En la homilía de la Misa Episcopal para el Año Nuevo, oficiada ayer en la Santa Iglesia Catedral en el marco de la Solemnidad de Santa María, Madre de Dios, el Obispo Auxiliar Pedro Mena Díaz hizo un llamado a no olvidar la búsqueda de la prosperidad espiritual, porque en estas fechas se repite mucho la frase “Próspero Año Nuevo”, pero se refiere exclusivamente a lo material.
Explicó que si no progresamos en la fe, si no progresamos en la esperanza, si no progresamos en la caridad, en la fraternidad, en la solidaridad, en el servicio, y nos preocupa solamente progresar en lo material, es que no hemos comprendido el evangelio.
Y se refirió también a la necesidad de valorar a la mujer, pues el mismo Dios ha querido valerse de una mujer, María, para traernos la Salvación, lo que nos va invitando precisamente al respeto y a la promoción de la mujer, a darle el espacio que necesita en la sociedad, y eso permitirá, sin duda, que haya menos guerras, porque ella es la que más sufre una gran violencia.
Igualmente recordó que el Papa nos ha pedido que oremos intensamente por la Paz. Lo planteó así:
–Hermanos, vamos a disponernos a vivir nuestra Eucaristía en este primer día del año 2020. Acudimos a la Madre de Dios. Por medio de ella nos vino la salvación, por medio de ella podrán lograr los deseos que guardamos en nuestro corazón para nuestro mundo, para nuestra patria, para nuestro Yucatán, para nuestras familias, para nuestra Iglesia. Pedimos por la paz del mundo, esa paz que tanto estamos anhelando en todas partes. Con estas intenciones nos disponemos reconociendo con humildad nuestros pecados.
Año 2020, feliz Navidad y próspero Año Nuevo es el saludo más común que escuchamos en estos tiempos.
Próspero año
Estamos en estos tiempos viviendo como cada año para conmemorar la llegada del Salvador, la llegada de Jesucristo, como nos indica hoy San Pablo. Y este saludo común de feliz Navidad y próspero Año Nuevo, cuando llega este día del primero de enero, me viene a mi mente la pregunta, me viene el recuerdo del año anterior, cuando iniciamos el año 2019 y teníamos propósitos.
La palabra próspero Año Nuevo invitaba a pensar: ¿En qué he prosperado, en qué he prosperado en mi vida? Ciertamente que para un servidor no busco prosperar en lo económico, en lo material, en las posesiones, sino que busco prosperar en la fe, en la esperanza, en la caridad. En el compromiso, en el ser cada vez más disponible para el servicio. Creo que ese es el verdadero sentido que nosotros como creyentes debemos de darle a ese saludo, pues por la presencia del Salvador nos llega la felicidad. Y el Salvador con sus gracias nos invita a ir progresando.
Progresando en eso que somos, que nos lo indica también San Pablo: Somos hijos en el Hijo y se nos ha dado la gracia de vivir como hijos de Dios, por lo cual podemos nosotros decirle a nuestro Dios Padre. Y no sólo Padre, sino también la expresión Apá, Papito Lindo, te quiero mucho. Es una expresión tradicional hacia Dios. Así bien nos podemos dirigir a Él.
Meditando en eso, uno dice: Verdaderamente si no progresamos en la fe, si no progresamos en la esperanza, en la caridad, en la fraternidad, en la solidaridad, en el servicio, es que no hemos comprendido esa presencia amorosa de Dios que nos ha traído, Jesucristo por medio de la Santísima Virgen María.
Misma mirada
Quisiéramos haber logrado tener la misma mirada con la que los pastores llegaron a la cueva de Belén, y contemplaron aquel cuadro, aquella madre con su hijo en brazos, y regresaron hablando maravillas de lo que contemplaban. La misma Virgen María se quedaba extasiada de lo que habían descubierto en su hijo y en ella. Habían descubierto esa presencia amorosa de Dios que ha venido, pues, a salvarnos y que se ha hecho uno de nosotros de una manera sencillísima para tener precisamente acceso a ese amor, a esa misericordia de Dios. Por eso recalcaba el Santo Padre en su documento de signo admirable que estas fiestas, el pesebre, nuestros adornos, deben invitar a contemplar, porque de esa contemplación vendrá esa experiencia de Dios en nuestra vida que nos lleve precisamente a progresar como verdaderos hijos de Dios.
Lo que nos lleva a la guerra
Así que ese tiene que ser uno de los deseos de este nuevo año. Este mundo que quiere progresar en lo material, pero que por no progresar en lo espiritual, vamos contemplando tristemente las escenas de guerra. El Papa nos ha pedido que oremos intensamente en este día dedicado a hacer oración por la paz. Una paz que debe llegar a todos los pueblos de la Tierra. Porque son muchos los que están sufriendo las consecuencias de la guerra en este día en este mundo moderno que nos ha tocado vivir en este tercer milenio, el hombre no ha terminado de contemplar que Dios está presente en medio de nosotros. No tiene la mirada espiritual, solamente tiene la mirada material.
Tener la actitud de la Madre de Dios
Por eso nosotros los creyentes tenemos que pedirle al Señor que lejos de nosotros esté la mirada material, y que tengamos la mirada espiritual, y que tengamos la actitud de la Madre de Dios, de María, que contemplaba las cosas y las anidaba en su corazón. Cada una de las cosas que fue viendo la Virgen María las meditaba y las contemplaba en su corazón. Es la actitud del verdadero creyente, para actuar en consecuencia de la voluntad de Dios, de lo que Dios nos está pidiendo en cada día.
En la misa de medianoche en San Pedro, el Papa le ha dado un gran espacio a meditar sobre una de las cosas que nos va a ayudar a vivir en verdadera paz y en verdadero progreso espiritual en nuestras vidas, y es sobre la mujer, a quienes felicitamos.
Decía el Papa, porque en una mujer, nacido de mujer, vino el Salvador del mundo, es la creatura más tierna. Toda mujer. Pues hace referencia a la Santísima Virgen María. Y va hablando entonces el Papa en toda su homilía de ayer en San Pedro de esa necesidad que tenemos de valorar la presencia de la mujer. Como el mismo Dios ha querido valerse de la mujer para traernos la Salvación. Lo que nos va invitando precisamente al respeto y a la promoción y a darle el espacio a las mujeres para que se vayan viendo como una sola familia en nuestro mundo. Por eso hoy a la Madre de Dios le pedimos que les alcance la gracia a todas las mujeres para que vivan ese papel importantísimo, no sólo como mujeres creyentes que son las que han transmitido más consistentemente la fe hacia los hijos, sino como estas mujeres que van ayudando a la verdadera convivencia en los hogares y a la verdadera convivencia en la sociedad. El Papa lo pone como una de las cosas que si lo valoramos bien, tendremos una mejor sociedad, un mejor mundo. Habrá menos guerras si se respeta a la mujer. Es la que sufre muchas veces una gran violencia.
Valorar a los hermanos
Es el verdadero progreso espiritual el que nos va a ayudar a valorar a cada persona con la que yo me encuentre en el camino. A cada persona para poder decir: Es creatura, también ella es creatura de Dios. Y si nosotros vamos valorando y tenemos esa mirada viviremos como verdaderos hermanos. Vendrá el respeto, la solidaridad, vendrá el deseo de vivir en verdadera comunión, que es la que va a hacer que por una parte se crea verdaderamente en Dios, y por otra parte que tengamos el ambiente necesario para vivir con verdadera paz en nuestro mundo. Que así sea.
Hay que señalar que estuvo también como celebrante de la misa con el Obispo el diácono Alberto Buenfil.
(Roberto López Méndez)