Yucatán

PROGRESO, Yucatán, 21 de junio.- Con dos procesiones y una misa se llevó a cabo el día de Corpus Christi o el Cuerpo de Cristo, que es una celebración especial en la que se realza la presencia real de Jesús en el Sacramento de la Eucaristía.

Los Pbros. Oscar Manuel Cetina Vega y Aarón Esteban Sánchez Bobadilla Párroco y Vicario de la Parroquia de la Purísima Concepción y San José de este puerto, realizaron dos procesiones una que partió del Poniente y la otra del Oriente.

Para llegar a las puertas del templo parroquial para ingresar a la iglesia y llevar a cabo la concelebración de Corpus Christi, donde se dio a conocer que se le dio el nombre de la “Fiesta del Cuerpo y de la Sangre de Cristo”, después de la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II y se celebra el jueves siguiente a la octava de Pentecostés.

Los orígenes de la fiesta de Corpus Christi se remontan al siglo XI, cuando Berengario de Tours negó la presencia real de Cristo en la Eucaristía.

De ahí que se acostumbra exponer el Santísimo en una custodia especial, elevar la hostia y el cáliz en la Santa Misa y visitar al Santísimo en el sagrario.

La custodia con el Santísimo Sacramento donde se recordó que “La Fiesta del Corpus Christi siempre conmemora, como reflexión meditativa, la última cena de Cristo y su muerte en el Gólgota”.

En la celebración de la misa podemos decir que las dos vocaciones están una frente a otra, en la adoración se hace visible compenetración recíproca de todo el pueblo de Dios.

También recordó que ningún cristiano puede mantenerse en la presencia de Cristo Sacramentado más que en adoración y subrayó que comunión y adoración forman, pues, una unidad que no se puede romper.

Este día entrar en comunión y comulgar con Cristo significa tener comunidad con él por este motivo. Comunión y contemplación se encuentran mutuamente implicadas.

En la Eucaristía no veneramos simplemente a Dios, en ella nos sale al encuentro la ofrenda de la vida de Jesús y en ella el amor mismo, pero por el amor solo puede comprenderse amando.

La Eucaristía es alimento de los peregrinos que se convierte en fuerza, incluso para quien está cansado, extenuado y desorientado. Participando de la Eucaristía, vivimos de modo extraordinario la oración que Jesús hizo y hace continuamente por cada uno de nosotros a fin de que el mal, que todos encontramos en la vida, no llegue a vencer y obre en nosotros la fuerza transformadora de la muerte y resurrección de Cristo.

(Julio Jiménez Mendoza)