Yucatán

Nuestro líder es el hambre

Abelardo Tamayo Esquivel *Crónica ¿Quién es su líder?, les preguntaron por uno de los reporteros al enterarse del movimiento de los ejidatarios henequeneros.

“Nuestro líder es el hambre”, contestó con firmeza uno de los campesinos que había acudido a la “toma” pacífica del Banrural. Pero… ¿Quién les dirige, porqué son tantos ustedes, quién les convocó?, insistió el reportero como si tuviera la orden de detectar líder para que el Gobierno negociara con él, corromperlo y así acabar con la lucha como estaban acostumbrados a hacer con los sindicatos obreros.

“Ya les dijimos: el hambre es nuestro líder, tenemos hambre, por eso estamos acá, y no nos iremos hasta no ver resuelta nuestra demanda que es ésa; el hambre. Ese es todo nuestro pliego petitorio, remató contundente aquel hombre curtido en las actuales labores del campo.

Y cuando les preguntaban a otros contestaban lo mismo: “el hambre…el hombre…el hambre”. Los reporteros, absortos, sorprendidos narraban en sus notas: “les preguntas lo mismo y todos dan la misma respuesta…le preguntas a cualquiera y responden lo mismo, todos hablan”.

Pascual se llamaba el ejidatario y, como él, ese día lunes ya había más de mil compañeros. Al día siguiente tres mil, y para el miércoles por la mañana siete mil.

El Gobierno en turno, Graciliano Alpuche Pinzón, militar de profesión, aceptó negociar con tres. Los campesinos en la asamblea habían acordado que la comisión sea de 10, de lo contrario no habría diálogo. El gobierno volvió a ceder. Tan sólo dos meses antes, Josué convencido decía que la tarea no era fácil.

-Visitar las comisarías por la noche, no importa que sólo seamos cinco; dos en el sur, dos en el centro y uno en el norte. Allí están concentrados los campesinos henequeneros. La radio, podemos contar con algún amigo locutor sensible a esta causa; este medio de comunicación será nuestra fuerza. (Hoy esa fuerza se sigue llamando JUSTICIA Y RAZÓN aplicada a las redes sociales de internet. ¡Que vivan los estudiantes!..)

Pero es necesario que entiendan la dirección colectiva –comentó Josué- que nadie pretenda convertirse en líder de este movimiento, porque eso sería la muerte y el fracaso. Además recuerden que nadie puede suplir a ese su verdadero líder: “El hambre”.

Y, efectivamente, no fue un fracaso. Aquella lucha tenía que triunfar gracias a esa dirección colectiva y democrática, gracias a la solidaridad de los sindicatos independientes y a los obreros, hermanos todos de un mismo sufrir: “El hambre”. Pero el éxito definitivo habrá darse cuando se tenga hambre de conciencia, remató Josué contundente y en el aire quedó la reflexión de todos: “Es verdad…pero esas son palabras mayores que comienzan simplemente con el “HAMBRE”…

* Escritor comunitario yCronista de Dzilam González