Yucatán

Antigua y temible leyenda de la X-Ek´uneil

TEMOZON, Yucatán, 17 de enero.- El octogenario Andrés Ciau Canché, reconocido campesino de toda la vida, maya-hablante oriundo de esta villa, narra la antigua y temible leyenda de la X-Ekuneil, una serpiente de cola negra que se alimenta de la leche materna de las señoras que acaban de tener a su bebé.

Dice para el rotativo POR ESTO!: “Hace muchos años, mi papá el señor Antonino Ciau, me contaba sobre la existencia de una serpiente a la que llaman X-Ekuneil, que vive en el monte, pero no se aleja del pueblo, durante las noches busca con su olfato la leche de las señoras que acaban de tener a su bebé, para alimentarse”.

El abuelo Ciau Canché continua su narración: “Cuando la mujer está dormida, la serpiente aprovecha meter las dos puntas de su cola, a la nariz de la recién parida y de inmediato, como obra de magia, la pobre mujer cae en un profundo sueño. Mientras la mujer duerme, la serpiente le chupa la leche de los pechos. Para que el bebé no llore, la maliciosa X-ekuneil le da las puntas de su cola para que las chupe y no despierte.

“Se dice que víbora puede medir de 1 a 2 hasta metros, con una piel en diversos tonos de gris y la cola de dos puntas.

“Eran rápidas para subir a los árboles, y así de rama en rama, llegaba hasta el techo o los horcones y los bajareques de la casa, donde buscaba una manera de poder entrar”.

Continuó: “Se dice que se alimentaba lentamente y lo hace de forma tan suave que la mujer no nota absolutamente nada, conforme pasaban los días la madre e hijo se iban debilitando, hasta llegar a una desnutrición severa, ya que el animal no dejaba de alimentarse hasta dejar secos ambos pechos de la mujer y de este modo no quedaba nada de leche para el pobre recién nacido.

“El niño, cada vez estaba más delgado y hambriento, a pesar que aparentemente se alimentaba del pecho materno. Si la serpiente no es atrapada en el acto, la madre e hijo morían de desnutrición y la culebra huía bien alimentada para continuar sus maldades.

“Por eso antiguamente cuando había bebé, se cerraban perfectamente todos los agujeros o rendijas donde se puede colar la culebra y las mujeres de mayor edad se turnan para vigilar a cada rato a la recién parida.

“También se decía que los campesinos ponían cenizos alrededor de la casa, para poder ver el rastro que dejaba la serpiente y así, poderla seguir hasta su nido y matarla”, concluyó.

(Federico Osorio