Yucatán

Todos los miembros de la iglesia están llamados a no vivir para uno mismo, sino a tomar la cruz; no se trata de inventar la cruz, de crear una cruz, sino de aceptar con amor la cruz que sale a nuestro encuentro, a no renegar o dársela a otro, tomar la cruz de cada día y recordar que Jesús nos dice que aquel que quiera conservar su vida, la perderá, pero quien pierda por él, la conservará para la eternidad, dijo ayer al Arzobispo de Yucatán, Gustavo Rodríguez Vega, en la misa de confirmaciones que ofició en la Santa Iglesia Catedral.

–Hermanos y hermanas, todos muy queridos en Cristo Nuestro Señor. En un diálogo entre Jesús y sus discípulos les pregunta:¿Quién dice la gente que soy yo? Y si a ustedes y a nosotros nos preguntará hoy Jesús lo que dice la gente de él, qué responderíamos; a lo mejor podríamos preguntar en el Facebook o en cualquier red social, lo que la gente opina sobre Jesús; podríamos encontrar todo tipo de respuestas, quizá hasta respuestas cargadas de odio, respuestas de gente indiferente, respuestas de gente creyente, respuestas que demuestren ignorancia en diversos grados o también los más altos grados de cercanía y de amistad con Jesús.

La segunda pregunta

–Pero, la segunda pregunta que Jesús hacía a los apóstoles es la más importante para que hoy la recibamos cada uno de nosotros ¿Y ustedes, quién dicen que soy yo? ¿Quién es para ti Cristo, quién es para mí? No ideas, no nada más sentimientos; la realidad de tu vida, de mi vida, quién es Jesús para mí.

–¿Por qué le pregunta Jesús a los apóstoles, o que no era obvio que ellos lo amaban, que ellos creían en él, al grado de haber dejado todo familia trabajo y todo lo que poseían para ir en pos de Jesús, no era obvio, por qué él les pregunta?

–Es que en una relación interpersonal no podemos confiarnos a que ya es así, ya tenemos que aceptarla, no; la relación humana requiere siempre de renovarnos en el compromiso, en la fe y en el amor, unos a otros, pero, claro, también con Dios nuestro señor, es necesario renovarnos. A veces los esposos se confían a que ya nos queremos, ya son muchos años de casados, pero es necesario seguir manifestando claramente que tú aceptas a esta mujer, que tú aceptas a este hombre y hacerlo deberás demostrando el amor inicial, el amor que ha madurado, el amor que han perseverado.

–Bueno, pues Jesús nos pregunta ¿Y para ti, quién soy yo? Cuando Pedro responde en nombre de todos: “Tú eres el Mesías de Dios”, Jesús les dice: no lo publiquen, no lo digan, hay que guardar el secreto porque este conocimiento requiere un proceso personal de encuentro con Jesús. Además hay que esperar a su muerte y resurrección, para que entonces, sí, se proclame a los cuatro vientos y, fíjense la diferencia: después Jesús habla a la multitud, no nada más a los discípulos, este mensaje es para toda la iglesia, es para toda la humanidad, el que quiera ser mi discípulo, el que quiera seguirme, que no se busque asimismo”.

Principio fundamental

–Este es un principio fundamental, puede haber personas fuera de la iglesia, puede haber personas incluso no creyentes, que no se buscan a sí mismos, sino que buscan a los demás, que estén siempre al pendiente de todo lo que puedan hacer por el prójimo, pero si esto lo encontramos como un testimonio y ejemplo fuera de la iglesia, con mayor razón, todos los miembros de la iglesia están llamados a no vivir para nosotros mismos, sino a tomar la cruz y, fíjense, no se trata de inventar la cruz, de crear una cruz; la cruz sale a nuestro encuentro y qué haces tú con la cruz que sale a tu encuentro, ¿la aceptas con amor, la tomas o reniegas de esa cruz o se la echas a otro si puedes? Tomar la cruz de cada día, la que se me presenta y Jesús continúa diciendo que “quien quiera conservar su vida, la perderá, pero el que la pierda por él, la conservará para la eternidad”.

–Ciertamente hay miles y miles de mártires en la iglesia que han perdido y en la actualidad pierden su vida por Cristo, pero no solamente los mártires, tantos buenos cristianos que van dando su vida gota a gota aunque no tengan que perderla de manera inmediata por el martirio; ya la pasión y muerte de Jesús estaban anunciadas en los profetas, en varios pasajes, como el que escuchamos en la primera lectura, pero fíjense qué claro lo que dice el profeta Zacarías, siglos antes de Cristo, dice: “Me mirarán a mí, al que traspasaron con la lanza”; una profecía tan precisa que habla de la pasión y muerte del Señor y luego dice que el Señor abrirá una fuente para redimir a todos los hijos de Israel. Mi alma tiene sed, hemos dicho en el salmo responsorial, pero cuál es la fuente en la que podemos saciar nuestra sed, es el costado abierto de Nuestro Señor Jesucristo, beber del amor del señor, beber su redención, ahí podemos calmar nuestra sed, esa sed que nada ni nadie en este mundo puede saciar y superar plenamente, concluyó el prelado.

(Víctor Lara)