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Yucatán

'Trabajo para sentirme activo, no por necesidad”

Miguel Angel Ríos Montalvo tiene 75 años de edad, pero parece un chamacón cuando te entrega tu helado en El Colón. “Yo no trabajo por necesidad, sino para sentirme más o menos activo”, relató mientras esperaba a la clientela.

En Yucatán, el 10.1 por ciento de la población de casi 2.2 millones de personas tiene 65 años y más, los cuales aportan el 24.44 por ciento de la participación económica de la Entidad, lo que los convierte en un sector que no obstante ya entregaron sus mejores años en diversas labores, permanecen activos, unos por necesidad, pero otros por gusto, por el simple hecho de no quedar anquilosados en sus hogares.

Ríos Montalvo es de esos señores que siguen trabajando porque les gusta. “No por necesidad, sino por la costumbre, para sentirse más o menos activo, porque si te quedas en tu casa acostado, sentado dos o tres días, al cuarto ya no te quieres levantar, ya todo te parece mal, te da flojera, ya no te sientes cómodo”.

Clientes de altos vuelos

El reportero lo conoce desde hace más de 20 años, siempre lo ha visto atender las mesas en la famosa heladería del Centro Histórico. Ha tenido clientela de altos vuelos. Lo mismo ha servido helados a Vicente Fox Quesada que a Enrique Peña Nieto. “Me siento contento, tranquilo, he atendido a la mayoría de los Presidentes que han venido aquí.

Es jubilado por el Instituto Mexicano del Seguro Social y tiene 39 años de laborar como mesero. “Me jubilé, pero sigo trabajando. El patrón me dijo que hasta que yo me sienta cansado dejo el trabajo. Mi familia me dice que está bien, para que haga ejercicio.

–¿Cuando te quedas en tu casa te sientes mal?

–Sí. En cambio cuando estás activo todo es diferente, andas, conversas con la gente, principalmente.

El mesero tuvo dos hijas y un hijo, “una es ingeniera civil, uno es maestro universitario, y otra es ama de casa”.

De acuerdo con los registros del Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (Inapam), en Yucatán hay cerca de 15 mil personas de más de 65 años registradas en alguna ocupación que aporta a la economía de la Entidad, aunque estiman que la cantidad podría ser del doble debido a los que se dedican a la informalidad.

El caso de Hermelinda

Hermelinda Ayil Pérez es una de esas señoras que ves por la calle, pero no reparas en los detalles. Vende frutas en la acera frente a las tiendas departamentales de la calle 63 entre 56 y 58, y ayer pelaba unos mangos verdes cuando el cronista y el fotógrafo Oscar Suaste Blanco la interrumpieron para hablar con ella unos minutos.

–Vendo frutas acá desde hace más de 50 años, así crecí a mis dos hijas –respondió la señora de 70 años.

Es oriunda de Mérida y toda la vida ha vendido en la calle las frutas de la época. Ayer fueron “chinas”, hoy empiezan los mangos y mañana las ciruelas, luego los nances y posteriormente los zapotes y las jícamas y así.

–¿Cómo es que sigue usted chambeando?

–Porque estoy un poco enferma y necesito medicamentos, no tengo Seguro Social ni nada. Tengo que medicarme y me ayuda una de mis hijas que es soltera.

Narró que la semana que pasó estuvo “tirada” varios días y notó que se sintió muy mal, pero no por sus achaques, sino porque no estaba haciendo algo, de modo que volvió a la calle a vender sus frutas. “No me siento muy tranquila, pero me distraigo. Me quedo en mi casa, me pongo a pensar… ¡Y si no tienes qué comer! Pues por eso vengo a trabajar”.

Ya me conocen

Sus ventas son de unos 300 pesos, pero invierte 200 a 250 pesos en las frutas que consigue en el mercado. “Ya me conocen todos los inspectores y nadie me molesta, acá seguimos dándole a la chamba, ¿no vas a llevar nada?”.

Según las autoridades, en los últimos años hay más empresas que emplean a personas mayores de 55 años, porque hay muchas cuya calidad de vida les permite ejercer alguna actividad o tener una vida laboral bastante productiva.

Y los que se emplean por su propia cuenta lo hacen después de tomar talleres y capacitaciones en artesanías o en materiales diversos. El gobierno tiene programas de fomento al autoempleo y en el MicroYuc, que lanzó el Gobernador Mauricio Vila Dosal, tienen la posibilidad de tener un crédito y trabajar por su cuenta.

En los pasillos del mercado Lucas de Gálvez encuentras a mujeres con sus palanganas ofreciendo desde chiles y tomates hasta pozole con coco y chocolate, pepita molida de calabaza y tortillas para panuchos. Pero no todas son adultas mayores. Hay numerosas mujeres que si bien se ven de avanzada edad, no alcanzan ni siquiera los 60 años.

Benita Pech, otro ejemplo

Benita Pech tiene 65 años, pero parece de más. “Tengo más de 40 años vendiendo acá en el mercado”. Era una joven güerita de 25 años cuando empezó a ir al mercado a vender flores y pozole con coco o con un chile habanero “porque ya casi no hay mashito”, en referencia al chile pequeño llamado “ma´ax”.

–Vengo a vender todos los días, a las cuatro o cinco de la mañana, a veces a las seis porque a veces me duermo”, dijo en medio de risas.

Vive en Kanasín y todos los días toma el camión muy temprano para estar allá, aunque “hay días que no se vende nada”.

–Si no vengo no me siento bien. El otro día me enfermé y me quedé en mi casa, una de mis hijas vino a vender y a chan ayudarme. Me desesperé en mi casa pensando en la venta, pero mi hija me ayuda. El otro día que vino sólo ella me dijo: “Mami, te traje aunque sea chan cien pesos”.

Explicó que hay días en los que la pasa muy mal. “Sólo chan cien vendo, chan pozole y a veces no se compra por el tiempo, cuando hay frío no se vende, cuando hay calor sí”.

–Le digo a mi hija si no vengo aquí y me quedo allá, pues hago mi chan pozole y lo vendo allá, siempre tengo qué hacer porque no me gusta quedarme sin hacer nada.

De acuerdo con las autoridades, las personas adultas mayores trabajan como veladores, asesores telefónicos, operadores de camiones, afanadores, auxiliares de limpieza, despachadores de gasolina, empacadores de alimentos, agentes de seguros, voceadores, entre otros. Algunos tienen buenos ingresos pero el promedio que se estima es de cinco mil pesos mensuales.

La Universidad Autónoma de Yucatán publicó hace un par de años, un estudio en el que se encontró que los adultos mayores que viven en la ciudad tienen menos índice de depresión que aquellos que viven en zonas rurales, debido a que cuentan con más acceso a actividades por hacer.

Según las encuestas del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), la depresión es más frecuente en personas mayores de 60 años, ya que muchos no se sienten productivos. Pero acá les presentamos tres casos que son diferentes, porque se trata de personas que ven la vida mucho más positiva, a pesar de la edad y las enfermedades que ésta conlleva.

(Rafael Gómez Chi)

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