Yucatán

Los años 40, época de bonanzas

TEMOZON, Yucatán, 8 de junio.- Las actividades productivas y del movimiento comercial alrededor de los años 40 en Temozón, fue la bella época de las bonanzas en la elaboración de dulces de melado, el guarapo, la venta clandestina de aguardiente de caña, el anís de miel y la mistela; estos últimos trabajos se realizaban de manera clandestina, en la cual participaron un gran número de familias de esta localidad.

Para poder producir el aguardiente se requiere del jugo de caña. Para ello, los productores cultivaban caña… los mismos trabajos que se realizan en una milpa: roza, tumba y quema. Luego se limpia, bien el terreno.

En los meses de junio y julio, cuando empieza la época de lluvias, se siembran las estacas de caña, que van creciendo hasta que sus tallos se engruesan, y las plantas ya maduras, tienden a caerse, es cuando se pueden cosechar.

Se corta la caña, se traslada al rancho más cercano donde funcionaba un trapiche (molino de hierro o de madera dura).

Para que funcionara y dé vueltas en su propio eje, fue necesario utilizar la fuerza de una mula o un caballo, donde se extrae el jugo de caña y bagazo; estas valiosas herramientas de trabajo fueron hechas artesanalmente por los carpinteros “torneros” de la época.

En los ejes del trapiche se introducen las cañas recién cortadas, se va moliendo, se exprime el jugo de la caña de azúcar guarapo, se recolecta en una paila y se separa el bagazo.

Cerca del lugar se hacía un fogón grande, de dos por dos metros de profundidad como un “pib” donde se coloca una paila grande de cobre. Se llena esta paila con 20 a 25 latas de “guarapo” abajo se coloca leña, se prende fuego para “sancochar el jugo de caña.

Para aprovechar el cocimiento, y para que la paila tenga un buen sabor. Con un garabato (“Pe’et ch’uyub) hecho de aluminio y redes de alambre galvanizado tipo jaula; se colocan las calabazas perforando con un clavo cuatro hoyos para que se remoje con el jugo (calabaza melado), también se colocan camotes, jícamas, yucas, pinole, pepitas, panela, papayas de monte o el “puut chich” y melcocha.

Cuando hierve al máximo y empieza a estar espeso se le retira la leña, se deja enfriar y se retira el garabato con las frutas.

Al día siguiente, se retira la melaza; se envasaba en latas o tambitos y se transportaba en mulas o en caballos a la ciudad de Valladolid, para venderlas al señor Luis Sosa, (productos Sosa), dueño de la destiladora de aguardiente de caña; era en aquel entonces el único centro de producción de aguardiente autorizado por el Gobierno del Estado, que pagaba contribuciones fiscales para la producción del ron de caña.

Por otro lado, los productores de melados aprovechaban vender en el mercado de Valladolid los dulces de calabaza melada, de yuca, dulce de camote, dulce de papaya, caabil sicil y la melcocha.

A todos les iba muy bien en el negocio, tenían mercado seguro hasta que un día el señor Luis Sosa perdió la paciencia y los empezó a tratars mal, tenían que perder un día de trabajo para viajar a Valladolid para pregonar sus productos, tenían que dar vueltas y más vueltas para cobrar la mercancía.

Cansados de la situación expuesta en el año de 1959 los dueños de los trapiches de esa época en el municipio de Temozón se reunieron y dijeron, ¡ya basta!, que nos traten mal. No solo él puede producir el aguardiente de caña, vamos a producirlo nosotros mismos de manera clandestina, total, ya sabemos cómo se hace el ron, para no pagar al fisco cada quien se guarda para producir el ron.

Mandaron a hacer alambiques de fabricación casera. Este grupo estaba conformado por Lorenzo Mena Valdez +), Marcelino Mena(+), Jesús Gómez(+), Julián Góngora(+), Pedro Mario Góngora( +) , Hernildo Góngora ( +) , Urbano Góngora( +), Filiberto I. Díaz Aguilar( +), Justo Kauil Cen (+) y Saturnino Pool, Espiridión Arceo Rodríguez (+), Pedro Rosado( +), Genaro Arjona Alcocer ( +), Julián Náhuat( +), Marcos Osorio (+ ), Agustín Heredia, entre otros. Eran los personajes más adinerados de Temozón del aquel entonces.

Cada uno de estos “chaac romes” (sancochadores de aguardiente) como se les conocía, buscaron lugares escondidos para instalar sus alambiques, ya sea en grutas, sascaberas, al interior de los cenotes o en las milpas más lejanas para “sancochar el ron”.

En aquel entonces cada día más personas se dedicaban a este negocio, porque dejaba el 100% de ganancias, por que no se pagaba al fisco se vendía clandestinamente de manera directa a las pequeñas tiendas distribuidoras de Valladolid, acá en Temozón, en las comisarías de Nabalam, Hunukú y los municipios cercanos como Calotmul , Uayma y Tizimín.

Después de 4 años más o menos de esta producción, Temozón alcanzó fama de ser el municipio donde se producía ron de caña y anís de miel de excelente calidad y sabor; en esos años la gentes de otros pueblos venían a comprar sus garrafas de ron para que vendan en sus pequeñas tiendas y en las fiestas tradicionales de sus pueblos o para obsequiar en eventos sociales: bodas, cumpleaños, bautizos, velorios, así como en ceremonias tradicionales como el jéets meek’, ch’a’a cháac, p’o’ k’aab, k’aat k’aab, jéets lu’um.

En esa época era común escuchar de las orquestas jaraneras en las vaquerías de las fiestas de los pueblos la bomba yucateca “para zapatos Ticul, para yuca Calotmul y para ron Temozón”.

(Federico Osorio)