Yucatán

Antes cada quien su milpita, hoy cada quien su chocita cultural

Víctor Salas

Amplias discusiones hubo en el siglo pasado, acerca de por qué no evolucionaba el arte en Yucatán. Después de verter muchos razonamientos, los funcionarios llegaban a la conclusión de que la costumbre local de tener cada quien su propio espacio laboral era el impedimento para la evolución. Cada representante artístico tenía a su gente y su local y ahí desenvolvían sus querencias artísticas. A nombre de todos esos rejegos artistas independientes, se hablaba de una gran cultura yucateca y debido a su crecimiento, fue aumentando la necesidad de contar con espacios adecuados para su desempeño.

Cuando Jorge Esma llegó al ICY, quiso meter todos los huevos en una sola canasta. ¡Pero todos!, investigadores, arqueólogos, pensadores, escritores, teatristas, danzarines, editores, fotógrafos, músicos, pintores, cantantes, hemerógrafos, bibliotecoeconomistas, empresarios, diletantes y todo aquel que se moviera en nombre del arte o la cultura protestaron porque para lograr su fusión ofrecía de todo, menos una cosa: dinero. Éste llegaría de México, después de lograda la unión de todos en torno a la institución de la cultura. Daba apoyos en especie, lograba convenios de trueques y en fin cosas para hacer notar la “gran actividad” artística de la ciudad.

Sus actividades eran anunciadas en desplegados a página entera en los distintos rotativos de Mérida. Todo lo que era impreso, lo asumía como responsabilidad y apoyo institucional. En otras palabras, no hubo nada sólido en su gestión artística, todo quedó flotando igual que antes de su administración. Sin embargo, logró crear los mecanismos para la fundación de la Compañía de Danza Contemporánea e hizo un convenio con apoyo económico para la Compañía Provincial de Ballet. Al ballet Folclórico del Estado lo manoseó con un proyecto al que llamó reestructuración que fue solamente al fracaso. Un avance notable lo hubo en las artes visuales. Pero también, sin solidez.

El primer gran quiebre de lo poquitísimo que se había logrado lo realizó Raquel Araujo, quien desapareció la CDCY, la CPB, la CTY y coadyuvó al cese de muchos músicos. Era el gobierno de Patricio Patrón y la administración cultural de Domingo Rodríguez.

¿Ya ven?, nos decían, hubiera sido mejor que se quedaran en su milpita.

Al llegar Ivonne Ortega al gobierno y Renán Guillermo al ICEY, algunas cosas regresaron a su posición anterior. Pero, ya habían aparecido los fuertes apoyos del Conaculta, entonces aparecieron las chocitas culturales. O sea, espacios artísticos privados: Tumakat de Vania Dura, Fuera de Centro de Tatiana Zugazagoitia, Conservatorio de Danza, de Lourdes Luna; la Rendija, de Raquel Araujo; el Teatrito, de Ricardo Jardí; el Teatro Yucatán, de Manuel Ávila; el Tapanko, la Camarita, el X` Tocoy Solar.

En la actual administración, se repite la historia de cuando Patricio. Desaparace la Compañía de Danza Contemporánea, la de Danza Clásica, se retiran apoyos económicos a diversas agrupaciones y se dispone una suspensión de actividades para un diagnóstico del que no se han dado a conocer sus resultados. Los artistas, de nueva cuenta se repliegan y regresan a sus milpitas o sus chocitas culturales.

Ante esta anómala situación, hoy se comienzan a elevar voces pidiendo el retorno de Renán Guillermo a la institución de Cultura. Hay un hecho real: el maestro Renán fue un gran gestor y realizador, aun cuando no contaba con recursos económicos.