Síguenos

Última hora

Ernestina Sodi, hermana de Thalía, y mama de Camila Sodi, está en terapia intensiva luego de sufrir dos infartos.

Yucatán

Lugares y personajes de aquella Mérida antañona, hoy el área del Parque Hidalgo

Conrado Roche Reyes

I

Cuando todos nos conocíamos, estamos hablando de personajes y algunos lugares que no son muy mencionados en las crónicas, podemos decir, oficiales. Estas están centradas en épocas más pretéritas. Nosotros nos contextualizaremos en lo que quien esto escribe conoció personalmente y algunos por referencias de mis mayores.

Siempre en Mérida han existido x’ma oficios con oficio (valga la redundancia…uay) que transitaban en una Mérida bucólica pero pletórica de un anecdotario que podría ser motivo de una investigación o libro acerca de cada uno de ellos por separado ya que llevaron una vida llena de aventuras, en su mayoría inocuas pero que son de rescatar por el ingenio y la variedad de las acciones efectuadas por éstos.

Una ciudad con trescientos mil habitantes, decía mi libro de texto en los años iniciales de mi primaria. Sin orden ni concierto comencemos el paseo hacia atrás en el tiempo para ubicar por ejemplo al “Chel Sectiembre” (El Chel Sarmiento). Un hombre ya entrado en años que visitaba todos los cafés de Mérida vistiendo siempre un flus gris y sombrero jipi japa. El “Chel” siempre presumía de sus conquistas amorosas. Según contaba en sus aventuras, era un verdadero don Juan de la tercera edad. Asiduo al café Express, en donde los meseros “Chivi”, famoso por su afición al béisbol, “La Muerte”, (Manuel) empedernido jugador en los billares, en donde en ocasiones salía brincando de alegría y en otras con cara de no me toques, “vomitaba” toda su quincena, cotorro y gran platicador. Pastor Uicab, a quien rescatamos de una hacienda porque nadie sabía tocar la parte saxofón de “I Feel Good” y que es parte esencial en esa pieza. Después que pasó de moda,…le dimos flit inmisericordiamente. Entró de cocinero y luego fue ascendido en el café Express. Toda la gama de intelectuales se daba cita en dicho café : “El flaco Ortegón”, magnifico pintor, cuyo busto de la autoría del escultor “Pacheli” -también asiduo a dicho café- ya no se encuentra en el sitio en que fue colocada originalmente en el local del Centro de Artes Visuales en Santa Ana. Oscar Ortiz y Gildo González, pintores ambos en simbiosis vital y artística. Carolina Luna, gran escritora, Eduardo Luján Urzaiz, inolvidable miembro de la familia Por Esto! “El Caballo” Castillo Cocom, un antropólogo que enfilaba más sus baterías a las estudiantes gringas o cualquier nacionalidad anglosajona con bastante éxito -algún día platicaré anécdotas de este personaje-, un verdadero Maya Latin Lover. Los fotógrafos, que de un día para otro se pusieron de moda como por arte de magia, surgió una legión de ellos, también de la cofradía del mismo café: “Nachito”, “El Caballo Rendón”, Soco Chablé, José Jesús, Eduardo Arco. El escritor Manuel Calero. La pintora Tere Loret, hoy prominente orientalista, David Sierra, buen pintor. Estaba la mesa de los aficionados al b´risbol, “Rich” Reyes (mi primo), el “Jess” Flores, Humberto “Carls” Silveira, Beto Correa, los hermanos Navarrete. La mesa más chismosa que en el universo ha habido encabezada por Alfonso Cisneros de la Cabada, “El Piulan Martínez”, “El Tigre” Barahona, el inefable “Pajarito” Vidal, quien picaba de mesa en mesa recogiendo las últimas novedades. Siempre enterado y chismeando de todo, pero su especialidad era comentar acerca de quienes murieran, quienes caían a la Peni (él cayó en una ocasión y también platicaré en otra ocasión el porqué, es una sabrosa anécdota) y quienes se accidentaban. Un verdadero periódico ambulante. El cajero Mondragón. Había también un cliente muy rico, que digo rico, riquísimo que se sentaba en la barra, para no dar propina, pedía un vaso de agua, de su bolsa sacaba un limón, mismo que exprimía en el agua, le echaba azúcar y ya, tenía su limonada gratis. De ese tamaño era su “esplendidez”. El billetero “Puchero”, de familia de abolengo en esta profesión. El “bolitero” Cazola. “Rico Mambo”, apodado así porque padecía un severo mal de Parkinson y al caminar con sus billetes de lotería parecía estar bailando el mambo número cinco.

Enfrente, en una banca, el vagabundo “Pitágoras” se pasó casi toda su vida ahí. Tenía sus fans, entre ellas algunas féminas que le llevaban alimento y varios loquitos que todos los días acudían a platicar con este extraño x’ma oficio. Algún chiste tendría porque sus admiradores/as sumaban legión. Hasta el día de hoy sigue teniendo su residencia, y con un compañero vago como él, pero en una banca en la parte de atrás. También era fijo del Parque Hidalgo, un lunático que solamente hablaba de los extraterrestres y de la amenaza que representaba el sionismo. El policía “Popocha”, que fumaba yesca a la vista y paciencia del público consumidor mientras dirigía el tránsito, o en la base de la estatua de Cepeda Peraza. Los boleros “Sam”, que también gustaba de colgarse a la cola de Satanás; “El Sapo”, umpire en sus ratos libres; Canté, presidente del Sindicato Unico de Aseadores de Calzado del Parque Hidalgo y el desfile de forros, verdadero culodromo emeritense.

Esto es sólo la región menos transparente del aire, el área del Parque Hidalgo y sus alrededores. Mañana hablaremos de más tipos y personajes que todo mundo conocía, pero de otros lares del centro, como “El Mazapán”, “El Cantinas”, “El Campechano” Barrera, “Cariño”, “La Huacha” “El ciego que ve”, “La quinientos”, etc., etc.

Siguiente noticia

Inegi: 80.6 millones de mexicanos tienen internet