Las acciones de los conductores de coches son realmente increíbles. Son un verdadero escándalo. Tanto, que ya en las redes sociales han comenzado a levantarse las voces de alarma y alerta, de súplica y modificación de nuestra manera de ser al andar por las calles en vehículos. Y es que lo que se ve durante un trayecto de manejo es inconcebible, por el tamaño de la irresponsabilidad de quienes andan dentro de un coche. Se supone que estos aparatos mecánicos se inventaron para simplificar, hacer más expedita la vida del ser humano y ayudarlo a obtener mejores ganancias de tiempo laboral y de ocio. O sea, todo lo podemos hacer en menos tiempo y mayor comodidad. Claro, todo ello con un sentido consecuente y respetuoso con el prójimo, quien se encuentra, igual que el otro, en el mismo medio de transporte. Eso, nosotros, nunca lo hemos asumido así, pues el pequeño espacio que ocupa nuestro coche lo ampliamos tanto que creemos que todo lugar donde movemos el motocarro nos pertenece a plenitud, es decir, por encima de reglas, leyes y derechos de terceros.
No hemos entendido lo que es el beneficio de esos aportes de la modernidad a nuestras vidas, que son para extenderla, hacerla más productiva y adquirir mayores experiencias a lo largo de la vida.
Vehículo y teléfono celular son dos aparatos que fueron creados para beneficio y facilitación de la vida del hombre. Parece que es así es en el mundo entero, especialmente en los países de alta densidad humana y vehicular, donde prevalecen el orden y respeto para lograr una convivencia justa y adecuada a todos.
En el marco de esa trifulca de malas acciones al manejar, estacionar y no respetar a nadie más que a los intereses propios, comienzan a surgir personas sensatas y deseosas de que las cosas vayan por el camino de la civilidad y la convivencia sin altercados y malas actitudes. El sábado 25 de este enero, en el semáforo que se encuentra en la zona de los Casinos y rumbo al pocito, una señora mayor de edad, desde el interior de su vehículo le hacia señas y señas a dos motociclistas que estaban delante de su vehículo. Después de insistir y ver que no le hacían caso, abrió la portezuela de su coche, se bajó y les dijo que no estaban respetando la línea peatonal, que se hicieran para atrás. Desconcertados, los dos jóvenes arrastraron sus motos como para irse para atrás, pero en ese momento ya les tocó verde.
Acciones parecidas a la de la señora las he visto ya en tres ocasiones y por distintas causas.
Cuando parte de los conductores asuman esos reclamos, la otra, es deseable que vaya cambiando, por un elemental sentido de armonía ciudadana. En el Facebook las voces se siguen elevando, pidiendo que haya cordura, respeto y cuidado con la vida, porque todos exceden la velocidad permitida en todo lugar.
La sociedad misma tiene que ayudarse y poner las condiciones para que todos hagamos un uso correcto de las vías, las calles y las escarpas de la ciudad. ¡No hay de otra!