Víctor Salas
Fue en nuestro POR ESTO! donde se dijo que la plantación de árboles en la ciudad debería de hacerse con aquellos de nuestra propia naturaleza, por obvias razones: son resistentes a nuestro clima y acarrean poco gasto, porque se nutren de las lluvias de temporada. En otras palabras, ahorran dinero porque no hay que llenar pipas de agua para regar plantas traídas de afuera, que luego se secan y sufren en nuestro medio.
Es gustoso ver que la alcaldía ha solicitado a los ciudadanos ayudarla en la reforestación de nuestra urbe y anunciar que se sembrarán árboles de la región.
Existen dos lugares donde la gente no sólo reforesta en sus camellones, sino que además le dan un uso doméstico a ese sitio. En la colonia Alemán, muy cerca del Rancho del Charro, una familia utiliza el amplio camellón como huerto, pues tiene sembrado sábila, chaya, naranja agria, tomates y pepinos o calabazas, según la temporada. En la unidad habitacional Cordemex, cerca del famoso Ponte Xux, otra familia ha hecho un huerto y un jardín en un camellón. Es decir, explota vegetales y embellece el lugar simultáneamente. No estaría de más estimular por todo Mérida el huerto familiar y el jardín callejero.
Es agradable porque, generalmente, son personas de la tercera edad las dedicadas a darle mantenimiento a esos pequeños edenes.
No es posible dejar de señalar que la ciudadanía y los políticos están tratando de subsanar una irresponsabilidad de las empresas dedicadas a la venta de casas en fraccionamientos. Y algo falla en ello, porque hasta hace poco había la obligación de que los fraccionamientos dejaran un espacio arbolado y otro para la iglesia y la escuela. En la actualidad se ven miles de minicasas sin una sola área verde. Son como espacios de crueldad. La necesidad de los habitantes de esos lugares es tan apremiante que en realidad no reparan en esa carencia y sus consecuencias.
Se deben tomar medidas para que los fraccionadores respeten áreas verdes. Por ejemplo, en Tixcacal dejaron un espacio como para un parque sin un solo árbol, indicando que en cualquier descuido ahí se levantará cualquier construcción. ¿Y quién protesta en sitios tan alejados de la conciencia del deterioro ambiental?
La iniciativa de invitar a los ciudadanos a plantar árboles la conocí hace mucho tiempo en “Face”. Una señora solicitaba acompañantes para sembrar árboles. Luego he visto más de ello. Así pues, celebro que la alcaldía y los ciudadanos emprendan labores de tal naturaleza que contribuyen al bienestar de nuestro planeta, nuestro Estado y la población que en él se desarrolla.