Yucatán

Lorenzo Salas González

Esta expresión se usa y explica en el Sermón 134 de la Biblia, pero también en otras partes de los Evangelios y el propio Jesús llega a decir: “Yo soy la verdad, entrad por mí y la conoceréis”.

Millones de personas en el mundo entero se creen libres y también poseedores de la verdad. Estas reflexiones se suscitan porque México se encuentra en plena etapa de una crisis de valores en la que de cuando en cuando entran las sociedades en su evolución y a veces hasta en su involución.

Como ha explicado varias veces el ahora Presidente de México, Lic. Andrés Manuel López Obrador, cada posición ideológica tiene sus corrientes: Los conservadores tienen sus vertientes, al igual que los liberales. Conciliar ambas concepciones del mundo se ha convertido en tarea altamente difícil y hasta imposible, sobre todo cuando las encabezan líderes tozudos, obcecados, convencidos de que no hay más verdad que la suya. Un ejemplo de esto último puede ser Donald Trump, cuya ceguera intelectual le impide ver hasta las expresiones de burla que le espetan sus interlocutores, como le hizo hace unos días Angela Merkel cuando el presidente norteamericano le dijo que él tenía sangre alemana. Sólo bastó un pequeño sonido de burla con la boca, para que los medios de comunicación hicieran un escándalo, evidentemente con el fin de resaltar el rechazo de la germana hacia un individuo intolerante y pedante como él solo.

En México, las distintas percepciones de nuestra realidad, de nuestros problemas y de sus posibles soluciones dividen hasta a destacados militantes y dirigentes de los partidos políticos. Un ejemplo es el de Ricardo Monreal y Martí Batres.

En otra dimensión, nosotros en la diaria tarea periodística, también cometemos errores, a veces involuntarios y otras con todo el propósito del mundo.

A veces sucede que se pegan las neuronas y sucesos que recordamos en un tiempo, ocurrieron en otro. Por eso lo honesto es corregir la confusión en el mismo medio y disculparse por si hay algún afectado.

Cuando no se trata de una confusión sino de una intención para justificar nuestras deficiencias y la natural declinación mental, lo mejor es guardar silencio prudente y no hacer halaraca con la pretensión de dañar a alguien o, peor, de culpar a otro para sacar provecho…

Un ejemplo breve, porque no vela la pena dedicarle más tiempo y espacio a quien carece de valores: el año pasado, Carlos Loret de Mola fue despedido de Radio Centro para darle su lugar a Carmen Aristegui. Fue el primer aviso de su declinación periodística.

Este año, hace unos días, corrieron a Loret del noticiero que tenía en Televisa y tanto él como su padre culparon del hecho al Presidente de la República, quien reiteradamente ha dicho –y demostrado, sobre todo en las “mañaneras”– que es respetuoso de quienes piensan diferente a él. Así que el hecho queda como un ruin y vulgar recurso para no reconocer su declinación. Aquí vale la pena usar la frase que dicen los chavos: “No manchen que el pantalón es nuevo”.

O, mejor, la verdad os hará libres… no sigan siendo esclavos del dinero…