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Yucatán

Los Pórticos Coloniales de la Ciudad de Mérida

Roger Aguilar Cachón

Testigos de nuestra historia

Cuando llegó a su término la conquista y colonización en nuestras tierras, los españoles comenzaron a edificar en puntos estratégicos de la ciudad grandes edificios, iglesias, conventos y casas particulares para dar albergue a las familias de los soldados que habían llegado a nuestra ciudad con el conquistador Francisco de Montejo “El Mozo”. Algunos de los soldados obtuvieron alguna merced real para poder establecer en poblaciones cercanas a la ciudad, algunas estancias, que en el futuro se transformarían en las grandes y productivas haciendas en Yucatán.

La sensibilidad de las manos indígenas se vio plasmada en las construcciones, ya que gracias a su habilidad en el trabajo con la piedra tuvieron la oportunidad de trabajar con algunos de los españoles asentados en la ciudad y laboraron en la edificación de sus casas y en los pórticos de las mismas. Muchos fueron los pórticos labrados en la ciudad, mismos que con el paso del tiempo algunos se trasladaron a otros lugares y otros más desaparecieron de la vista pública y es probable que hayan quedado en manos de particulares.

En pleno corazón de nuestra ciudad se construyó la bella Casa de Montejo, misma que es poseedora de un gran pórtico, consta de dos partes, supuestamente construida en épocas distintas por manos indígenas bajo el mando de algún arquitecto europeo. La parte inferior muestra un estilo plateresco, con un gusto refinado, mismo que contrasta con la seriedad del estilo gótico en su parte superior. Posee un escudo de armas bellamente labrado en piedra que es custodiado por dos personajes. El escudo se encuentra dividido en cuatro partes, cada una con los elementos distintivos de la familia Montejo. Adornan el pórtico retratos en piedra del conquistador, esposa e hijo.

Otro pórtico de singular belleza es el que perteneció al edificio que albergaba el café La Balsa (65 entre 58 y 60), que constaba de un cuerpo de dos pilastras compuestas de dos columnas, acantonadas, estriadas y anilladas. El anillado que ornamenta el fuste de las columnas da un aspecto de antigüedad. El anillo es un símbolo que determina la vida cíclica de las personas.

El Seminario de San Ildefonso (58 entre 61 y 63) era un edificio de dos plantas. En la parte superior se puede apreciar una ventana que se encuentra flanqueada por dos nichos en donde figuran San Ildefonso y la Virgen del Rosario. La característica de estas figuras es su tamaño normal. Sobre la ventana se aprecia un remate en forma triangular aperaltado que da sencillez y elegancia al conjunto.

Otro de los pórticos que destacan por su ornamentación elegante y detallada y que representa características barrocas (única en la ciudad), es el que perteneció a la Panadería “El Centenario”, ornamentada en su totalidad por roleos, éstos cubren todo el cuerpo del pórtico y van tomando forma de la letra E invertida y cursivas. Se menciona que en su elaboración se trató de imitar la fachada de la Iglesia de la Tercera Orden. Los relieves de las pilastras se encuentran acordonados con figuras de esferas ligadas por una cadena. Los basamentos se encuentran ricamente ornamentados. El dintel luce dos pámpanos y hojas de palma que representa la victoria. Una rosa castellana formada por siete pétalos, símbolos de las direcciones del espacio, de los días de la semana y los grados de la perfección.

Otro pórtico de gran belleza estuvo ubicado en la esquina de la calle 66 x 67, conocido como el Matadero Viejo, con el paso del tiempo logró sobrevivir, hasta que fue situado en una de las entradas del Parque del Centenario (Zoológico). Este viejo pórtico consta de tres partes, en la parte superior se aprecia el escudo de Mérida concedido por Felipe III, el 18 de agosto de 1618. La parte de abajo la constituye una placa con leyenda y el cuerpo de dos pilastras sostienen el dintel.

Otro pórtico que llama la atención por poseer el escudo de armas de una familia, el conocido como Pórtico Blasón de los Cárdenas (62 x 63 y 65). Está formado por dos pilastras que carecen de adornos y sostienen un dintel en donde se aprecia el escudo dividido en cuatro partes semejando una cruz. También lo conforma un yelmo que es indicativo de nobleza de la familia. En el escudo se puede observar en un cuartel, animales (osos cárdenos en posición de ataque o rampantes), con un Sol al fondo. En la sección izquierda se observa una flor de lis que se encuentra como una cruz florenzada, en la sección inferior derecha cinco besantes y en la izquierda un lobo sedente apoyado en un árbol de encino.

Sin lugar a dudas habrá más pórticos en donde se encuentra una parte de nuestra historia, ya que las grandes casas no sólo se construyeron en el primer cuadro de la ciudad sino que se extendió a lo largo de los principales barrios que conforman nuestra ciudad.

En estas fechas dedicadas a la fundación de nuestra ciudad, es el momento propicio (aunque se puede hacer durante todo el año) para salir de nuestras casas, hacer a un lado la rutina diaria y acercarnos al primer cuadro de nuestra ciudad, caminando solo o en familia, levantemos la mirada y miremos y admiremos a los testigos que aún siguen de pie, testigos de piedra que si pudiesen hablar, nos darían una nueva versión de nuestra historia y cultura.

Caminemos a cualquier hora (hay que aprovechar estas fechas que hay un poco de fresco por la mañana y noche) y adentrémonos a los lugares que de común no visitamos o pasamos de largo y es muy probable que encuentren más pórticos de los que detallamos en la presente nota.

Las grandes casonas resguardan nuestra cultura, no esperemos que el paso de los años haga que se pierdan estas joyas de nuestra Mérida. Desde esta tribuna, se invita a mis caros y caras lectoras a conocer nuestra ciudad, para aprender y 1

enorgullecernos de ser parte de ella.

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