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Yucatán

Sólo primaria estudian infantes en San Andrés

Tendrían que caminar 30 kilómetros ida y vuelta para ir a la secundaria de Popolnah /

En su pueblo no hay transporte y la situación económica es crítica

SAN ANDRES, Tizimín, Yuc., 22 de enero.- Niños y niñas de esta comunidad indígena sólo estudian la primaria, porque para seguir en la secundaria tendrían que caminar 30 kilómetros de ida y vuelta hasta Popolnah, toda vez que en su pueblo no hay transporte; pero, además, la situación económica de las familias es otro obstáculo.

Ante ello, en el caso de las mujercitas, éstas se dedican a ayudar a sus mamás en sus hogares hasta llegar a la adolescencia, 16 ó 17 años, o bien a la mayoría de edad, 18 años, y formar un hogar debido a que tampoco cuentan con algún medio de transporte para ir a buscar empleo en los quehaceres de las casas, ya sea a Tizimín o a otras partes del municipio.

El problema es para los varones porque en su comunidad tampoco hay fuentes de empleo y debido a esta situación se tienen que trasladar a Cancún a trabajar de ayudantes de albañil o de lo que caiga, afirma uno de los jóvenes ante el POR ESTO!

Por lo anterior, solicitaron a través de este medio que los tres niveles de gobierno volteen a ver esta comisaría, a sus familias que viven en la marginación y que requieren de talleres donde puedan emplearse o bien una secundaria o ayuda para transporte.

Esta comunidad colinda con Chemax, se encuentra a una hora y media, aproximadamente, de la cabecera municipal y también hay jóvenes que padecen enfermedades que no les han permitido seguir sus sueños, como el caso de Candy Isela Pech Cumul, que a sus 20 años le entristece no poder estudiar por padecer epilepsia, pero afirma que si en su comunidad hubiera una secundaria y bachiller podría llegar a ser maestra como es su sueño.

“Yo sólo estudié la primaria, ya no pude seguir por problemas de salud que yo tengo, y como no hay secundaria aquí en San Andrés no me puedo trasladar a Popolnah, a 15 kilómetros de aquí, porque padezco epilepsia, en cambio si hubiera secundaria en mi pueblo continuaría, pero ahora estoy sólo en mi casa ayudando a mi mamá, tampoco puedo salir a buscar trabajo porque tengo miedo de que me ataque mi problema; alguien que padece esta enfermedad no puede salir sola a otros lugares”, dijo en entrevista esta jovencita.

Candy se encuentra bajo tratamiento médico y la entristece no poder hacer todas las actividades que haría alguien sin esta enfermedad, sin embargo, quiere luchar para salir adelante, pero pide al Gobernador o al Presidente de México oportunidades en su comunidad donde padecen muchas carencias.

“Mis papás me llevan a mis citas a la comunidad de El Edén y los doctores me recetan pastillas, aunque me preocupa que de pronto pueda enfermarme y me gustaría salir a otros lugares, pero con mi epilepsia es muy difícil, por eso quisiera que nos pusieran una secundaria y si se puede un bachiller, porque aquí cerca hay más comunidades que tampoco tienen escuelas y por eso los niños y los jóvenes ya no siguen estudiando, como yo, como la mayoría de las muchachas y señoras de aquí que ya no siguieron, pero también tiene que ver mucho el que no hay transporte”, señaló Candy Isela.

Por su parte, Antonia tiene 17 años de edad y afirma que lo que gana su papá en el campo es muy poco y no le alcanza para pagar sus estudios, por ello ya no siguió.

“Tenía que trasladarme hasta Popolnah a la secundaria, pero son 30 kilómetros de ida y vuelta y no hay camión, aquí a San Andrés no llega y además tener que comprar material o algún libro o libretas, no hay, pero si tuviéramos escuela secundaria en San Andrés sí seguiría estudiando, quisiera aprender un oficio, algo que me ayude a salir adelante como, por ejemplo, a bordar; pero no hay talleres de nada aquí, somos muchas de mi edad las que ya no fueron a la escuela”, indicó Antonia.

María Lucía vivía en Chan Cenote y tuvo la oportunidad de ir a la secundaria porque ahí sí hay escuela, pero después si quería seguir estudiando la preparatoria había que salir de su pueblo para trasladarse a Tixcancal y eso implicaba gastos de transporte, por lo que mejor ya no siguió.

“Mi papá ya no tenía trabajo y no pudo costear los gastos de mis estudios, porque en la prepa había que pagar exámenes, libros y están muy caros, aparte el transporte era como un obstáculo, pero el día de hoy ya estoy casada, es más complicado”, manifestó María al reportero del Diario de la Dignidad, Identidad y Soberanía.

También Noemí, como la mayoría de las mujeres, se casó a los 16 años de edad y ahora ya tiene tres hijos a los que no les gustaría que corrieran con la misma suerte.

“Yo también estudié hasta la primaria en El Edén, no pude continuar con mis estudios por lo económico, porque mis padres no contaban con dinero y entonces me quedé en la casa a ayudar a mi mamá y de ahí decidí a los 16 años de edad casarme y pasé a vivir a San Andrés hace 15 años, yo creo que en las comunidades todas las jóvenes se casan a temprana edad, ahora que soy mamá lo veo así y yo no quiero que mis tres hijos pasen por lo que yo tuve que pasar, quiero que estudien y ojalá lleguen programas a nuestra localidad para que estas jóvenes que no tuvieron esa dicha de continuar con sus estudios por lo menos aprendan algún oficio, algo que las ayude a defenderse, porque los tiempos van cambiando y es necesario el estudio, que nosotros como mujeres aprendamos a salir adelante, somos muchas las mujeres que ya somos mamás y otras que están en la adolescencia”, comenta doña Noemí.

De la misma manera los varones se encuentran en la misma situación, sin oportunidades para salir adelante y por eso tienen que irse a trabajar a Cancún, con el riesgo de caer en malos hábitos como el alcoholismo y la drogadicción.

“Yo sí pude terminar la secundaria, pero cuando me casé tuve que irme a Cancún, de hecho somos como 20 los hombres que salimos juntos a buscar trabajo, yo así lo decidí, salir para poder mantener a mi familia, tengo tres hijos, uno de 5, otro de 2 y el más pequeño va a cumplir un año, me fui hace siete años y soy ayudante de albañilería o lo que caiga, gano dos mil pesos a la semana, pero no es suficiente, tengo que pagar pasaje y alimentación, vengo a ver a mi familia cada 15 días, a veces cada mes, porque no hay mucho trabajo, sólo estoy un fin de semana y me regreso, pero tienes que pasar a veces hambre y frío”, dice este joven indígena quien agrega que estando en otro lugar se corre el riesgo de caer en alcohol, porque conocen a otras personas de otros lados que incluso se drogan.

“No tenemos otras alternativas, aquí en San Andrés no hay trabajo y si mis hijos se enferman yo tengo que ver la forma de prestar dinero para llevarlos al doctor porque tampoco hay médico en el pueblo, y así es, tenemos que correr el riesgo por eso salimos a trabajar a Cancún porque aquí no hay nada, algún oficio que podamos aprender porque ningún gobierno nos ayuda, o nos enseña”, concluyó.

(Texto y fotos: José Luis Díaz Pérez)

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