TIHOLOP, Yaxcabá, Yuc., 28 de mayo.- Todavía existe el estigma de que en las localidades del Mayab, la vida de la niña y del niño indígena, no puede sobresalir. Los motivos son de diversa índole, una de las cuales es la extrema pobreza por las que atraviesan, otra, por esas faltas de oportunidades que todos los gobernantes en turno les han ofrecido y poco les han cumplido.
Como si el campo indígena comenzara a florecer por este acontecimiento, este capítulo marca la segunda historia de vida exitosa de dos niñas: María Clara Koh Uh, ganadora de 5º grado en XX Concurso de Niñas y Niños Lectores y Escritores, con los saberes del pueblo de este año, cuyo tema que presenta es el Jéetsméek y Merly Marleni Ruiz Canul, ganadora del 6º de la edición 2018 al escribir su biografía.
Ambas pequeñas escritoras de la primaria indígena “José de la Luz Mena Alcocer” crecen en el mismo contexto con condiciones opuestas, pero con el hambre de ser alguien en la vida, María Clara, también campeona de oratoria en maya sueña con ser abogada, pero sabe que las condiciones son más difíciles por ser de estirpe maya.
Al respecto, doña María Luisa Uh Dzul, quien trabaja en Mérida y viaja todos los días, asegura que el logro de María es un paso más en la vida. “Ella es una niña que se dedica sólo a la escuela, juega, convive con sus primos, pero sí es muy comprometida en todo. Sinceramente llego de noche y me voy en la madrugada, entonces María es una buena alumna que su maestro ha sabido cultivar; pocas veces me pide ayuda en matemáticas. Hay cosas que no me salen y me duele decirlo”, dice mientras se le quiebra la voz y contiene el llanto.
María Clara se queda con sus tíos después de la jornada escolar, porque sus abuelos maternos ya fallecieron, también quedó huérfana de padre al primer año de vida, y como su madre trabaja en Mérida para darles lo mejor, ella tiene que sortear algunas dificultades que no parecen desanimarla.
Su madre afirma que a veces siente que no puede, “pero por mis tres hijos tengo que luchar para sacarlos adelante, sueño darles una profesión”.
En el mismo contexto, Merly Ruiz Canul, quien vive en la extrema pobreza, ganadora del sexto grado del año pasado del referido concurso, ya en la secundaria, sigue esperando que alguna fundación o el gobierno les ayude a sus padres a tener un techo propio, pues a pesar de los esfuerzos de su padre, don José Antonio Ruiz, no ha podido tener un hogar más digno, pues viven en un lugar prestado.
Ambas estudiantes sueñan con ser abogadas cuando sean grandes, y piden al Gobierno Federal la creación de becas especiales, porque por la falta de oportunidades los talentos ahí se quedan, como por ejemplo, Fátima Santos, de San Pedro, que soñaba ser doctora por tener el mejor promedio de su generación y de su especialidad en la Prepa en el 2016 o Martín Uc, de Huechembalam, que quería ser Ingeniero Civil por ser el mejor en su especialidad (Físico Matemático) al egresar ese mismo año. Son dos brillantes estudiantes de poblaciones con cien habitantes, que por la falta de oportunidades o de una beca ahí se quedaron.
Hay historias que se escriben y son ejemplo de vida para los estudiantes indígenas de la región, pero por la pobreza en la viven, muchas veces esas historias de vida exitosas que se truncan y en ocasiones se hacen presa de algún vicio.
(José Marcelo Tamay Poot)