Pilar Faller Menéndez
Se dice que en el nuevo Gobierno existe mucha política y poca educación, un tema sobre el cual se debate y no ha podido llegar a una conclusión que satisfaga al problema que presentan las guarderías y estancias infantiles en nuestro país.
En un comunicado en febrero del presente año, la Secretaría de Bienestar afirma que las reformas que se han implementado acerca de este tema de las guarderías y estancias infantiles, tienen como objetivo cumplir con los estándares de honestidad y transparencia de la nueva administración, el cual tiene la prioridad de mejorar la calidad de vida de los niños de nuestro país, lo que pone el dedo en la llaga y surge un cuestionamiento sobre las políticas y decisiones tomadas, y surgen protestas y exigencia de establecer diálogos al respecto, en el entendido de que es factible en todo momento y con la mejor intención, realizar mejoras en los procesos con el fin de brindar la mejor atención posible a la infancia mexicana.
Se han establecido normas administrativas que las estancias de zonas marginadas no pueden cumplir, motivo por el cual solamente las llamadas “estancias de elite” sobreviven y se benefician con los esquemas centralizados que presentan serios problemas administrativos para las regiones vulnerables de nuestro país.
Las estancias infantiles surgen como un proyecto de género al que se le ha agregado temas de pobreza, de educación y de trabajo. Valdría la pena replantearse la vocación de las mismas, ya que según la nueva reforma educativa en nuestro país promulgada el pasado 15 de mayo, finalmente se ha reconocido la importancia de la educación y la obligación del Estado para niños menores de tres años, cuya educación inicial transforma sus vidas tanto en el ámbito afectivo, intelectual y nutricional, para lo cual es necesario destinar recursos e infraestructura para poder cumplir con este objetivo, ya que solamente el 10% de esta población objetivo recibe alguna estimulación temprana.
Aunado a este objetivo principal, puede considerarse que el servicio de las Estancias Infantiles se encargan de esta educación temprana de los hijos de aquellos hombres y mujeres que trabajan o estudian y necesitan opciones para el cuidado de sus hijos, así como las familias que se encuentran en un estado de pobreza extrema.
Desgraciadamente la administración federal ha debilitado el sistema de las estancias infantiles, aunque sostienen que desean mantener y mejorarlo. Los usuarios han perdido la confianza debido a que se ha declarado que las estancias son inseguras, corruptas y tramposas, lo cual en algunos casos puede ser cierto, pero al generalizar se crea desconfianza. La culpa la concentran en los trabajadores de las estancias, y no en los supervisores que trabajan para las autoridades. Se han inflado los indicadores sobre las transferencias a hogares vulnerables, y el tema de la educación pública se ha ligado con el de la familia a fin de que ésta se ocupe del desarrollo integral de los niños. Hoy en día se destina menos del 2% del presupuesto para Educación a la primera infancia.
Durante el presente año los padres de familia no fueron afiliados: durante los meses de enero y febrero, aquellos padres que querían mantener el servicio de estancias pagaron una cuota de mil quinientos pesos, sin el subsidio que recibían de 550 pesos, lo que impidió que muchos padres de familia pudieran costear este servicio, quedando sus hijos a su cuidado, lo cual ha causado un gran impacto y preocupación, ya que aquellos que deben dejar el cuidado de sus hijos a otro, temen por la integridad de los mismos, ya que los abusos, como bien es sabido, se dan con más frecuencia por familiares cercanos.
El entregar recursos a los padres para que ellos decidan a qué guardería o estancia infantil mandarán a sus hijos, puede ser un acto de buena fe, pero peligroso, porque es necesario tener la seguridad de que sea el niño a quien se le destine este recurso, ya que es imposible supervisar el buen uso de éste.
Es necesario pensar en la posibilidad de una movilización y ampliar la capacidad de guarderías del IMSS, ISSSTE y del DIF que desgraciadamente son pocas y se encuentran en las ciudades, lejos de los espacios donde mucha gente requiere igual de estos servicios. El sistema de las estancias infantiles debe ser reforzado para poder cumplir con sus objetivos y no debilitarse. La infancia, sin importar la afiliación o no de sus padres, debe tener el derecho a una educación que incluya una estimulación social e intelectual en los primeros años de su vida. Los niños deben ser considerados como una prioridad.