Yucatán

De casas, placas y Beatrices…

Paloma Bello

Emotiva ceremonia en la residencia de doña Beatriz Peniche de Ponce, delicada poetisa y pionera feminista. La mañana del viernes pasado convocó a una tertulia de familiares y amigos, para plasmar sobre una pared, el reconocimiento a un fragmento humano fundamental en la historia de Yucatán.

Quienes han pasado por aquella esquina de la avenida Colón 195, no han dejado de contemplar la belleza de los jardines y la exquisita arquitectura estilo colonial californiano. Pues, entre esas plantas y flores que siempre aparentan estar recién regadas, transcurrió la fiesta de admiración y afecto por la memoria de tan distinguida dama.

Como si fuera invocación de Beatrices, formaron ramillete: su nieta, que actualmente habita la casa, Beatriz Luján Ponce de Ríos; su bisnieta Beatriz Ríos Luján, su tataranieta Beatriz Alcocer Ríos y su sobrina-nieta Beatriz Zavala Peniche.

Con muchas atenciones hacia los invitados, sus bisnietos María Isabel Ríos de Moguel, Milí de Lourdes, Rafael, María Cristina y Lucía Luján Ríos-Covián, y sus tataranietas María Isabel y Victoria Moguel Ríos, así como doña Milí de Lourdes Ríos-Covián Patrón de Luján, manifestaron sentirse honrados por la importancia de su familiar antepasado.

El espíritu de Beatriz Peniche Barrera se puso de manifiesto en la sencillez del evento de imposición de placa a la casa donde vivió y falleció, acto respaldado por el Patronato Pro Historia Peninsular de Yucatán, el Ayuntamiento de Mérida y la empresa Mayakat. También, atestiguaron el acto representantes del gobierno del Estado y del Municipio, escritores, artistas, intelectuales y numerosas personas de la sociedad.

Una armonía plena flotó en el aire, confundida con el aroma de las flores, quizá en recuerdo a la fragancia de azahares que exhalaba el pañuelo de doña Betty cuando transcurría por el corredor de su casa, según nuestras memorias adolescentes.

Los asistentes coincidieron en compartir anécdotas, en todo momento enaltecedoras, de sus conversaciones con la protagonista del día, en diferentes épocas de su vida. Se evocó también la figura de su esposo, el arquitecto Miguel Ponce Casares, varón adelantado a su tiempo, pues sin su comprensión y estímulo, probablemente la carrera política de doña Beatriz no hubiese despuntado con el mismo éxito. Igualmente se recordó a la hija de ambos, Yolanda, artista plástica de notable categoría.

Lámpara encendida, título de su libro de poemas cuya edición le fue obsequiada por Delta Cuevas y Milo Lamk, sugiere para siempre la presencia espiritual de Beatriz Peniche de Ponce en los ámbitos de la poesía, del periodismo y de las luchas sociales de nuestro Estado, como una luz que alumbró su siglo y sigue alumbrando el siglo nuestro.