Roger Aguilar Cachón
Añoranzas de un niño de más de media centuria
A mis niños: Paola y Hugo
Una de las fiestas que los niños yucatecos esperan con ansias después de la Navidad es sin lugar a dudas la dedicada a ellos, es decir, a las fiestas que se llevan a cabo en todas las escuelas para celebrar el Día del Niño. Este evento tiene sus características muy propias y singulares. Y es una actividad que se lleva a cabo año tras año, en algunos sitios días previos y en otros, como en las escuelas, el mismo día.
Una de las características del Día del Niño de antaño es que desde días antes era común que las profesoras salieran al mercado o a la plaza para ir a comprar algunos regalitos para sus alumnos, para tal efecto ellos no recibían dinero extra alguno no hacían rifas ni vendían productos comestibles para costear estos gastos. Salía del peculio propio y cada una trataba de ser la mejor en ese día. El tener en la casa a una profesora como mamá, me beneficiaba ya que de una u otra forma lo que se preparaba para comer o los regalos que se iban a dar de manera indirecta repercutían en mí y en mis hermanos.
El día previo a la fiesta era común que mi mamá saliera a comprar algunas cosas, anteriormente ya se había comprado el pan de molde para los sándwiches o el pan de torta, aunque en ocasiones también se preparaba ensalada de verduras y pollo. En la tarde previa o antes seguramente ya mi mamá había visualizado qué regalos comprar, las opciones de las tiendas eran muy pocas pero de manera rutinaria se compraban los juguetes en la tienda Simón. Desde luego que había otras tiendas pero eran más caros los juguetes.
Los juguetes que se adquirían eran de plástico y podían ser desde los bates con dos o tres pelotas, hasta los vaqueros con sus caballos, indios, tarzanes, aunque también había la opción de pelotas. Para las niñas las muñequitas de pelo de color y piernas largas, juegos de té y también se podían incluir
jackses o matatena. Una vez con el cargamento emulando a Santa Claus, mi mamá regresaba a casa a preparar todo para el día siguiente. Recuerdo que en una ocasión eran tantas las cosas que debía de llevar que tuvo que pedir un coche de caballito para llevar todo. Ese día las maestras llegaban llenas de regalos y pletóricas de alegría para la fiesta de los niños y nosotros esperando.
En ocasiones a las maestras les ayudaban las alumnas de la Normal Urbana “Rodolfo Menéndez de la Peña”, situada pisos arriba de la primaria donde trabajaba mi mamá “Domingo Solís Rodríguez”, quienes también tenían su participación importante en ese día. Una de las recomendaciones que las maestras nos decían el día previo a la fiesta es que debíamos de llevar nuestro plato y vaso para la comida, era común ver a mis compañeritos y compañeritas con su bolsita con su plato y vaso. Era todo un muestrario de formas, colores y materiales de los vasos y platos, pero eso era algo común. Pues bien, una vez que nos reuníamos en los salones a esperar que la maestra empezara a entregarnos los juguetes y la comida, ya la directora había pasado a los salones -en ese entonces lo era la Profra. Alba Requena de Gil, a quien hace algunos días saludé-, para invitarnos a acudir a una hora determinada al teatro anexo “Jacinto Cuevas”.
No recuerdo si era antes o después de la comida en los salones que pasábamos al teatro, y una vez en nuestra butaca la función comenzaba, una de las personas que cada año visitaba la escuela era un famoso mago de esos ayeres, me refiero a Alam Selem, quien vestido de negro hacía la delicia de nosotros y de los maestros. No recuerdo a los que participaban, pero de seguro que había alguno más que actuaba en la función.
He de decirles, caros y caras lectoras, que en esos tiempos no había los centros comerciales como ahora y cuando más alguna autoridad organizaba algún festival para el Día del Niño ya sea en la Plaza o bien en algún parque. También era común que nos llevaran al Parque del Centenario, lugar preferido hoy día para muchas escuelas y padres de familia, mismo que días previos estaba a “reventar” por la asistencia de cientos de niños que llegaban de todos los puntos de nuestro estado.
Hoy día los niños ya no quieren pelotas de plástico ni tarzanes ni vaqueros, ya sus preferencias son otras y además en el mercado existe una amplia gama de juguetes de tan diversos estilos como de precios. Los héroes de la pantalla se han materializado y forman parte de los preferidos de los niños, los Hombres Araña, los X-Men, los Transformers, los de la Liga de la Justicia, los TMNT -Tortugas ninjas- son sus preferidos y ahora los nuevos superhéroes en donde figura entre otros Thor y la Mole y las niñas aunque creo que algunas todavía sueñan con sus juegos de té y sus muñecas ya tienen opciones diversas desde las famosas y tradicionales Barbies, pasando por las Bratz, las Rositas Fresitas, hasta las más sofisticadas que se pueden encontrar en el mercado. O bien algún teléfono celular u otro aparato electrónico. Hay que hacer notar que ahora hay la posibilidad de juegos de videos y otros artefactos electrónicos de punta.
Pero la realidad nos muestra que si bien es cierto el Día del Niño es alegría para los párvulos, también hay que hacer mención que no todos los niños lo pueden celebrar, ya que en la ciudad y en el interior de nuestro Estado hay muchos niños que no asisten a clases o bien sus padres no tienen los recursos para darles algún regalo. Si ustedes caros y caras lectoras salen de sus casas y se van por alguna avenida de la ciudad, se darán cuenta de que existe un ejército de niños de la calle unos trabajando por necesidad, otros explotados por sus mayores y otros abandonados a su suerte.
En este Día del Niño, no solamente hay que festejar a los nuestros, es necesario asumir nuestro compromiso social, es necesario abrir los ojos a la realidad y aunque un regalo en este día a un niño de la calle, o una sonrisa no solucionará el problema, tengan la seguridad, mis caros y caras lectoras, que para el niño de la calle representará algo muy bonito e inolvidable, si lo pueden hacer, háganlo y díganle FELIZ DÍA DEL NIÑO.