Yucatán

Fiesta de las Luces

Leía, como siempre, el imprescindible POR ESTO! y me encontré con la triste noticia de que cinco personas habían sido apuñaladas en casa del rabino durante la celebración de Janucá que en 2019 cayó del 22 al 30 de diciembre. Esta ocasión que debe ser de fiesta y contento en que se reúnen las familias, intercambian regalos, juegan, comen latjes (especie de buñuelos de papa), se convirtió en una tragedia para cinco familias. El odio no duerme.

Esta celebración en el mundo judío se remonta al 167 A.C., cuando un grupo de rebeldes guerrilleros encabezados por los Asmoneos o Macabeos logra derrotar a uno de los ejércitos más poderosos del mundo: los griegos de Siria, herederos del imperio de Alejandro Magno, y recuperar el Templo que había sido profanado con prácticas paganas. Janucá celebra el milagro del frasco que contenía aceite consagrado para encender la Menorá (lámpara de siete brazos) durante un solo día que, milagrosamente, duró ocho hasta que los sacerdotes pudieron purificar más aceite según la tradición. Se trata de una época de gran importancia en el mundo judío pues, dicen los sabios, quizá fue un milagro más grande la derrota de aquel ejército poderoso.

¿Por qué surgió el problema entre griegos y judíos? Alejandro de Macedonia había llegado a Asia y había acabado con el poderosísimo Imperio Persa en la batalla de Issus en el 334 A.C. Durante esta campaña se desvía al Sur, conquista Tiro y Egipto y pasa por lo que hoy es Israel. Hay una hermosa historia que recoge Flavio Josefo en sus “Antigüedades Judías” acerca del primer encuentro entre Alejandro y los judíos: a la llegada del macedonio a Jerusalén el Sumo Sacerdote sale a recibirlo temiendo la destrucción de la ciudad sagrada, pero, para asombro de todos los presentes, Alejandro se baja del caballo y le hace una reverencia. Más tarde explica a su general Parmenión que él le había hecho la reverencia al Dios que le había otorgado el sacerdocio al Sumo Sacerdote y que se trataba de la misma persona que había visto en un sueño. Como tributo a su amable conquista los sabios judíos decretaron que todos los niños nacidos ese año se llamaran Alejandro, el cual sigue siendo un nombre judío hasta el día de hoy. (Recordar a Alejandro Janeo y su reina Salomé Alejandra, descendientes de los asmoneos mejor conocidos como macabeos).

Los griegos llevaron sus formas de vida al Medio Oriente y al mezclarse ambas culturas se creó un nuevo híbrido cultural: el helenismo, que duraría mucho más que el imperio de Alejandro. Los judíos vivieron en relativa tranquilidad mientras pertenecieron a los Tolomeos de Egipto pero, al cambiar la situación bélica, el rey de Siria, Antíoco, se apoderó de la región y decidió imponer el helenismo por la fuerza. Decretó la prohibición de la circuncisión, el descanso sabático y las leyes alimentarias, había que agregar un nombre griego al judío, y la “abominación de la desolación”: levantó una estatua de Zeus Olímpico frente al Templo de Jerusalén lo cual terminó de inflamar los ánimos. Esta gesta revolucionaria de los Macabeos y su triunfo que permitió al pueblo judío unos cien años de independencia se narra en los “Libros de los Macabeos” que no fueron admitidos por los sabios en la Biblia judía. Ha llegado hasta nosotros la Septuaginta, gracias a la versión en griego que se hizo de ellos en la ciudad egipcia de Alejandría, recogida y transmitida por algunas Biblias cristianas.

Janucá, en hebreo, significa Inauguración y se refiere a la purificación del Templo recuperado. Cada año se celebran en Israel las Macabiadas, especie de juegos olímpicos, y la llama olímpica se enciende en el pueblo de Modíín, donde empezó la rebelión.

Con el milagro del jarrito de aceite surgió la Januquiá: lámpara de ocho brazos con uno más en el centro, el servidor o shamash, que sirve para ir encendiendo las luces durante ocho días que dura la festividad de Janucá a partir del veinticinco de Kislev. Esta celebración que cae casi siempre en diciembre ¿no te recuerda lo que ocurre el veinticinco de este mes en el mundo cristiano? Las luces del candelabro nos recuerdan las luces del árbol de Navidad y, ¿por qué no? También la luz de la estrella que guió a los Reyes Magos hasta el pesebre de Belén y las luces o candelas del dos de febrero, Día de la Candelaria.