Yucatán

Cuba ante un nuevo reto

Ariel Avilés Marín

A la memoria de cubanos egregios como Armando Hart y Roberto Fernández Retamar

En mayo de 1991, en la Casa de la Amistad Yucateca Cubana, de la cual era secretario, tuve una inolvidable y memorable conversación con el comandante Alfonso Guillén Zelaya, el mexicano que cruzó con Fidel Castro en el Granma, luchó en Sierra Maestra, y fue todo un personaje de la Revolución Cubana. En esta conversación, el destacado revolucionario me puso al tanto de la situación que se estaba viviendo en Cuba, como consecuencia de la caída de la URSS. El panorama que me presentó fue verdaderamente desolador: Hambre, apagones enormes y largos, toda clase de privaciones; una situación tremendamente más terrible que la que se está viviendo hoy en la isla, a consecuencia de la inmorales acciones de ese desarbolado llamado Donald Trump, cuya furia y encono se está cebando contra el pueblo cubano.

En la memorable charla, Alfonso Guillén me dijo: “Ariel, desde este momento, Cuba deberá aprender a rascarse con sus propias uñas. Estamos en situación cero, y de ahí debemos empezar a construir el futuro”. ¡Y vaya que supieron hacerlo! Cuba, no cayó de rodillas ante la fuerza negra del imperio, antes bien se superó día a día. El llamado “período especial” fue muy duro y doloroso, eso es innegable, pero el heroico pueblo cubano supo remontarlo, superarlo y escribir una historia brillante de capacidad e independencia.

El criminal bloqueo decretado al mundo por la ruin voluntad de los Estados Unidos de América, es el genocidio más largo que registra la historia de la humanidad, en cualquier época de la historia del mundo. Pero a pesar de esta acción criminal e inhumana, el pueblo cubano ha resistido y ha superado día a día su vida interna en la isla. Cuba está cambiando día a día; rasgos como la proliferación de los paladares (cocinas económicas en nuestro medio), como pequeñas empresas privadas; la regularización independiente del funcionamiento del transporte público en su modalidad de taxis y coches (el coche es un transporte colectivo consistente en un auto que recorre una ruta fija de un punto a otro), es otra forma que nos habla de los cambios que se están viviendo. Hace treinta años la gente permutaba de casa, hoy en día, el cubano puede comprar o vender su casa, otra clara señal de los cambios. Existen departamentos y casas que se pueden rentar al turista, este es otro cambio en la vida de Cuba.

El imperio, como en la saga La Guerra de las Galaxias, es el lado obscuro de la fuerza, y no se cansa de manifestar su maldad a vista y paciencia de la comunidad mundial. La situación que se vive en Venezuela es orquestada desde afuera, con la complicidad de la oligarquía venezolana; pero no ha logrado su cometido, y la Revolución Bolivariana se mantiene de pie y firme. El triste títere, Juan Guaidó, ha sido exhibido y desacreditado por sus relaciones con el crimen organizado del tráfico de drogas colombiano. Todo el móvil de este complot es el petróleo de Venezuela, que posee las reservas más grandes del mundo del energético. Entre Cuba y Venezuela existe un pacto de ayuda mutua; Cuba aporta médicos y en reciprocidad Venezuela surte de combustible a Cuba. Una ejemplo de intercambio amistosos entre dos pueblos hermanos.

La situación de bienestar que genera este intercambio entre estas dos naciones no es grato al imperio que siente vulnerados sus sucios e inconfesables intereses. ¿Cómo soportar que dos naciones no se postren rendidas ante su bota? ¡Esto no es tolerable¡ ¡Nunca el imperio ha sido tolerante! Ahí está como muestra los bienes culturales de la humanidad que se perdieron al invadir Bush a sangre y fuego Irak; en los bombardeos fue destruido completamente al maravilloso templo de la Diosa Ishtar, de más de cinco mil años de antigüedad, y en el que se registraba el mismo fenómeno del Sol y la Luna que se registra en la pirámide de Las Siete Muñecas de Dzibilchaltún. En la misma invasión se destruyeron museos con conocimientos irrecuperables para la historia de la humanidad. Al imperio la cultura no le interesa, sólo aquella pueda ser de alguna utilidad a sus intereses.

Claro, el intercambio Cuba-Venezuela, resulta totalmente inaceptable para una mente enferma como la de Donald Trump, una mente que no le importa separar familias, una mente que encierra a niños como animales, y sin ponerse una mano en el corazón envía buques de guerra, fuertemente armados, que están cerrando el paso en el mar Caribe a los buques-tanque venezolanos que llevan combustible a la mayor de las Antillas. No importa que quienes resientan los daños sean los ciudadanos cubanos de a pie, el ciudadano común y corriente, el que vive el día a día con su trabajo honesto, el que se queda sin transporte colectivo, el agricultor que no puede llevar sus productos al mercado, el médico que no puede cubrir sus visitas en comunidades rurales en su modesto coche, el maestro que no puede acceder a su escuela en una comunidad alejada. ¡Todo esto no importa en aras de los intereses mezquinos del imperio!

No sé cómo se va a resolver esto; pero estoy seguro que el heroico pueblo cubano va encontrar una solución. ¡No me cabe la menor duda! Desde hace treinta años, como me dijo Alfonso Guillén, Cuba ha aprendido a rascarse con sus propias uñas, y ahora lo hará de nuevo. Pero es muy importante sembrar esta conciencia en la juventud cubana de hoy; en la que ha olvidado los terrores de la dictadura sangrienta de Fulgencio Batista; en la que no ha comido cáscaras de toronja empanizadas para llenar el estómago, en el período especial. A los jóvenes cubanos de hoy, hay que hacerles sentir que ¡SI SE PUEDE! ¡Se ha podido y se podrá de nuevo!

Cuba ha resistido de pie, sin doblarse ni quebrarse ante los fieros embates del lado obscuro de la fuerza, el del imperio, por sesenta años ¿Por qué hemos de pensar que se va a quebrar hoy? ¡De ninguna manera! La juventud cubana tiene el deber ineludible de aprender de sus mayores, a ellos les toca levantar y sostener la bandera luminosa de la Revolución Cubana. ¡Queremos que sean como el Che! ¡HASTA LA VICTORIA SIEMPRE!