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Yucatán

El Caballero Rojo y su cruzada contra el hastío de los niños

Roldán Peniche Barrera

Yucatán Insólito

Nació, como Sócrates, Aristóteles y Jesucristo, para enseñar. He leído sus ingeniosas letras antes y disfruté de su lectura en la didáctica y en el género de literatura vale lo mismo para un niño, un muchacho o una persona de la tercera edad; me ha impactado absolutamente y aunque mi memoria falla, creo recordar la impresión que sus inteligentes escritos anteriores dejaron en mí.

Hablo del Mtro. (qué digo maestro, ¡educador!) Mario Manuel Montero Medina, que usa el esplendente y romántico seudónimo de “El Caballero Rojo”. De este respetable educador he recibido hará algunos días por conducto del juglar Celis y Trejo, un hermoso ejemplar de su más reciente libro: “Animalitos en peligro de extensión” (Poemas didácticos), cuyo solo título ya dispone nuestro espíritu para lo que vendrá. “El Caballero Rojo”, a pesar de su heroico sobrenombre, es, ni más ni menos, un humorista, un juglar de las palabras, un perfeccionista de la gramática, de la ortografía, de la sintaxis y del bien decir que el pobre de Sancho nunca, por tener dura la sesera, logró asimilar. En “El Satiricón”, se dice que “la frugalidad es amiga del genio” (lo que complacería a Gracián), algo que nuestro autor practica con la verdadera naturalidad de las cosas. Sus versos son breves pero sentenciosos y algo nos dicen, y algo nos enseñan.

Mario Manuel Montero Medina es un maestro de tiempo completo: originario de Campeche (donde nació mi madre), ha publicado cuatro libros y tiene ya listos 6 más para sacar a la luz. Mi gratitud por su valioso libro, que no debe reservarse para unos cuantos, sino divulgarse en las escuelas de nivel básico para aprovechamiento de la niñez. Su lectura me recuerda mis épocas de estudiante de primaria, en tiempos en que había maestros de verdad, educadores que sabían enseñar y discípulos que aprendían divirtiéndose.

A continuación daré parte de un ejemplo de los versos titulados “El peek y el tolok” correspondiente al ejercicio de la Pág. 169, en el cual el autor utiliza libremente los mayismos:

Un perrito medio chel

de pelito muy kiixpool

que bebía en un pichel

se ponía muy nojoch.

Descansando en colocché

lo miraba un gran tolok

que le dijo: -¡Oyeme peek!

dame un xix que

yo estoy poch.

El perrito dijo: -¡Má!,

no te invito estás purux

y después tendrás chocnak

y tendré que hacerte cuch.

El tolok le dijo: -¡X’lá!,

ojalá tenga cuxum

y te dé hasta tirixtá

que reviente na’k y tuch.

Dijo el perro: -¡Macachí!,

porque voy a hacerte puch

pa que diga tu chichí:

“¿Qué te hicieron

tolok?, ¡Chuch!”

Y vendrán en un Moloch

a vengar al pobre x’tup;

a querer hacerme chop

o a decirme “ponte xux”.

El tolok le dijo al peek:

-¡Macachí, cállate, sho!,

ni quería de tu shek;

además apesta ¡fo!

Y …sí es cierto, ¡estoy dzirís!

tú estás chel, pero kiixpool

y yo tengo mi mulix

que me llega hasta el bobox.

(Ya proseguiremos)

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