Ariel Avilés Marín
La trigésima tercera temporada de la OSY empezó con pie derecho, pues dio inicio con tres conciertos (viernes, sábado y domingo) y ¿cómo no habría de ser así?, dado el género del programa que es de esos que fascinan al público local, por lo que también hay que destacar el lleno total del Teatro Peón Contreras, en todos sus niveles. Además, este ligero y ameno programa, era volátil y brillante, la sesión de música fue como tomar una deliciosa copa de champán en una brillante y delicada flauta de bacarat, y sentir las blancas burbujas subiendo con ligereza. Dos gustadas y conocidas obras del romántico nacionalista Bedrich Smetana de “La Novia Vendida”; la graciosa y divertida Danza de las Horas de la ópera La Gioconda, de Amilcare Ponchielli; la conocidísima, alegre y muy gustada Obertura “Poeta y Campesino” de Franz von Suppé; y como brillante remate, los dos valses más populares de Johann Strauss Jr., El Emperador y El Danubio Azul. Siendo éste un programa totalmente orquestal, era muy poco probable que hubiera un ancore, pero la ovación final fue tan fuerte, entusiasta y prolongada, que el director, Juan Carlos Lomónaco, nos obsequió con un fin de fiesta, como si hubiéramos estado en un Año Nuevo en la Filarmónica de Viena, ya que interpretó con la orquesta nada menos que la brillante y gustada Marcha Radetzky, del propio Strauss, con palmeo del público, bajo las indicaciones del director.
La presidente del Patronato de la Orquesta Sinfónica de Yucatán, Sra. Margarita Molina Zaldívar, dio un mensaje de bienvenida a la temporada, y también comunicó al respetable la situación económica apretada que pasa la agrupación por los injustificados recortes presupuestales del Gobierno Estatal. Lo he dicho antes, lo repito ahora: ¡Ni un solo centavo gastado en nuestra orquesta, ha sido un solo centavo mal gastado! Los beneficios de la prolongada existencia de esta orquesta, sin precedentes en la historia de los movimientos sinfónicos de Yucatán, han permeado a la sociedad toda; ahí están como muestras, la Sinfónica de la ESAY, la orquesta infantil de Cansahcab, el coro de niños de Dzidzantún, la Orquesta Esperanza Azteca de Progreso. El presupuesto para la OSY debe ser considerado poco menos que sagrado, la orquesta no debe pasar por apretaduras que bajen su desempeño, y menos que pongan en duda su permanencia.
Abre programa la Obertura de la ópera cómica La Novia Vendida, del compositor checo Bedrich Smetana, obra alegre, amena, de profundo corte nacionalista. Dan inicio las cuerdas con fuerza y quedan solos los violines segundos, se le unen los primeros, las violas, los chelos y, finalmente, los bajos y todos entablan un rico concertante y la alegría sube para dar entrada al tutti con fuerza y alegría, flautas y pícolo elevan la voz y la trompeta toma el protagónico en forma brillante; cantan oboe y fagot para dar entrada a las cuerdas de nuevo y suena el trombón con gran alegría y la voz regresa a flautas y chelos; los violines primeros cantan y responden los metales con fuerza y se retoma el tema inicial, cantan flauta y oboe a dúo y chelos y bajos marcan con fuerza y la alegría se va elevando con gran entusiasmo y se va elevando la fuerza para llevarnos a sonoro final. Suena larga y fuerte la primera ovación de la tarde.
En seguida, se interpretan tres danzas de la misma ópera de Smetana. La primera de ellas es una polka. La inician las cuerdas y los timbales con fuerza y éstos hacen un sonoro solo, entra el tutti brillante y sube la fuerza al compás de los platillos, entran las cuerdas con alegría con las flautas y se aborda un pasaje a ritmo de danza que los chelos marcan en pizzicato y acentúan los platillos y el bombo; las cuerdas retoman el tema inicial con las flautas y tiene una alegría saltarina; canta la trompeta y las cuerdas responden y la música baja con delicadeza, y en seguida sube de nuevo y arranca alegre danza que marca el triángulo brillante con los platillos y se acelera con alegría para el alegre final. Suena fuerte ovación. La segunda danza, Furiant, la inicia el tutti con alegría, triángulo y timbales marcan el compás y las cuerdas entran a ritmo de vals suave y girando y va cambiando con alegría y rompe con fuerza, entra el tutti a tiempo de vals y rompe también con fuerza y va subiendo la alegría para brillante final. Nueva, sonora ovación. La tercera, Danza de los Comediantes, la inician las cuerdas con alegría y entra el tutti con gran intensidad, cantan flauta y oboe con los chelos, y se repite, se retoma el tema inicial y canta la trompeta y el pícolo hace sonoras ráfagas, las cuerdas cantan y sobre ellas el pícolo pone nuevas ráfagas, canta trompeta con el pícolo y entra el tutti con alegría, oboe y cuerdas dialogan y va subiendo la alegría y se arranca una veloz cabalgata del tutti que va subiendo con fuerza para llevar a tremendo y sonoro final. Larga, sonora, fuerte ovación.
Sigue el programa con la graciosa Danza de las Horas, de la ópera La Gioconda, de Amilcare Pochielli, obra ligera y cuya deformación por la película Fantasía de Walt Disney, le ha dado una connotación esperpéntica. La obra es sumamente conocida y muy gustada del respetable. Inician flauta y triángulo y entran los violines primeros con un trino de flauta y armonía del fagot, cuerdas y flautas cantan y éstas abordan un pasaje en pizzicato, se aborda un pasaje fuerte y sonoro y cantan flauta y clarinete, cantan también los violines y los chelos acompañan en pizzicato, el ritmo es muy marcado y flauta y cuerdas nos llevan al conocido tema de la obra, a tiempo de danza, la flauta canta y el pícolo acentúa, entran las cuerdas y la flauta y suenan los chelos y sube la fuerza y cambia lentamente, el arpa hace escalas y el triángulo da tres notas y se desborda la alegría en forma rápida y sonora en una saltarina cabalgata de gran rapidez que va subiendo con fuerza, dialogan violines y chelos y entran los metales brillantes y el tema, tan conocido, corre con gran alegría y va subiendo para tremendo final sonoro. Trepidante ovación premia a la orquesta.
Después del breve intermedio, llega la tan gustada Obertura Poeta y Campesino, de Franz von Suppé, padre de la opereta vienesa. La inician los metales con delicada suavidad, entran las cuerdas en la misma forma suave y responde el tutti al sonar de los platillos, el chelo principal, magistralmente pulsado por Veselín Dechev, nos obsequia un delicado solo, dulce, acariciante, que remata con una aguda nota de una delicadeza de terciopelo, estirando la mano en el mástil del instrumento, el arpa de Ruth Bennett le acompaña dulcemente; ahora, el chelo canta con flauta y pícolo y va subiendo para dar entrada al tutti con fuerza y se desata la alegría incontenible; con ritmo marcado canta el tutti con el pícolo por encima y arranca el conocido y gustado tema que se desarrolla con fuerza y alegría y se aborda un tema a ritmo de vals en el que la flauta hace trinos alegres, el tutti aborda también el vals y da un violento cambio para pasar al alegre, rápido y trepidante tema final que nos lleva a una sonora conclusión de este gustado tema clásico ligero. Estalla tremenda ovación con gritos de bravo.
Los conocidos y amados valses de Johann Strauss Jr., coronan dignamente este programa de música ligera. ¿Qué se puede decir de El Emperador y El Danubio Azul, que no se haya dicho antes? Ambos valses fueron seguidos nota por nota por el multicéfalo, la gente se balanceó, marco el ritmo, ¡Gozó plenamente la ejecución magistral de nuestra orquesta en ambas obras! En El Emperador hay que dar nuevo y sonoro aplauso de pie a Veselín Dechev, por el solo magistral en la parte introductoria. Flautas, oboe, clarinetes, fagotes, cornos, trompetas, trombones, cada sección tuvo su parte estelar, de lucimiento virtuoso. El inmortal Danubio Azul tiene para este cronista una relación muy especial. Hace cuarenta y siete años, lo monté y dirigí a dos voces con el coro de niños y jóvenes de la Escuela Modelo, y tuvimos un desempeño muy brillante, tanto que, al año siguiente se me solicitó la participación del coro, con el Danubio, en el festival de homenaje por el centenario del natalicio de la insigne educadora Consuelo Zavala. ¡Qué gratos recuerdos! El Danubio, pónganle la conocida música y vean el resultado. 2ª voz: ¡Cantando va! 1ª voz: ¡Cantando va! 2ª: La dulce canción. 1ª: Dulce canción. 2ª: Que quiere decir. 1ª: Quiere decir. 2ª: Cómo una oración. 1ª: Una oración. 2ª: ¡Oh bello Danubio! 1ª: ¡Danubio Azul! 2ª: ¡Oh bello Danubio! 1ª: ¡Danubio Azul! Juntas: Tu fama y tu gloria llenan el mundo de ilusión.
Al terminar el Danubio Azul, se desata una tremenda ovación que hace salir repetidas veces al director. Se va poniendo de pie a los solistas para recibir también sonora ovación, pero la salva de aplausos no baja. Como pocas veces se da en un programa totalmente orquestal, se da un ancore, y es nada menos que la alegre y gustada Marcha Radetzky, del propio Strauss. Que es palmeada con gran entusiasmo por el respetable, bajo las indicaciones del director. ¡Una fiesta de Año Nuevo vienesa en Mérida!
Salimos del Peón Contreras, con el ritmo de la Marcha Radetzky resonando en el alma.