El político francés Raymond Poincaré fue un trabajador incansable. Dormía poco y trabajaba hasta en la madrugada. Cuando le preguntaron si no conocía el descanso, dijo que sí; en el diccionario, cuando le insinuaban lo que la gente decía de él, respondió.
-No quiero saberlo y si alguna vez he oído lo que dicen de mí lo he olvidado.
Cuenta que en una ocasión, un taxista que lo reconoció le dijo:
-Buenos días, papá Poincaré.
-Aquella voz de un hombre de la calle que me llamaba papá, no la he olvidado ni la olvidaré nunca.