Yucatán

“En Naciones Unidas pensamos que en el 2030 podremos tener una generación libre de Sida, y esto no significa que no haya nuevas infecciones porque, lamentablemente, éstas van a seguir sucediendo mientras la humanidad tenga sexo y relaciones sexuales, pero lo que se puede evitar es que para el 2030 ninguna persona más muera de Sida”, dijo ayer el Mtro. Francisco Javier Arellano Ayala, consultor en VIH-Sida de Fondo de Población de las Naciones Unidas en México.

Agregó: “Tenemos todos los recursos tecnológicos para que una persona reciba tratamiento antirretroviral y se mantenga indetectable, a eso sí podemos aspirar y no es una broma”, expuso.

Arellano Ayala participó ayer en el IV Simposio Internacional “Horizontes compartidos” sobre VIH-Sida, que se llevó a cabo en el Hospital Regional de Alta Especialidad de la Península de Yucatán (HRAEPY), con la ponencia “Hacia una generación libre de Sida para el 2030”.

Sin embargo, dijo que hay que luchar contra el estigma y la discriminación, pues en Naciones Unidas se tiene el enfoque de que constituyen también una epidemia que mata igual o más que la epidemia de VIH-Sida.

“Las cosas no han cambiado nada. Avanzamos tecnológicamente con el tratamiento antirretroviral, nos apropiamos del concepto de terapia como prevención, tenemos más métodos que nunca para prevenirnos del VIH y las personas que tienen VIH pueden tener una larga vida saludable, y pueden tener hijos e hijas libres de la infección, pero el estigma y la discriminación continúan estando aquí de manera tan poderosa y tan fuerte como al inicio de la epidemia y en 35 años no hemos aprendido nada ni hemos podido cambiar nada”, expuso.

Estigma y discriminación

Por ello, dijo que se considera el estigma y la discriminación como una epidemia que mata más que la epidemia de VIH y Sida.

“Y me refiero a que por la epidemia de estigma y discriminación, muchas personas aquí en Mérida no se acercan a los Capasits porque temen que los van a ver, sus familiares, sus amigos, y esa idea de 35 años no nos ha cambiado”.

“Seguimos pensando que si toco a una persona con VIH, lo abrazo, lo beso, lo acaricio, duermo con él, algo malo me va pasar y aunque hoy sabemos perfectamente los mecanismos por los que se transmite el virus, siguen el estigma y la discriminación”, señaló.

Dijo que la epidemia de estigma y discriminación afecta a poblaciones clave, como son los hombres gay, mujeres transgénero, de la diversidad sexual, migrantes, etc.

“Actualmente, según encuesta del Conapred, el 33 por ciento de las personas que viven en México no le rentaría una habitación de su casa a una persona que vive con VIH. Casi en el 2010 y 3 de cada 10 personas no le rentarían un espacio de su casa a una persona que vive con VIH”.

“En 35 años ha avanzado mucho en materia tecnológica, nada en estigma y discriminación o en educación”, señaló.

Por lo anterior, dijo que la epidemia de VIH-Sida no se ha acabado y que está más viva que nunca y que “si nos descuidamos puede revertir incluso con más fuerza”.

En este tenor, dijo que la agenda de Derechos Humanos debe estar al centro de toda iniciativa relacionada con VIH y se debe involucrar a las personas que viven con el virus en la toma de decisiones.

“Quizá es tiempo regresar a la contraloría social e involucrar a las personas con VIH y lo que impulsa Naciones Unidas, que esté considerado el estigma y la discriminación como dos flagelos que pueden matar tanto como al VIH y el Sida”, señaló.

(David Rico)