Yucatán

Nadie puede darse por salvado por pertenecer a determinado grupo

PROGRESO, Yucatán, 25 de agosto.- Un hombre que se encontró con Jesús estaba preocupado por el número de los que se iban a salvar, se ocupó de los que van a entrar al Cielo, que es limitado, es de suponer que las pruebas de acceso serán más complicadas.

El Pbro. Alejandro Rubio Romero, párroco de la Medalla Milagrosa y San Telmo de este Puerto, hizo mención en su homilía de este fin de semana.

En la misa donde se realizaron cuatro bautizos que recibieron a los nuevos cristianos, donde el sacerdote encomendó a padres y padrinos a ser cuidados de la fe de sus hijos y ahijados.

Mencionó que para entrar en el Cielo tendríamos que pasar por una prueba, pero Jesús no indica eso, no habla de que sea necesario un grado de santidad especial para entrar en el Cielo. Por la respuesta de Jesús diríamos, más bien, que el que preguntaba no indagaba por el número, sino por quiénes serían esos pocos.

De alguna forma daba por supuesto que los que se salvasen serían los miembros del pueblo elegido: el pueblo judío. Entendiendo así la pregunta, se comprende perfectamente la respuesta de Jesús.

Nadie puede dar por supuesto que está salvado por pertenecer a un determinado grupo. Hay que esforzarse por la salvación. Como se nos dice en la parábola del tesoro escondido en el campo, hay que vender todo lo que se tiene para obtener la salvación.

Según Jesús, la puerta de la salvación es estrecha y vendrán muchos, de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, muchos de los que quizá crean tener derecho, entrarán los primeros.

Muchos de los que se creen con derecho, se quedarán fuera, en el principio no pertenecemos al pueblo elegido, somos de esos de diversas direcciones.

También es verdad que somos cristianos ya de muchas generaciones, podemos pensar que tenemos derecho a la salvación por la sencilla razón de que ya nuestros abuelos y bisabuelos eran cristianos, iban a misa todos los domingos y cumplían los Mandamientos.

Jesús nos dice hoy que la salvación, nuestra salvación, depende también de nuestro esfuerzo personal, que no podemos dormirnos en los laureles.

Pero sobre todo nos dice que no podemos excluir a nadie de la salvación. Esto es muy importante, en la salvación entramos en cuanto nos hacemos hermanos de todos.

El mensaje fundamental de Jesús es decirnos que todos somos hijos de Dios, cómo podemos pretender excluir a nadie de esa fraternidad, en la medida en que excluyamos a alguien, nos excluimos a nosotros mismos.

Dios no cierra la puerta del Cielo, nos la cerramos nosotros mismos, la puerta del Cielo es estrecha, para pasar por ella hay que cumplir con una condición obligatoria.

En la Eucaristía, donde nos juntamos y compartimos el pan como hermanos, es lo que deberíamos hacer todos los días, vivir como hermanos.

Estamos preocupados por nuestra salvación o nos sentimos muy bien como estamos y no necesitamos de la salvación de Dios, que significa vivir la fraternidad en nuestra vida diaria.

(Julio Jiménez Mendoza)