Yucatán

Previo Año Nuevo, ambulantes regresan al Centro Histórico de Mérida

Aumenta el comercio en calles; destaca la venta de comida y juegos pirotécnicos.
Foto: M. Zetina

Vendedores semifijos de bombitas y otros juegos pirotécnicos ocupan desde el día 22 de diciembre el parque Eulogio Rosado, la calle 65 y sus alrededores.

También hay vendedores ambulantes de diversos productos que se colocan en las banquetas de la calle 58 y en varios puntos del Centro, aprovechando que muchos comercios todavía están cerrados, sin faltar, desde luego, las vendedoras chiapanecas que ofrecen prendas típicas de ese Estado e incluso cubrebocas tejidos.

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Hay que señalar que el común denominador de todos estos vendedores semifijos y ambulantes es la pobreza, misma que se ha agravado a raíz de la pandemia del COVID-19, por eso es posible encontrar más personas a pie de calle que venden alimentos como kibis, piedras de masa con frijol, elotes cocidos y frutas cortadas; mientras otras personas venden artículos para vestir, tales como huaraches, calcetines y pantalones cortos; además de artículos variados, entre los que destacan las flores, pilas, audífonos, fundas para teléfonos, y un sinfín de cosas más.

Concretamente en la calle 63 A, entre 58 y 56, encontramos dos grupos musicales de personas con discapacidad visual que piden a los transeúntes colaborar con lo que puedan: uno, dedicado a cantar baladas y, el otro, a las cumbias.

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Menos explosivos

Un vendedor de bombitas ubicado en el parque Eulogio Rosado, Cristian Castro, informó que ahora, con el cambio de mentalidad, también están cambiando las costumbres de la gente que hace los muñecos del Año Viejo, pues antes les ponían muchas bombitas y petardos, es decir, pirotecnia explosiva, pero ahora, para evitar que se espanten las mascotas y los niños que tienen algún grado de autismo, preferentemente les ponen pirotecnia de luces, que no estalla, pero “se ve bonita”.

Dijo que el precio máximo que se invierte en pirotecnia para rellenar un tradicional Año Viejo es de 600 pesos, cuando se quiere apantallar, pero si nada más se quiere hacer bien, se gastan 500 pesos, y lo mínimo es 200 pesos. La gente que lleva luces para sus hijos compra en promedio 100 pesos.

Cristian comentó que tiene un hijo, además de otro niño que también es su familiar con espectro autista, y ellos no se espantan con las bombitas, porque les han enseñado que si se saben manejar solo hacen ruido. Señaló también que lo que más divierte a los niños y las niñas que acuden a ver cuando se queman los viejos son los juegos de las luces de colores.