Yucatán

Rotundo y magnífico éxito de la OSY

Víctor Salas

Puedo parecer chocante y crear animadversión hacia mi persona por las cosas que digo, pero sé que tengo la certeza de los equivocados. Dije con anterioridad que la OSY debería abocarse a un repertorio más actual, atender obras de creadores yucatecos y mexicanos y, tomar estratégica y prudente distancia de la “grandeza e importancia” de los siglos XVIII y XIX, saturados de genios irrepetibles, de seres inigualables en lo relativo al sinfonismo. La grandeza en la dirección orquestal del orbe en el siglo XXI, ya la hay, Gergiev o Dudamel, por citar lo obvio. Ellos ya llegaron; otros difícilmente alcanzarán la meta. ¿Qué les queda? Buscar una ruta propia, basada en la identidad y cultura vernácula. Toledo (+), el pintor oaxaqueño, otra muestra evidente.

¿Por qué esa introducción tan larga? Porque anoche, en el primer concierto de la actual temporada de la OSY, el Teatro Peón Contreras, estuvo lleno como pocas veces lo está. Fueron ocupadas todas las localidades de la galería y los palcos de cada nivel lucían llenos en toda su capacidad instalada. Hubo fervor y entusiasmo meridano ante la agrupación musical calificada, oficialmente, de “Nuestra Orquesta”. ¿Entusiasmo popular espontáneo ese desbordamiento ante un concierto normal y habitual? Por supuesto que la razón estriba en el repertorio y la actualidad de las obras interpretadas el viernes 6 de septiembre, en un programa que pretende sumarse al nacionalismo identificado con “Septiembre, mes de la Patria”.

Como aditivo especial, la presencia del artista y guitarrista yucateco Cecilio Perera.

Previo al concierto, la Presidenta del Patronato OSY, Margarita Molina, leyó unas palabras de bienvenida que resultaron un pretexto para agradecer al gobierno su apoyo, gratitud que resulta paradójica, porque antes, cuando Rolando Bello, jamás escuché que lo hiciera y tampoco lo hace con la verdadera arquitecta del apoyo millonario a la orquesta que es la ex gobernadora Ortega Pacheco. El compromiso económico ya estaba hecho y al gobernador Vila lo único que le corresponde es continuar generosamente, como lo hace, con esa responsabilidad. Por allá, su texto dio otros agradecimientos que deben haber resultado un desaguisado a la audiencia que nadie regaló un aplauso, más que los de cortesía, al finalizar la lectura de la señora Molina Zaldívar.

Al éxito rotundo y magnífico del concierto del fin de semana contribuyeron la presencia en el Peón Contreras del compositor Alejandro Basulto (de quien no se brinda un solo dato personal como sí se hace con los demás), el gran guitarrista yucateco Cecilio Perera, el compositor afincado en Yucatán, Javier Alvarez. También contribuyó el repertorio, encabezándolo obras de José Pablo Moncayo, Arturo Márquez, Javier Alvarez y Alejandro Basulto.

Inició el programa con Sinfonieta (¿por qué no Tierra de Temporal, también de Moncayo) y concluyó con el Huapango del mismo autor, que agita el espíritu nacionalista y asegura larga ovación como cereza del pastel en el concierto. De inmediato tuvimos la presencia de dos yucatecos unidos en la composición y la ejecución. Cecilio Perera interpretando “Jig vatiations”, de Alejandro Basulto. La obra de este último tendría la virtud de sonar muy bien sin la guitarra y hacerlo de manera exquisita con ella, que siempre despierta asombro porque para hacerla sonar de manera brillante se necesita de falanges deicas, como los de Perera, quien al finalizar su interpretación fue muy aplaudido y debido a esos aplausos regaló otra intervención basada en un arreglo que le hizo a la Mestiza de Chan Cil, misma que desató una ovación mayúscula y una amplia sonrisa del guitarrista que ha declarado que esta pieza la incluye en conciertos que ejecuta en Europa. La verdad sea dicha, el arreglo le quedó muy bien, con enorme fuerza rítmica y sonoridades momentáneas muy peculiares y atinadas para las modificaciones realizadas a la guaracha original.

Arturo Márquez hasta nació en el mismo pueblo sonorense que María Félix, Alamos, Sonora. De este jocongoso compositor se interpretó el Danzón No. 8, de 2004. O sea, es tan quinceañero como la propia OSY, y fue recibido con la enorme alegría que produce, una ovación.

Dice el compositor Javier Alvarez que le interesa que su “música genere un impacto en quien la escucha, que signifique algo para ese auditorio ideal que uno se imagina”.

Su obra, Y la máquina va, es una nube veloz o es un conjunto de ellas que se estacionan para darnos diferentes formas que sólo puede interpretar de manera correcta la imaginación, al darle forma de montañas sin verdes, pero de consistencia volátil, de transformación rauda en el vuelo de un elefante daliniano o la pompa sonora de un conjunto musical que surge en medio de un desierto.

En su conjunto, la programación y la reunión de todos los aspectos que he señalado nos hicieron, la noche intrínseca, inmensamente feliz.