Yucatán

Cristóbal León Campos

La vida es un instante que se prolonga mientras dura en la memoria, el recuerdo es vida entretanto evoca en los sentidos la presencia, es tan fugaz, es tan perpetuo, es todo y es nada, la vida se marcha sin que seamos del todo conscientes, quizás morimos a pedazos, quizás partes de nosotros van quedando como huellas en la arena, se borran con cada ola, se dibujan a cada paso. ¿Cómo puede ser tan fugaz lo eterno? ¿Cómo acaba lo que apenas inicia? La vida es un instante que prolongamos para nunca dejar de existir.

¿Es de verdad la vida un instante? ¿Cuánto dura la alegría? ¿Cuánto dura la tristeza? ¿La condición humana nos hace medir el tiempo? Hemos inventado el tiempo para medir todo, pero al medir dejamos de sentir. ¿Por qué esa manía de registrar todo con las manijas cuando los sentidos se registran con latidos? Los relojes de arena contienen la existencia en sus paredes como redes melancólicas que ven deslizarse los segundos, las caricias se desvanecen del recuerdo aunque la piel las resguarde para siempre, la neblina no oculta el brillo que provoca una sonrisa. ¿Qué miramos en la ausencia si los cuerpos no saben olvidarse? Estas noches de Luna nos hacen recordar el frenesí de la vida. ¿Acaso el viento transporta los suspiros? En el mar de sueños se ahogan los recuerdos si dejamos que la barca encalle en los miedos, la vida es el instante mismo del ahora.

El instante de la vida se nos escapa si perdemos de vista nuestro sendero, hay caminos particulares que debemos andar en soledad, hay caminos comunes que andamos junto a otros, perpetuar lo fugaz es una forma de vivir, pero también de morir, morimos viviendo y así debe ser, porque morir sin vivir es la agonía inútil de un verano invernal, el placer de la vida radica en la vida misma, saber reconocerlo es la enseñanza de muchos instantes. Perder el placer de vivir para dar lugar a la arquitectura de la agonía es uno de los elementos que pareciera propio de la condición humana, sin embargo, en realidad nos han condicionado al sufrimiento, lo hemos interiorizado e inconscientemente lo reproducimos, al grado de que somos nosotros mismos los primeros en condenarnos porque sentimos culpa por ser felices. La felicidad parece estar prohibida en este mundo tan fugaz. A veces hacemos del instante un dolor continuo, los espíritus mueren cuando dejan de cultivar los sueños, vivimos en el instante mismo de soñar.

Hay instantes tan vivos que aún erizan la piel al evocarse, sentir la fuerza de los actos en la memoria es la perfecta recreación de nuestra historia, pétalos bajo la cruz, rezos a la Luna, evocar los instantes es dar vida al tiempo. ¿Qué es el tiempo? ¿Cómo hacer tangible lo que hoy conforma la memoria? En la arena los relojes dan la hora, el ahora es tiempo sin segundos, palpamos la neblina con los dedos dibujando las siluetas, las formas de la vida se destruyen y recrean al instante. ¿Qué poseemos si todo en el aire se desviste de su manto material? Cada ola limpia la arena, cada ola trae una botella del mar, mensajes perdidos que encuentran su destino en las manos nunca soñadas. ¿Si no hay casualidades entonces cómo es que existimos? Es tan material el instante como lo es el tiempo, en el tiempo habitamos a pesar de que nos empeñemos en ser instante.

La pasión es un instante, la pasión es vida, en ella radica el aroma de existir, no hay vida sin pasión, entre los dedos se desvanece la neblina como arena cuando dejamos de sentir, los días transcurren en el tiempo, pero la memoria se mantiene en los cuerpos, cada día debe ser un apasionado reflejo de los sueños. ¿Acaso hay vida sin sueños? Los sueños son la expresión de la vida, estrellas que marcan los rumbos en el desierto íntimo del nosotros, negar la pasión es negar la vida, el tiempo marca en las agujas el deseo, segundos, instantes, calcina el recuerdo vivo los cuerpos en la arena, la neblina es un manto en el día sin olas. ¿Cómo hablar de la vida sin sentir la pasión que nos cubre? ¿Cómo vivir sin el impulso apasionado de los sueños? Tiempo que en instantes se hace vida, sueños de arena que viven apasionados en las manos, lo fugaz es eterno porque es la pasión de cada instante que vivimos.

Prolongamos la vida a cada instante, pasión evocada en actos nuevos, todo es fugaz, todo es arena en el tiempo, las huellas de una vida se inscriben en la neblina del recuerdo, instantes, solamente instantes, el perfume de las rosas desviste las caricias arrinconadas en los dedos, sentimos lo que amamos, amamos con cada sentido, el instante de vivir es la pasión sin tiempo, no hay reloj que pueda marcar los perpetuos segundos de la sonrisa, solamente podemos prolongar la vida en cada instante.