Ariel Avilés Marín
Desde hace ya mucho tiempo la temporada de la Orquesta Sinfónica de Yucatán que abre el año culmina siempre con el montaje de alguna ópera. Poco a poco esta costumbre ha ido sentando patente, y los seguidores de la OSY esperan ya cuál ha de ser la ópera que cerrará la temporada. En el año 2012, la ópera montada fue Carmen, de George Bizet y, por primera vez, vino a Yucatán para dirigir el montaje Ragnar Conde Knape. La puesta de Carmen marcó un camino diferente a todo lo hecho anteriormente, y Ragnar se ha tornado en el director por excelencia de varias de las siguientes óperas presentadas por nuestra orquesta. Sus puestas de Payasos, Don Giovanni y ahora Cavalleria Rusticana, han marcado un precedente de calidad superior en este género musical, tan gustado en el mundo entero.
Gracias a la hospitalidad del Lic. Juan Rafael Gamboa Colomé, que nos convidó a una exquisita y delicada cena, escanciada con un excelente tinto Cabernet Sauvignon, tuvimos la oportunidad de saber más de este talentoso director de óperas, reconocido en nuestro país y fuera de él.
Ragnar Conde Knape nace en la Ciudad de México en agosto de 1973. Es de profesión Licenciado en Diseño Gráfico, por la Universidad Autónoma Metropolitana, Campus Azcapotzalco, pero es también Licenciado en Actuación por la Casa del Teatro, en donde fue discípulo de los destacados maestros Luis de Tavira y José Caballero. Además, estudió seis años de pintura artística en la Escuela Vincent van Goh, siendo alumno ahí del Mtro. Luis García. Con la Mtra. Leticia Uribani cursa estudios de Danza Clásica, Jazz y Danza Contemporánea. Durante año y medio cursó estudios de dramaturgia en la prestigiada Casa Lam, en la Colonia Roma en CDMX. Luego estudia tres años producción teatral y cinematográfica con la destacada productora canadiense Susan Weis. Muy pronto empieza a destacar, por lo que es becado para Merola Opera Program, en San Francisco, California, USA, en 2011. Como puede apreciarse, tiene una formación amplia y muy completa en el campo del arte.
Su talento empieza a brillar a la temprana edad de quince años, cursando aún la secundaria, dirige en su escuela, La Fonda de las Siete Cabrillas, obra del teatro clásico mexicano de Manuel Eduardo de Gorostiza, en un arreglo de Emilio Carballido; debido al éxito de esta presentación, hace otras producciones como Don Juan Tenorio, de José Zorrilla; varias pastorelas; y luego los musicales El Hombre de la Mancha y Los Miserables; de esta última hace la traducción del francés, y en la puesta, maneja ochenta personas en escena, todos ellos adolescentes. Posteriormente, lo encontramos en el Centro Escolar Casa del Lago, institución ubicada en un antiguo ex convento Benedictino. Ahí, siendo estudiante, se hace cargo de la dirección de un cortometraje; el entusiasmo de Ragnar y sus compañeros es tal que aquello se convierte en un verdadero maratón de grabación y filmación; dedican la noche completa a esta labor, al punto que llegan tarde a su examen la mañana siguiente, y por ello, no los dejan sustentar la prueba. Ragnar y sus compañeros son de carácter, así que, como protesta, se rebelan y no presentan ningún examen más, de ninguna materia, y se las llevan a extraordinarios. Como era de esperarse, son llamados a la dirección del plantel, donde llegan a un arreglo y se resuelve la situación favorablemente. Llega el estreno de la producción en medio de gran expectativa; el éxito es tal que la institución decide construir el teatro San Benito Abad, una sala con cupo para mil quinientos espectadores. Muchos años después, Ragnar regresaría ahí y su compañía, Escena Ensamble, adopta como sede esta sala teatral.
Entre las múltiples inquietudes de Ragnar, en un momento dado, también estuvo la posibilidad de hacer animaciones, como manga y ánime, busca esta posibilidad en diferentes instituciones, y al fin se convence de que lo más cercano a su propósito es estudiar Diseño Gráfico, lo que lo lleva a ingresar a la UAM a hacer su licenciatura. Ragnar, es un hombre que lleva una vida activa, sumamente agitada, es un hombre de ritmo 24/7; por esta febril inquietud ha estudiado música, danza, pintura, y trabaja hasta la madrugada en forma constante. Hay una cosa en la vida que, después de saltar por tan diversos campos, le ha quedado muy claro: Lo suyo es el teatro. Desde la puesta en Casa del Lago ha pasado ocho años de su vida dirigiendo, con gran éxito. Toma con el Mtro. José Caballero un curso de dirección, esto le da una gran claridad a sus objetivos de vida y le lleva a ingresar a la Casa del Teatro para estudiar Dirección de Actores; como lleva ya un camino andado en la materia, su ingreso a la institución es sin tener que tomar el propedéutico.
En su vida ha tenido también deliciosas experiencias como actor. Su participación en puestas como, Escenas de Loco Amor, de Sam Schepard; El Evangelio según Jesucristo, basado en un texto de José Saramago, en un trabajo de creación colectiva. En esta segunda puesta, nos relata: “La hicimos en una estancia de la Escuela de San Cayetano, cerca de Toluca; era un ex convento jesuita, estaba ubicado en un bosque. Al salón, que no era muy amplio, le cubrimos las paredes de lodo y paja; había un puntal de madera en el centro de la estancia, armamos mesas con pacas de paja e iluminamos el espacio con latas de alcohol sólido y una lámpara, pequeña y antigua, el resultado fue impactante”.
En el año 2000, hay un suceso en su vida que marca su camino. En la Sociedad de Valores de Arte Mexicano, dirige El Niño y los Sortilegios, con música de Maurice Ravell. “Esta puesta se la habían ofrecido a Emilio Carballido, el maestro no puede, y me la cede. Fue en el Teatro Jiménez Rueda, en el entonces Distrito Federal”. Las condiciones no eran precisamente muy favorables, sólo contaba con un presupuesto de cincuenta mil pesos, para toda la producción. “Obviamente no había para vestuario; resolvimos la situación usando el ingenio. La escenografía era de doble vista, para ahorrar gastos. La historia está llena de seres fantásticos, los cuales se hicieron usando títeres que hicimos y que manejaban los propios cantantes. ¡Eran enormes! La falta de vestuario se resolvió haciendo que todos se vistieran de gala, como una gala de ópera”, cuenta con gran entusiasmo. Su experiencia como bailarín, también ayudó mucho en el trabajo. De este nuevo éxito, le empiezan a llover solicitudes de montajes, llegando a realizar hasta catorce al año. En San Francisco, California, se enfrenta a un gran reto, le solicitan montar diecisiete escenas de diecisiete óperas diferentes, reto del cual sale airoso también.
En el año 2010, el bajo cantante Sergio Meneses hace contacto con él por un proyecto para la ópera Carmen, presenta el proyecto y éste es seleccionado para ser montado con gran éxito. En 2011, participa en una producción México-Colombia, es la filmación de una película, Bola de Trapo; ahí se desempeña como couch de actores y asistente de cámaras. En 2013, la Casa de Opera de San Francisco, le llama para organizar el homenaje por los doscientos años del nacimiento de Giuseppe Verdi, y ese mismo año y con el mismo motivo, organiza un gran espectáculo en un estadio de hockey, en Zúrich, Suiza. Siempre en 2013, es llamado para renovar el espectáculo nocturno del Parque de Xcaret, en la Riviera Maya. Una labor de la mayor importancia, es la realizada en los Estados Unidos de Norteamérica, al organizar el espectáculo “In the Higths”, que trata sobre el desplazamiento de las comunidades latinas y con ello la pérdida de la memoria de las generaciones y de sus raíces, y de cómo, al juntarse en colonias, se procede al rescate de esas mismas raíces.
Desde 2011 trabaja en West Bay Opera, en Palo Alto, California, haciendo una producción al año; en ese ámbito, ha hecho producciones muy controversiales de óperas como Sansón y Dalila, de Camille Saint-Sáenz; Fausto, de Charles Gounod; Salomé, de Richard Strauss; Eugene Oneguin, de Piotr I. Tchaikovsky; Fidelio, de Ludwig van Beethoven y Falstaf, de Giuseppe Verdi; el próximo año producirá Macbeth, también de Verdi.
La presencia de Ragnar Conde entre nosotros, desde 2012, con la puesta de Carmen, y sus posteriores montajes de Payasos, Don Giovanni y ahora Cavalleria Rusticana, le han hecho crear una identidad profunda con esta tierra, estamos seguros de que, Ragnar Conde ya tomó agua de pozo, y su cariño y su querencia, ya están atadas a esta tierra.