Yucatán

Conrado Roche Reyes

En estos días, como una maldición ha caído sobre la Ciudad de México otra calamidad más de proporciones impredecibles, de pronóstico reservado. La contaminación ha llegado a límites casi intolerantes para la vida humana. Medidas extremas se están implementando, al grado de suspender un partido de fútbol de semifinales en la liga Mexicana de este deporte. Y esto sí ya es de preocuparse ya que el fútbol es la religión fanatizada de los capitalinos. Sin embargo ha habido propuestas en el pasado, aunque la gravedad del asunto no llegaba a las catastróficas alturas de ahora, parecieron brillantes y viables a la izquierda de entonces y obviamente desechadas por la derecha (PRI PAN) porque venían de un luchador social de izquierda, el ingeniero Heberto Castillo. Ahora que tenemos un gobierno de izquierda sería de interés que las retomaran o al menos las estudiaran de nuevo quienes deberían de estar al frente de esta calamidad que acecha, es en serio, la vida de niños y ancianos principalmente.

La idea del ingeniero Castillo consistía en la instalación de enormes ventiladores en las partes más altas de la ciudad para impulsar la dirección del aire fuera de la zona y así reducir la congestión de agentes contaminantes. Sin embargo nunca se llevó a cabo debido a que fue considerada como inviable por las autoridades mexicanas. Sin embargo, años después incluso la Universidad de Pensilvania calificó como real y muy posible el proyecto.

Respecto a la disponibilidad del proyecto en otros países, desde el año pasado se aprobó la construcción de una red de ventiladores para impulsar la dirección del aire en Beijing, la capital china, la ciudad más contaminada del mundo. Entonces podemos darnos cuenta de que la idea del ingeniero Heberto Castillo, aunque no idéntica a la de China, si toma algunos puntos importantes como base.

Lo importante es que el proyecto entre a revisión y esperemos tener pronto la respuesta de las autoridades. Si los ventiladores gigantes funcionaron en Beijing, no vemos la razón de que no lo hagan en México. Si ya de por sí la vida en esa ciudad es el caos que tantos escritores pronosticaron para ciudades como Nueva York o Los Angeles o Londres, que estaban al borde del abismo, se tomaron medidas pertinentes, y consiguieron eliminar tal polución. Claro está que con la contribución prioritaria, un 80%, de la población. Por lo tanto, insistimos que la idea, el proyecto de Heberto Castillo se debería de analizar seriamente.