El general griego Epaminondas, gran político y militar, fue invitado por un rico a un banquete que dio en su honor, en Atenas. El menú abundaba en platos y delicias culinarias no acostumbradas; Epaminondas pidió alimentos rudimentarios y comunes, por lo que el anfitrión le dijo:
–¿Desprecias las delicias que para ti he preparado y pides lo que a diario tienes en tu mesa?
–Amigo, agradezco tu defer="true"encia, pero no quiero olvidar en tu casa cómo vivo en la mía –respondió.
