Yucatán

Ariel Juárez García

Millones de hijos que ahora están en el vientre de sus madres nunca nacerán. Ninguno de ellos tendrá la oportunidad de sentir los brazos y el cariño de sus padres. No los verán ni conocerán, tampoco disfrutarán de su herencia genética y legal. Nada poseerán. Son aquellos hijos que están en el vientre de su madre y que existen sin que nadie los haya deseado. Incluso, no lo saben, pero sus padres pronto decidirán deshacerse de ellos. La ejecución de esta decisión será mediante un aborto.

¿Qué, exactamente, es un aborto? Un aborto provocado (a diferencia de un aborto accidental) es remover deliberadamente de la madre un embrión o feto en desarrollo antes de que éste pueda vivir fuera de la matriz. Embrión se le llama a la etapa de desarrollo durante los primeros dos meses de preñez; se llama feto después de eso.

El hecho de que la sociedad moderna se deshaga de criaturas no nacidas así como los obreros desechan las piezas defectuosas en una cadena de producción, es motivo de discusión y polémica.

El aborto es una de las cuestiones más candentes de esta década, y ha encendido violentos debates en los campos político, social, médico y teológico. En Estados Unidos, los grupos “pro vida” abanderan los derechos del nasciturus (el concebido, pero todavía no nacido).

Los grupos “pro elección” insisten en las prerrogativas de la libertad y el derecho de la mujer a decidir. Los unos luchan contra los otros en las elecciones, los tribunales, las iglesias y hasta en las calles. Millones de personas se ven atrapadas en esta lucha, confundidas por los argumentos apasionados de cada bando.

A causa de los juegos de palabras en los cuales se han envuelto al rendir fallos sobre el aborto, los tribunales se han puesto en ridículo en ciertos juicios criminales. Dos pistoleros dispararon hacia un auto en el cual estaba una mujer encinta. Una bala mató al feto. La mujer no recibió una herida mortal, pero los hombres recibieron sentencias que llevaban un máximo de cadena perpetua por la muerte del feto.

En otro caso, Winfield Anderson disparó contra una mujer que estaba encinta con mellizos. Los mellizos fueron sacados por medio de cesárea. Uno de ellos, herido de bala, murió después de tres horas y media; el otro murió dentro de 15 horas. La madre sobrevivió. El abogado defensor dijo que los fetos “no eran personas,” pero el juez Wingate, Jr., dictó que los fetos que murieran después de haber sido heridos por un golpe que se diera a la madre eran víctimas de asesinato. El jurado sentenció a Anderson con base en dos cargos de asesinato.

¿Sería asesinar el matar a un infante un mes después de haber nacido? ¿Sería asesinato si el nene tuviera un día de edad? ¿Un minuto de edad? A cualquier persona que quitara la vida a estos nenes podría acusársele de asesinato.

Pero, ¿qué diferencia verdadera hay entre un nene de un minuto de edad y uno al que sólo le falta un minuto para nacer? Aunque le falte un día, o una semana, o un mes o más para nacer, todavía puede nacer como humano.

La pregunta crítica es: ¿Cuándo comienza la vida? El Dr. Nathanson comentó: “Sabemos que hay vida humana allí dentro desde el mismo comienzo del embarazo.” No se puede eludir el hecho de que, desde el momento de la concepción, ha comenzado una nueva vida humana.

Además, es importante darse cuenta de que la vida no se transmite al tiempo del nacimiento, sino más bien cuando ocurre la concepción. La Encyclopædia Britannica dice que es entonces que “comienza la historia de la vida del individuo, como entidad distinta y biológica”.

Cuando el espermatozoide masculino une sus 23 cromosomas a los otros tantos del óvulo femenino se concibe una nueva vida humana. Desde este momento de la concepción tanto el sexo como otros detalles de la persona han quedado inmutablemente establecidos. El único cambio será el crecimiento que experimentará durante el período de nueve meses de embarazo.

En este sentido, el Dr. John C. Willke escribe: “El decir que usted en un tiempo fue una sola célula es declarar una realidad biológica”. De modo que, ¿comienza la vida en el momento de la concepción? Muchas personas responden que sí, y para ellas el aborto equivale siempre a asesinato.

Muchos médicos se sienten cada vez más incómodos ante esta situación. Cuando comenzaba la era del aborto en Gran Bretaña, el periódico Daily Mail citó las siguientes palabras del profesor Ian Morris: “Si estuviese ahora empezando mi carrera sabiendo lo que ahora sé en cuanto a los abortos, nunca habría escogido la ginecología”, y añadió: “Detesto esa operación. Va totalmente en contra de toda mi formación médica. El entero objetivo es salvar vidas, no llevar a cabo esta forma particular de homicidio”.

“Nunca puedo dejar de sentir repugnancia cuando miro los tejidos que he extirpado al interrumpir un embarazo. Puede que sea una gelatina, pero, al fin y al cabo, es una vida humana lo que estoy destruyendo”, declaró el Dr. Irving Morris.

La opinión popular de que el aborto no equivale realmente a matar a un niño también influye mucho. Una joven llamada Verónica dice: “No quería imaginármelo como un bebé... Leí que en la quinta semana de embarazo el feto es más pequeño que la uña del dedo meñique. Me aferré a esa idea como no pueden imaginarse. Me decía a mí misma que si sólo era del tamaño de la uña del dedo meñique, no era en realidad una criatura. Traté de no verlo como algo real a fin de poder decidirme por el aborto”.

En la revista Harper’s, Andrew Hacker hizo la siguiente observación: “En realidad, el aborto oculta un conflicto social básico, pero es uno que no estamos preparados para considerar. Se trata de las relaciones sexuales.” Para muchas personas, las relaciones sexuales son un pasatiempo muy importante. Quieren disfrutar de ellas plenamente, pero no quieren la responsabilidad de cuidar de lo que naturalmente resulta de dichas relaciones... ¡un bebé!

Muchas personas se dan de toda alma a la búsqueda de los placeres. Su empeño egoísta de disfrutar de los placeres sexuales eclipsa su respeto a la vida.

La llamada revolución sexual, con su promiscuidad y el temprano despertar del sexo entre la juventud, ha producido un gran aumento de embarazos indeseados, especialmente fuera del arreglo matrimonial. La completa solución al problema de las madres solteras es no incurrir en la fornicación con libertad. Las relaciones sexuales deben estar reservadas al único lugar donde son apropiadas... dentro de los límites del matrimonio.

Hoy día, se trata el aborto como el gran mal, y no a la fornicación y el adulterio que son los que crean el problema. No habría nacimientos ilegítimos ni ninguna necesidad para la mayoría de los abortos si las relaciones sexuales no fueran practicadas fuera del matrimonio. Así es que si el problema va a resolverse, hay que atacar la causa, la raíz, y los abortos no son la causa. Sólo es un método insatisfactorio de tratar el problema que producen… las relaciones sexuales con libertad y sin responsabilidad.