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Compromiso y Solidaridad de Todos los Mexicanos es lo que Necesitamos

Ana María Ancona Teigell

“Nos ganamos la vida con lo que recibimos, pero hacemos la vida con lo que damos”.

John Maxwell

El compromiso y la solidaridad es lo que llamamos voluntariado y son los jóvenes los que hoy en día nos están dando, como tantas veces, lecciones de entrega y ayuda hacia los más necesitados.

Ser voluntario es una conjunción de variados motivos personales e incluso sociales que conforman una enorme oportunidad de crecer. Todos ellos comparten en alguna medida las ganas de comprometerse con un “otro” y la necesidad de dar solución a los problemas que aquejan a la sociedad actual.

El voluntariado significa un compromiso, llevar a la práctica un trabajo que demanda trabajo físico e intelectual sin fines de lucro, es decir, no remunerado. Se puede ser voluntario en una gran cantidad de ámbitos, los campos de acción son diversos y atraviesan lo social, lo religioso, el sector de la salud y espacios artísticos, entre muchos otros. Existen posibilidades infinitas de trabajo desinteresado, y este depende de la creatividad y de la disponibilidad de la persona que quiere ejercerlo.

México necesita de personas comprometidas con su pueblo que den parte de su tiempo para ayudar a los sectores más vulnerables como: mujeres y niñas que sufren violencia de género, niños en situación de calle o los que viven en los orfanatorios que la mayoría de las veces reciben malos tratos, desempleo, deficiente atención médica, falta de colegios para la educación de los pequeños, adultos mayores que viven en condiciones inhumanas en la mayoría de los alberges, etc. Todos ellos necesitan de nuestro tiempo, apoyo y ayuda.

Las satisfacciones del voluntariado en la adolescencia son muchas: sentirse útil, encontrar un lugar en la sociedad, aprender de diferentes trabajos, experiencias de vida, valorar lo propio y lo diferente, encarar la vida desde múltiples realidades, romper rutinas diarias y aprender a sociabilizar con múltiples personas, etc. Por otro lado, el pertenecer a este mundo desde jóvenes permite generar cualidades como independencia, responsabilidad, organización, fomentar el liderazgo, perder el miedo y la vergüenza de relacionarse con un gran número de personas. El voluntariado muchas veces es la solución a problemas como la inseguridad, la timidez, la arrogancia y la falta de humildad, entregándonos una visión del mundo en la que hay valores más importantes para construir y rescatar.

Ser voluntarios es una forma de sociabilización diferente medidas por el amor, por las simples ganas de ofrecer, entregar sin esperar nada a cambio, aprender a ponerse los zapatos de alguien más, abrirnos las puertas para valorar nuestras vidas y lo que tenemos, agradecer lo que somos y enseñarnos a ver a los demás de manera más humana. También nos hace darnos cuenta que no estamos solos en el mundo, que vivimos dentro de una sociedad que requiere de la preocupación, tanto individual como colectiva, para solucionar las diferencias existentes.

Hoy en día los adolescentes son los más activos en la práctica del voluntariado porque se han dado cuenta de que les cambia la vida, que algo les falta, que hay otros caminos que los nutren y enriquecen.

Los jóvenes además aportan un aliciente importante porque son inconformistas por naturaleza y es precisamente esa característica la que aportan al voluntariado en general y a los beneficiarios en concreto, “soluciones, tiempo, ilusión, optimismo y esfuerzo”.

El voluntariado es un acto de amor que realizas con la intención de proteger, mejorar, ayudar o servir incondicionalmente a cualquier ser humano. Muchos jóvenes que participan en actividades de este tipo “hablan incluso de un antes y un después”. Les brindan la oportunidad de aportar su granito de arena en la lucha contra las múltiples injusticias sociales que hay en el mundo y de colaborar muchas veces para mejorar entornos que les tocan de cerca.

A diario chocamos con cientos de situaciones injustas para las que, a priori, no parecen tener solución. Quizás esta no se encuentre al alcance de nuestras manos, pero siempre podremos recurrir a la profesionalidad de esos expertos que saben cómo solventar los distintos conflictos sociales por la vía de la solidaridad.

Los especialistas dicen que casi todas las crisis se superan con otra cantidad de otra calidad, es decir: “ver las cosas desde otra perspectiva para descubrir soluciones nuevas. En este sentido el voluntariado introduce siempre circunstancias novedosas, así como situaciones y problemas que no se dan en la vida diaria”. De esta manera, se puede decir que hay un beneficio recíproco. Ayudar nos ayuda a superar crisis y a crecer como personas.

Para algunos, ser voluntario es dar algo de dinero o de bienes a personas que lo necesitan, pero esta definición es incorrecta. El voluntario entrega su tiempo, sus conocimientos, sus experiencias y su entusiasmo con el objeto de cambiar, aunque sea por unos días, la situación cotidiana que viven otras personas. Se integra de una forma libre y sin coacción en una organización sin ánimo de lucro, para, de modo altruista, ayudar en diversas actividades sociales respetando y potenciando la libertad, los valores y las capacidades de las personas asistidas.

Cuando somos voluntarios somos diferentes a los demás, porque ayudar cambia la vida, nos hace más humanos, más sensibles y más tolerantes a todo y a todos.

Podemos afirmar que, si en el mundo hubiera más voluntarios, el mundo sería en poco tiempo un lugar mejor para vivir, con más empatía, porque ayudar a otras personas de nuestro entorno o al viajar y conocer otras culturas nos olvidamos de los prejuicios y diferencias culturales y nos veríamos los unos a los otros como lo que realmente somos: humanos.

La solidaridad y el voluntariado deberían ser el idioma del mundo, porque no hay nada más fuerte en la Tierra que el corazón de un voluntario, que reflejan la compasión de una nación, el cuidado desinteresado, la paciencia y el amor puro de unos a otros.

No dudemos nunca que un pequeño grupo de ciudadanos comprometidos y conscientes puede cambiar el mundo; de hecho, es lo único que siempre lo ha hecho, porque los voluntarios no reciben paga, no porque sean inservibles, sino porque son invaluables.

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