Yucatán

La historia es gran maestra de la vida,a cada momento nos devela cosas extraordinarias.Moisés Sáenz.

En una de mis últimas visitas a un tianguis de libros y revistas “de viejo”, adquirí un número de la prestigiada revista del CONALTE titulada “EL MAESTRO” y fechada en febrero de 1991.

Todo en ella es interesante pero de pronto me encontré con un amplio artículo, sin signatario, únicamente con una referencia que indica: PARA UN ARCHIVO DE PEDAGOGÍA VIVIENTE.

El escrito se titula “UN REY DEL SIGLO XIII DEFIENDE A LOS MAESTROS”.

Su contenido captó de inmediato mi atención pues no es muy común que los maestros hubiéremos sido defendidos en algún siglo, más bien diría lo contrario.

De 1221 a 1284 fue el ciclo de vida de un gran monarca castellano, Alfonso X, a quien la historia registra como “EL SABIO”, Y así debió haber sido sin duda, porque demostró, entre otros muchos saberes, un especial talento para la comprensión y difusión de las diversas filosofías y formas del pensamiento del mundo que le tocó vivir, lo cual patentó ampliamente con el hecho de haber patrocinado la traducción al castellano de los libros sagrados de tres grandes culturas: LA BIBLIA, EL CORÁN y LA CABALÁ, aclarando sus biógrafos que lo hiciera “con la ecuménica colaboración de expertos cristianos, judíos y árabes por igual”.

Personalmente don Alfonso colaboró en la composición poética de “LAS CANTIGAS DE NUESTRA SEÑORA” y “LAS SIETE PARTIDAS”.

Es en esta última obra donde los investigadores contemporáneos han encontrado varios decretos que favorecen a los maestros, los que, traducidos, según los especialistas, a nuestra realidad actual, favorecía su “bienestar económico, el respeto social y judicial, el seguro de salud y protección familiar”; todo descrito en los siguientes términos: “SALUD, BIENESTAR Y PROTECCIÓN PARA MAESTROS Y ALUMNOS”.

“…El estudio es ayuntamiento de maestros y de escolares que se hacen en algún lugar, con voluntad y con intención de aprender saberes…” “De buen aire y con hermosos alrededores debe ser la villa donde se quiera establecer el estudio, para que los maestros que enseñan sus saberes y los escolares que los aprendan vivan sanos y allí puedan disfrutar y sentir placer a la tarde, cuando se levantaren cansados del estudio…”

La referencia que hace este hombre del siglo XIII de nuestra era, respecto a las condiciones y el medio ambiente de una comunidad escolar va más allá de una simple recomendación; de hecho dispone:

“La villa debe ser abundante en pan y vino y en buenas posadas en las que puedan morar ambos y que puedan pasar su tiempo sin gran costo”.

- Por las circunstancias descritas se refiere a una comunidad a modo de internado y, por lo del vino, no escandalizarse, se está refiriendo al jugo auténtico de uva, sin alcohol.

“… También declaramos que los habitantes de aquel lugar deben honrar y proteger mucho a los maestros y escolares y a todas sus pertenencias…”

- Incluso hay párrafos en los que se asientan preceptos legales en torno a las personas que transgredieran sus disposiciones y atentaran contra la propiedad de alumnos y a maestros recalcando, que quienes robaran o dañaran dichas propiedades.

“Deberán pagarlas por cuadruplicado”.

- Y va más allá, conociendo la idiosincrasia de los jueces de aquella época, acota tajantemente:

“… Y si por desventura los jueces ante quien se presentase esta querella fuesen negligentes, deben ser echados de sus puestos por deshonestos…”

- Al llegar a este punto de mi lectura me acordé de las lágrimas de desesperación e impotencia de una amiga mía cuando, hace algunos años, la escuela que dirigía entonces fue saqueada por vándalos y malvivientes de todos conocidos en la colonia en la que se encontraba asentada y, no obstante haber dado aviso a las autoridades y presentado su denuncia formal, simplemente no pasó nada, nunca se recuperó lo robado ni se detuvo a nadie.

Pero también este gran visionario se refería al proceder que se esperaba de los maestros, sin atentar contra sus derechos. Nos dice:

“Bien y lealmente deben los maestros impartir sus saberes a los escolares, leyendo los libros y haciéndoselos comprender lo mejor que se pudiese…” “Mientras los maestros gocen de salud no deben mandar a otros que enseñen en su lugar, a no ser que encargase a otro a enseñar alguna vez, para hacerle honor y no para librarse de sus obligaciones…”

- ¿Ven cómo un mandatario que conoce su función y sabe por tanto dónde están las fortalezas y debilidades de un proceso, es capaz de prever situaciones atípicas, de una y otra índole en el desarrollo del mismo? En este caso don Alfonso le exige al maestro su cumplimiento, pero al mismo tiempo le da carta blanca para invitar al aula a personajes de reconocida solvencia cultural y moral para coadyuvar al proceso de aprendizaje de sus alumnos, no para evadir sus obligaciones o responsabilidades, al contrario, sino porque reconoce que aquel personaje puede aportarle experiencias más sólidas y avaladas por su especialización en un campo del saber.

Concluyo esta lectura tan ilustrativa que me ha confirmado que, un rey sabio, o mandatario inteligente y honesto, puede hacer mucho bien a su pueblo, que lo mantiene en el trono, contrario totalmente a un tirano ignorante que sólo vela por sus propios intereses y los de sus incondicionales.

He aquí el colofón de don Alfonso X, el sabio, para con sus maestros:

“…Y si, por desventura, algún maestro enfermase después de iniciado el estudio, de tal modo que por la grave y larga enfermedad se viese impedido a enseñar, mandamos que se le dé el salario igual que si hubiese enseñado todo el año. Y, si sucediese que llegase a morir por culpa de la enfermedad, sus herederos deben también percibir su salario, como si aquél hubiese enseñado todo el año escolar.”

¡Amén!

*Coordinadora de la Casa de la Casa de la Historia de la Educación.