Conrado Roche Reyes
Alguien nos pasó el tip y allá nos dirigimos, a un paraíso. Nos fotografiamos. Nos dimos un buen baño en sus aguas cristalinas. Parecía un lugar aislado de Bali, pero no. Estamos en la península de Yucatán. Este idílico lugar secreto lo descubrimos unas cuantas personas que prometimos no hablar ni indicar su ubicación, mucho menos su nombre. Si, un pequeño paraíso yucateco (península, península, península), mismo que en apenas un corto lapso de tiempo se ha convertido en una jungla. Una cantante que se retiró y afincó allá, la hizo viral (de eso vive, tiene un hotelito y organiza toda clase de eventos posibles que le dejan muy buena lana. Casa ocasión que tenía invitaba a la gente a visitar el edén marítimo aquél). De la noche a la mañana, este enclave idílico ha sido rebasado por la presencia de turistas extranjeros y huaches. En los más bellos lugares, ya no caben más toallas ni más bañistas. Las botellas y bolsas de plástico ocupan las playas. Los vecinos dicen que cuando lo conocieron, era un pequeño puerto de pescadores con no más de quinientos habitantes. La tiendita, el billar, el cine, la cancha de básquet, la escuela, la cantina, una caseta telefónica y maravillosas calles de arena. Absolutamente todas, la playa y…no más…casi el paraíso - que los turistas y quienes han llegado de afuera a medrar han saturado el puertecito. Han convertido el lugar en un inodoro público y piden más civismo a sus visitantes y a sus nuevos vecinos llegados de quién sabe dónde.
Los coches saturan las calles. El secreto mejor guardado dejó de serlo, pero, por desgracia, no es el único ejemplo de exceso turístico en toda la costa yucateca (península, península península).
Desde que esta cantante comenzó su campaña promoviendo el lugar, este paraíso tropical ha estado bajo mucha presión por la ola de turistas que recibe cada año. Cada año más, más y más depredadores.
Sí, el paraíso se acaba de convertir en un infierno. Dicen que la mano del hombre destruye todo lo que toca, y algo parecido sucede en este lugar de ensueño. Aunque no cuenta con una infraestructura hotelera, en breve lapso de tiempo ha sufrido una considerable degradación de sus recursos naturales. La invasión turística ha impedido el tradicional desove de cientos de tortugas, haciéndose selfies y sentando a sus hijos en los caparazones.
Es común mirar a un abuelo arrancar una casi extinta flor exótica o al niño que entra corriendo al hotel con un pequeño bebé cangrejo que porque es muy tierno.
Ya lo sabes, amigo, cuando encuentres un paraíso virgen, guárdalo como el más sagrado secreto.
¡Ah! Olvidaba mencionar el nombre de este paraíso perdido. Estoy hablando de la otrora idílica isla de Holbox.