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Pilar Faller Menéndez

¿Qué es la suerte? La suerte es claramente un estado mental y, desde el punto de vista científico, el psicólogo experimental Richard Wiseman creó un “laboratorio de la suerte” en la Universidad de Hertfordshire en Inglaterra.

El experimento que realizó Wiseman, fue el de tratar de comprobar cuántas personas de las que creen tener suerte tienen mayores posibilidades reales de sacarse la lotería, para lo cual reclutó a 700 personas que compran billetes de lotería, a las cuales les aplicó un cuestionario de la suerte, que consistía en una escala de autocalificación que medía si ellos se consideraban con suerte o no. Las personas que se decían afortunadas presentaban el doble de confianza de que se sacarían la lotería, pero lo cierto fue que no hubo diferencia alguna.

Posteriormente, Wiseman proporcionó a los sujetos una escala estandarizada la cual mide la “satisfacción con la vida” y pidió a los participantes que calificaran la satisfacción que sentían en su vida familiar y personal, su situación financiera así como su salud y carrera profesional.

Los resultados fueron verdaderamente asombrosos, ya que las personas “suertudas” se sienten mucho más satisfechas en todos los aspectos de su vida, que aquellas personas que se consideran sin suerte o son neutrales. Ese estado de satisfacción en la mente puede traducirse en resultados reales de la vida de quienes pueden llamarse afortunados. Por lo que Wiseman concluyó que esta conciencia de satisfacción realmente aporta mayores logros en la vida.

En su estudio Wiseman estudió una escala de personalidad a la que llamó los “cinco grandes” la cual medía qué tan agradables eran, qué tan conscientes eran, qué tan extrovertidos eran, qué tan neuróticos eran y qué tan abiertos eran.

Al finalizar la medición de esta escala, no hubo diferencia entre los llamados “suertudos” y los que no lo eran, en referencia a si eran agradables y conscientes, pero se encontraron grandes diferencias en lo que respectaba a la extroversión, neurosis y apertura.

Las personas afortunadas tienen puntuaciones significativamente superiores en relación a los que dicen no tener suerte y según Wiseman, esto eleva en gran parte la probabilidad de que los llamados “suertudos” tengan un encuentro venturoso, ya que al conocer a tanta gente, se mantienen en contacto con las personas. También sonríen y tienen contacto visual más frecuentemente, que aquellos que se consideran sin suerte, por lo que sus encuentros sociales generan más oportunidades. La gente que se considera con suerte siempre espera que les pasen cosas buenas.

En lo que se refiere a la neurosis que es la que mide el grado de angustia o relajación de las personas, Wiseman descubrió que las personas afortunadas tienen niveles de angustia un 50% menos de quienes no tienen suerte. Lo cual demuestra que las personas afortunadas tienen una tendencia a estar más relajadas que las demás, y esto es de gran ayuda en las probabilidades de detectar cuándo surgen oportunidades, aunque no las estén esperando.

Wiseman realizó otro experimento en el que les pidió a algunos voluntarios que contaran el número de fotografías que aparecían en un periódico. Los llamados afortunados pudieron observar un anuncio que se encontraba en la página 2 que era de media plana y con grandes letras en negrita que decía: “Deje de contar, hay 43 fotografías en este periódico”. Wiseman llegó a la conclusión que la conciencia de satisfacción produce mayores logros en la vida.

Otro descubrimiento que hizo, es que las personas afortunadas obtienen puntuaciones superiores a los demás en comparación con las personas que no tienen suerte, ya que se encuentran abiertas a nuevas experiencias en la vida y no se sienten atados a las convenciones, además de gustarles la noción de lo impredecible. Es por esta razón que las personas afortunadas viajan más, descubren perspectivas novedosas, y se alegran de recibir las oportunidades únicas.

La expectación desempeña un papel importante en la suerte, ya que las personas afortunadas esperan que les sucedan cosas buenas, así que cuando esto sucede las acogen con gusto. Cuando se enfrentan a la adversidad, convierten éstos eventos desafortunados en buena suerte. Un ejemplo es el del científico Stephen W. Hawking, una de las personas que soportó mayores adversidades en la historia escribió: “Tuve la suerte de haber elegido trabajar en la física teórica, porque es una de las pocas disciplinas en las que mi condición no sería una desventaja importante”.

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