino a Jesús, porque Jesús, desde entonces, es el mediador entre nosotros y el Padre. Y luego, cuando ya va a morir Esteban, dice por primera vez en la historia: “Señor Jesús, recibe mi espíritu”. Después de él, miles y millones de personas se han encomendado a Jesús al momento de morir. Nuestros mártires mexicanos morían gritando “Viva Cristo Rey”. Era también una manera de encomendar su espíritu a Cristo, pero antes de Cristo, los judíos sólo conocían al Padre. Y Jesús a quién le iba a entregar su espíritu sino a su Padre. Pero los cristianos podemos confiar nuestro espíritu a Jesús.

¿Y qué es la muerte? Para muchos la muerte es algo tan terrible que ni siquiera quieren pensar en ella. Piensa en la muerte todos los días y vivirás mejor. No pienses en la muerte para asustarte, piensa en la muerte para darle calidad a tu vida. Si yo pensara: Hoy puede ser el último de mis días, me esforzaría por vivirlo en calidad. Hay una estampa de los años setentas que está en muchas sacristías de México, que se dirige al sacerdote que va a celebrar la misa y dice: Sacerdote de Cristo: Celebra esta misa como si fuera tu primera misa, como si fuera tu última misa, como si fuera tu única misa. Qué distinto celebraríamos la misa todos los sacerdotes si tuviéramos ese pensamiento en el corazón. Y qué distinto viviríamos tú y yo, cada cristiano, si tuviéramos ese pensamiento: Hoy debo vivirlo como mi primer día, como mi último día, como mi único día. Porque en realidad, no tenemos la vida segura. El día que termina podemos decir: Ya lo viví, ¿será que mañana voy a amanecer, será que mañana voy a continuar? Pero pensar en la muerte no debe asustarnos. Hay gente muy resignada que dice: “Nada más le pido al Señor que no sufra cuando me muera”. Pero no se preocupa de lo que van a sufrir sus deudos.

Todos debemos tener en cuenta que hay una separación del cuerpo y del alma. El alma no se puede descomponer. Se descompone lo que está compuesto, y nuestro cuerpo está compuesto por huesos, carne, sangre y tendones, etcétera. Se descompone con la muerte. El espíritu no se puede descomponer, es creación de Dios, es imagen y semejanza de Dios, no se puede descomponer. El espíritu es eterno, es para la eternidad. La resurrección de los muertos que se nos ha prometido es para recuperar nuestro cuerpo, pero glorificado: un cuerpo distinto. Es el mismo, pero es distinto. No te preocupes, no vas a recuperar el mismo cuerpo achacoso, con tus dolores de huesos y con todas tus enfermedades, será un cuerpo glorificado.

Culto al cuerpo y a los animales

La muerte es, pues, la separación del espíritu y del cuerpo, pero qué triste es que muchos o no creen en el espíritu, o bien como si el espíritu no existiera están ocupados y preocupados solamente por su cuerpo.

Cuántos gimnasios hay en todas las ciudades y están llenos: Porque la gente dice: “Quiero cuidar mi cuerpo, quiero cuidar mi figura”. Hay gente que persevera, hay gente que no persevera. Y que cada año se propone lo mismo: hacer ejercicio. Y los médicos a veces nos dicen: “Haga ejercicio”, pero cuánto culto existe al cuerpo. Incluso operaciones que ponen en riesgo la salud de las personas, de muchas mujeres, pero también hay hombres que también se operan el rostro, y allí están arriesgando hasta la vida por verse un poquito mejor.

Y pastillas, vitaminas y todo, y médicos para cuidar el cuerpo. Un culto exagerado al cuerpo y, como lo he dicho, es como una negación del espíritu. Algunos lo niegan, creen que somos como los animales: Un animal más en la tierra. Y hay gente que ama tanto a sus animales, que los pone por encima de los seres humanos. Cuidado, hoy en día también hay un culto a los animales, a los seres vivientes que están cerca de nosotros. Un culto exagerado. Está bien que cuidemos a las mascotas, pero a veces les ponemos más cuidado, más amor, que a los seres humanos. Y Dios no quiere eso, no está conforme con eso.

El ser humano sigue siendo el rey de la creación, el único creado a imagen y semejanza de Dios. Algunos dicen:

–Ah, no, pero este es un criminal.

Pues aún así sigue siendo un hijo de Dios con posibilidades de salvación. Otros dicen:

–Pero es que éste es indígena.

No importa. Los conquistadores muchas veces se justificaban para maltratarlos a ellos o los esclavos, porque pensaban que no eran seres humanos. Pero hasta hoy, hay gente maltratando a seres humanos como si fueran su mercancía, lo que no debe ser.

Las anteriores

La conmemoración del Viernes Santo empezó con la disertación de las 7 Palabras, a la que dio inicio el canónigo Antonio Flores Cervera, presidente del Cabildo Metropolitano, quien abordó las 2 primeras: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” y “De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el Paraíso”. Luego siguió el padre rector de Catedral, Justo Ceballos Uc, con las palabras 3: “Mujer, he ahí tu hijo; hijo, he ahí tu madre”; 4: “Padre, ¿por qué me has abandonado?” Y 5: “Tengo sed”.

(Roberto López Méndez)

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