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Yucatán

Recordando la huelga de los trabajadores de Río Blanco

Pilar Faller Menéndez

México se encontraba en pleno auge económico a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Nuestro país estaba en un proceso de industrialización debido al descubrimiento y posterior explotación del petróleo, lo que propició la inversión extranjera en el país y la modernidad.

Por otra parte, las condiciones políticas y sociales eran inestables, ya que la clase obrera se encontraba en una posición falta de privilegios y protección, por lo que continuamente eran pisoteados sus derechos y tratados como esclavos, sin el derecho para reclamar mejoras económicas y laborales.

Bajo estas condiciones fue propicio el alzamiento de una gran cantidad de obreros que laboraban en una empresa de textiles que se ubicaba en Veracruz. Este suceso tuvo lugar el 7 de enero de 1907, y fue el inicio de la huelga de la fábrica de Río Blanco. La intención que tenía esta huelga era la de hacer valer los derechos de los trabajadores, así como una mejoría en las condiciones de trabajo y un aumento en sus sueldos.

La empresa textil de Veracruz era una industria que fue una parte importante del auge económico que estaba viviendo México durante la época del porfiriato. La textilera de Río Blanco era la más grande del país y empleaba a un gran número de obreros, quienes trabajaban en condiciones precarias, con jornadas diarias de 14 horas, con pocos minutos de descanso para tomar sus alimentos y con sueldos miserables, ya que solamente se les pagaba 35 centavos al día.

Otra de las injusticias de las que eran víctimas los obreros era el descuento que recibían de sus salarios cuando las máquinas de trabajo se descomponían, por lo que estas circunstancias en las que trabajaban crearon un ambiente de inconformidad general, ya que se sentían explotados, sin beneficio alguno a pesar de las ganancias de la fábrica.

Para solucionar este problema, el 1o. de abril de 1906 los trabajadores formaron una organización a la que se le dio el nombre del “Gran Círculo de Obreros Libres”, encabezada por Juan Olivar y José Neira Gómez, quienes formaban parte del Partido Liberal Mexicano. La organización de los obreros exigía mejores condiciones laborales, jornadas laborales de ocho horas, así como mejoras salariales.

Los obreros fundaron un periódico llamado “Revolución Social” con el fin de hacer saber las injusticias y descontento que vivían. Ante estos antecedentes de abuso laboral, inició el alzamiento y huelga de todos los trabajadores de la empresa textil, que querían externar sus demandas y buscar la mediación del presidente Porfirio Díaz, quien tomó partido por los empresarios.

El 4 de enero de 1907 el gobierno lanzó un decreto, en el cual se les ordenaba a los obreros a regresar a sus puestos de trabajo el 7 de enero del mismo año. Este decreto no hacía ningún tipo de aporte en favor de los trabajadores los cuales debían regresar a su trabajo sin quejarse y las huelgas quedaron prohibidas. El decreto presidencial estuvo de acuerdo con las 14 horas de jornada diaria, el mismo salario y condiciones impuestas.

Ante tales injusticias, aproximadamente dos mil obreros se alzaron frente a la fábrica textil de Río Blanco el 7 de enero, impidiendo el acceso a quien quisiera acatar el mandato presidencial, motivo por el cual la fábrica tuvo que ser cerrada. Los trabajadores fueron a la tienda de raya que se ubicaba cerca de la fábrica y que pertenecía a los dueños de la fábrica, donde los obreros se veían obligados a comprar ya que les pagaban con vales o monedas que solamente tenían valor en éstas ya que eran acuñadas por las mismas empresas. Fueron llamadas así porque al no saber escribir, por firma escribían una raya. Sentían un gran resentimiento por estas tiendas debido a que sus precios eran altos y constantemente eran sometidos a trampas.

En esta tienda se inició el enfrentamiento con las autoridades, que terminó con el saqueo de la tienda, la cual quemaron después. Seguidamente se dirigieron a la cárcel de la cual liberaron a los reos que estaban ahí y obstruyeron las vías del tranvía, por lo que el servicio quedó paralizado. Tal era el resentimiento que guardaban que además de lo anterior cortaron los cables de la energía eléctrica y saquearon las casas de las personas adineradas de la localidad. Estos acontecimientos se dieron en las localidades de Nogales y Santa Rosa.

Ante estos acontecimientos el 13º Batallón de Infantería intervino para poder controlar a la multitud enardecida y empezaron a disparar en contra de la gente. Cuando los huelguistas regresaban a Río Blanco los federales los interceptaron y comenzaron a disparar tanto a los hombres como a las mujeres y niños.

No existe un registro exacto de las personas muertas en este acontecimiento, pero se calcula que fallecieron de 400 a 800 personas. Algunos de los que atestiguaron los acontecimientos aseguraron que durante dos días pudo observarse plataformas de ferrocarril llenas llevándose a los muertos. Los obreros sobrevivientes fueron encarcelados junto con mujeres por haber cometido actos delictivos y de sublevación.

El maltrato desmedido a los obreros en general era apoyado por Porfirio Díaz, quien otorgaba concesiones a grandes empresarios con el fin de que hicieran contribuciones a la riqueza de su dictadura.

Con el fin de terminar con los acontecimientos estremecedores en Río Blanco, fusilaron a los líderes del movimiento que encabezaban Ricardo Moreno y Manuel Juárez. Los que lograron escapar, fueron perseguidos hasta las montañas y en las casas de otros obreros. Porfirio Díaz ofreció un banquete a los empresarios extranjeros afectados por la revuelta con el fin de compensar los daños económicos que sufrieron.

Dos días después de la revuelta, el 9 de enero de 1907, se reanudaron las actividades laborales en la empresa textil, sin que ningún tipo de solución a los abusos laborales fuera resuelta. Por lo que la huelga y las vidas perdidas solamente obtuvieron la represión del gobierno del dictador Díaz. A este levantamiento se le conoce como la “Huelga de Río Blanco” o “Huelga Nogales-Santa Rosa”.

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