Yucatán

Víctor Salas

Entre los obvios cambios que ha sufrido el panorama urbano se encuentra la aparición de múltiples centros escolares, en especial los de bachillerato. Eso habla de un aumento de gente joven en demanda educativa. Y hasta ahí todo va muy lógico. Lo paradójico es la utilización del Centro Histórico para fundar tales escuelas. Esa decisión y/o aprobación resulta un retroceso en las intenciones urbanísticas, pues hasta no hace muchas décadas, las escuelas de todos los niveles estaban ubicadas en zonas céntricas. Fue el gobierno quien tuvo la iniciativa de enviar los planteles educativos muy alejados de su sitio original, argumentando que afectaban la funcionalidad de la zona metropolitana (aunque también se dijo que era una forma de evitar que los estudiantes se reunieran fácilmente para ejecutar sus protestas y demandas al gobierno).

La Universidad mandó sus planteles a los lugares donde antes había plantíos de henequén, orillando a las familias a mayores gastos y a comenzar en las labores domésticas más temprano que lo habitual, por las distancias que tenían que recorrer los muchachos en el servicio de transporte urbano. Los padres con resignación decían: “Me sacrifico con tal que mi hijo sea alguien en la vida, que tenga un título, una carrera que lo haga llevar una vida distinta a la mía que fue como de burro llevando cargas pesadas”. Y así fue, muchos papás compraron motos o bicicletas para llevar a sus vástagos lo más cercano a sus escuelas; los menos adquirieron vehículos de medio “cachete” para evitar problemas de traslado a la esperanza familiar, al joven estudiante de la casa.

Al día de hoy, del parque del Centenario hasta el rumbo de Santiago se han abierto centros de estudio que ya no son de una planta, sino que son edificaciones de hasta cuatro plantas, que con suma rapidez han comprado predios y los acondicionan como oficinas o lugares de apoyo administrativo. En el mero Centro Histórico, en lo que era la famosa “Casa Juanes”, contraviniendo todos los argumentos dados en el pasado, se ha fundado una universidad.

Estas novedosas escuelas viven sin afectar el desarrollo de sus antecesoras ubicadas en Paseo Montejo o en otras zonas importantes de Mérida.

La oferta de carreras también resulta novedosa, sobresaliendo entre ellas la gastronomía y turismo, que tienen una demanda impresionante.

Así pues, nuestra capital vive como la letra de aquella canción de la burrita que “da dos pasos pa’ delante, da dos pasos para atrás”, con la complacencia de quienes promovieron el desalojo escolar en el centro de nuestra ciudad.

Otra zona donde se desarrollan planteles escolares es en el Periférico o a sus costados, donde lo que llama la atención son sus enormes estacionamientos, evidenciando la capacidad económica de su alumnado, porque tener un vehículo en la actualidad significa tener la billetera dispuesta a gastos costosos diarios en gasolina y mantenimiento de la unidad vehicular.