Yucatán

El legado de Judith

Enrique Martín Briceño*

Al cumplirse un siglo del natalicio de Judith Pérez Romero (Mérida, 1920-2016), quiero referirme a lo que la pianista, cantante, directora y compositora ha dejado a la posteridad, una posteridad de la que formamos parte y que depende también de nosotros, es decir, de lo que hagamos por conservar y difundir su legado. Ya se han recordado los principales hitos de la trayectoria de la intérprete, que abarcó desde los años treinta del siglo pasado hasta los primeros de este siglo XXI. A este respecto sólo quisiera reiterar que Judith es la principal figura femenina de la canción yucateca, un ámbito en el que predominan los hombres, sí, pero que ella contribuyó a abrir a las mujeres.

Es evidente que, tratándose ante todo de una ejecutante, el principal aspecto del legado de Judith se encuentra en su música, plasmada en una docena de fonogramas. Estas grabaciones, realizadas con el conjunto Lira de Oro, Las Rosas Meridanas, Momy Rejón y Las Maya Internacional, son originalmente análogas –con excepción de los dos discos compactos de este grupo que la UADY produjo en 1994–, pero Judith se preocupó por digitalizarlas para los oyentes del siglo XXI. Sin embargo, en Spotify apenas pueden escucharse un disco de Judith Pérez Romero y sus Rosas Meridanas y un popurrí de Las Maya Internacional incluido en el álbum Esto es México (donde hay también canciones interpretadas por Lila Downs, Rubén Albarrán y Mono Blanco, entre otros). En YouTube, además de las canciones del disco de las Rosas Meridanas, pueden encontrarse unos 25 videos de Las Maya Internacional y unos pocos de Judith sola, entre ellos el de la primera parte del concierto que se le ofreció en el Peón Contreras en su cumpleaños 90.

Me parece que es poco si se tiene en cuenta todo lo que la pianista y directora grabó. Y creo que su centenario es una buena ocasión para digitalizar profesionalmente sus discos, hacer una selección de sus grabaciones inéditas conservadas en la Fonoteca Ada Navarrete, de la ESAY, y difundir estos materiales por los medios a nuestro alcance. Esta tarea puede deparar aún alguna sorpresa, como el LP de canciones escolares que grabó Judith con el dueto de Ketty Vázquez e Imelda Rosado y que hace poco nos dio a conocer Kandy Ruiz en el congreso Educación e Historia.

Otra parte del legado de Judith Pérez Romero está representada por su archivo, donado por sus sobrinos Gil Pérez a la Escuela Superior de Artes de Yucatán en diciembre de 2017. Este valioso conjunto está conformado por 2,723 fotografías, 1,943 partituras, 375 casetes, 151 discos compactos, 140 videos, 16 LP, 16 libros, cinco películas y una cinta de carrete abierto, y se resguarda en la Dirección de Investigación de la ESAY. Gracias al apoyo financiero de Iberarchivos, desde mediados del año pasado en esta área se está trabajando en la conservación, catalogación y digitalización de 350 de las casi dos mil partituras de la colección. (El apoyo de aquel programa de cooperación española resulta una justa y afortunada retribución a la autora del pasodoble España y México.)

Revisar el listado de la colección y elegir las partituras que debían ser intervenidas, catalogadas y digitalizadas ha sido una tarea tan grata como apasionante. Los gustos, intereses y relaciones de la pianista, directora y compositora –a la que tuve el privilegio de escuchar muchas veces en casa de Luis Pérez Sabido– pueden identificarse en estos viejos papeles, casi todos manuscritos. Y no crean que sólo se trata de canciones yucatecas. Entre estas partituras hallamos una que se creía perdida: Paisaje para piano, de Daniel Ayala, que dio lugar a la suite sinfónica del mismo nombre de 1936. Junto con el bisnieto del compositor, el pianista Israel Ruiz Ayala, el lunes pasado descubrimos que se trata de la misma pieza que, bajo el título Un viaje simbólico, presentó el autor de Tribu en los años cincuenta. Y apenas este viernes, cuando recibimos la visita del padre Armando Rosado, director del Archivo Histórico de la Diócesis de Campeche, dimos en la misma colección con una obra que buscaba: la Misa en honor de Nuestra Señora de Izamal para coro mixto del compositor campechano Guillermo Pinto Reyes.

La colección citada permite comprobar asimismo una porción del legado de Judith que no por inmaterial es menos importante: su aportación a la causa de las mujeres. Con su ejemplo y su labor como directora de grupos femeninos, Judith abrió brecha y ayudó a que en el campo de la música popular de Yucatán se insertaran muchas intérpretes. Pero también –y es lo que el archivo nos muestra– se preocupó por las compositoras. Además de ella misma, que creó varias canciones en el seno de la Sociedad Artística Ricardo Palmerín, figuran en la colección Estela Puerto de Pompeyo, Lupita Núñez de R., Alba Gamboa de Alonzo, Antonia Mendoza, María Eugenia Escobedo, Margarita Ancona de Peraza, Josefina Patrón, Piedad Rendón, Felipa Angulo de Alonso, Amalia Aguilar de Bustillos, María del Carmen Dáguer, María Baqueiro, Otilia Figueroa, Teresita Herrera y Sarita Santana. Se trata de un interesante campo por explorar para ejecutantes y arreglistas.

Por lo pronto, este 2020 mostraremos algunos frutos del proyecto mencionado (titulado “Poema para una canción”, como el bambuco que creó Judith con versos de Beatriz Peniche de Ponce) y, si contamos con el financiamiento de Apoyo al Desarrollo de Archivos y Bibliotecas de México, comenzaremos a trabajar con la colección fotográfica del archivo de Judith, que sin duda también contiene materiales preciosos.

El centenario de Judith Pérez Romero, coincidente con el sesquicentenario de La Siempreviva –esa empresa cultural y educativa que tanto aportó a la causa de las mujeres en Yucatán–, es la mejor ocasión para acercarnos al legado de la pianista, vinculado estrechamente, como se ha visto, al de otras músicas yucatecas del siglo XX. Conocerlo y difundirlo es el mejor homenaje que podemos rendirle.

Palabras leídas en el homenaje a Judith Pérez Romero en el centenario de su natalicio el pasado 20 de enero en el Monumento a los Creadores de la Canción Yucateca.

*Presidente de la Sociedad Artística Ricardo Palmerín y director de Investigación de la ESAY.