Las autoridades y los centros de investigación deberían incrementar el presupuesto a programas de detección oportuna y de investigación del “Mal de Chagas”, ya que en la actualidad es elevada la tasa de contagio de madres a bebés, dijo el científico Yves Carlier.
En Yucatán, los casos de “Mal de Chagas” ocurren con mayor frecuencia en la zona rural donde la gente recoge leña y realiza actividades agropecuarias, debido a que hay numerosos animales portadores del parásito Trypanosoma cruzi.
El “Mal de Chagas” afecta principalmente el corazón y el sistema digestivo, entre otros órganos de la persona infectada; al no presentar síntomas, dijo el especialista, es importante que las mujeres en edad fértil o embarazadas accedan al estudio de diagnostico y prevención.
El profesor de la Universidad Libre de Bruselas, en Bélgica, dijo que la enfermedad está presente en 21 países de América Latina y se estima que 1 millón 125 mil mujeres en edad fértil están infectadas con el Trypanosoma cruzi.
La incidencia del Chagas congénito podría ser de hasta 8 mil 668 casos por año, por lo que se considera que la tasa de transmisión de madre a hijo es de 4.7 por ciento; esto generaría que de forma anual se le practique a entre 158 mil y 214 mil bebés una prueba de detección, principalmente a la población de lugares como Argentina, Bolivia, Brasil y México.
“Enfermedad silenciosa”
Yves Carlier explicó que la estimación de madres contagiadas de la “enfermedad silenciosa” es de 36 mil 800, por eso es importante se incrementen las labores de prevención, atención e investigación sobre este mal.
“El cinco por ciento de las madres infectadas puede transmitirle a sus bebés la enfermedad, en estos casos hacemos estudios de diagnostico y de confirmarse empezamos los tratamientos, si se hace de forma oportuna, podemos curar en un ciento por ciento al menor, por eso es importante la creación de estos programas”, señaló.
Dijo que México es el país con menos estudios al respecto, puesto que gran parte de las estadísticas se han obtenido gracias a investigaciones de equipos extranjeros, por lo que urgió a que se incrementen los presupuestos para que también se puedan actualizar las estadísticas de manera constante.
Sin embargo, en Yucatán, la Unidad del Centro de Investigaciones y Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional tiene especialistas investigando en el tema. Carlos Ibarra Cerdeña, investigador del Cinvestav Unidad Mérida, se ha enfocado en estudiar las interacciones entre los vectores que trasmiten el parásito (como la chinche besucona), los mamíferos silvestres o domésticos que actúan como reservorios del parásito y las prácticas socioculturales de algunas comunidades de la Península de Yucatán.
El objetivo del estudio es conocer la magnitud del riesgo en el que están las comunidades indígenas mayas y sus factores más importantes, con el fin de diseñar estrategias eficaces de control para eliminar algunos de los componentes (de exposición y vulnerabilidad), que influyen en la epidemiología de la enfermedad de Chagas.
Campesinos, expuestos
El investigador ha encontrado que los campesinos de las áreas rurales de Yucatán están expuestos a la picadura de los insectos infectados con Trypanosoma cruzi, al cazar, recolectar leña o cuidar sus parcelas durante la noche. Información útil en el desarrollo de medidas de prevención, mismas que pueden aplicarse a otras poblaciones rurales del país.
El insecto, que puede alimentarse de la sangre de mamíferos silvestres o domésticos, también se alimenta del humano y mientras lo hace deposita sus heces; en ellas se aloja el parásito. La picadura genera una reacción alérgica y al rascarse, en la piel del afectado se producen laceraciones, de esta manera el patógeno puede entrar al organismo.
“Aunque los habitantes de las comunidades mayas conocen a los vectores y su conducta, desconocen el riesgo provocado por el contacto con los insectos, ya que no tienen información de la presencia del parásito y las consecuencias de la infección; por lo tanto, es necesario educar a las poblaciones acerca del peligro que conllevan las picaduras de las chinches, en especial porque la enfermedad de Chagas es crónica y sus síntomas más graves (daño en el aparato digestivo, insuficiencia cardiaca que puede desembocar en la muerte), se manifiestan después de 20 o 30 años a partir del contagio”, dijo Ibarra Cerdeña.
Acerca de su metodología, el investigador integra diferentes aproximaciones para la generación de datos, ya se ha realizando experimentos conductuales de los insectos, estudios de las poblaciones de reservorios silvestres, de la dinámica de infección natural en vectores y mamíferos, y estudios cualitativos con los pobladores a partir de entrevistas o cuestionarios.
Esto último para conocer si sus actividades están relacionadas con el uso de la selva o de los sitios agrícolas, de modo que es posible establecer el grado de exposición a las picaduras de la llamada chinche besucona o “pic”, como se le conoce en Yucatán.
A fin de complementar esta información también trabaja en identificar los patrones de distribución de los parásitos en diferentes ambientes. Para ello el integrante del Sistema Nacional de Investigadores mapea la ubicación actual de los vectores, y utilizando algoritmos computacionales puede pronosticar en dónde estarán éstos o el parásito en caso de cambios ambientales, por ejemplo, ante escenarios de cambio climático.
Advertencia
Lo anterior porque, a futuro, los vectores (en este caso las chinches) podrían aumentar su distribución hacia el Norte o a zonas que eran frías y en donde anteriormente no sobrevivían, lo que se puede traducir en el incremento de la frecuencia de transmisión del parásito.
Los modelos de distribución de Ibarra Cerdeña se basan en los datos de las coordenadas en las cuales se han colectado los parásitos o los animales infectados. Con esta información también se pueden estudiar las relaciones entre los individuos contagiados (entre ellos roedores, perros, gatos, murciélagos) con las condiciones climáticas que le permiten a su especie obtener sus recursos y sobrevivir en ese ambiente.
“Esto es relevante porque existen reportes de por lo menos 180 especies de mamíferos en los cuales se ha registrado la presencia de Trypanosoma cruzi. Así, a partir de conocer mejor esta enfermedad y sus variables (parásito, vectores, reservorios y ambientes) es posible establecer estrategias para controlar la trasmisión”, finalizó Ibarra Cerdeña.
(Rafael Gómez Chi)